"Esta puerta es la llave", dice Virginia Negri, señalando el exterior de una puerta interna del baño de damas. El baño es uno de los dos de la planta alta del sector de oficinas del Centro de Arte Contemporáneo de Rosario (CEC, Paseo de las Artes y el rÃo Paraná). En la puerta se lee, escrita a mano de su puño y letra, una precaria bibliografÃa: "El Tao del arte, Gumier Maier. Una poesÃa del futuro: conversaciones con Juan L. Ortiz. I Ching, el Libro de las Mutaciones. Canciones de folclore, cumbia, rock, pop, una que escuché en un taxi y ni idea. Cosas que escuché por ahÃ. Cosas que dije y me dijeron. Cosas que escribÃ. Mensajes que mandé y que me mandaron". La lista abarca las fuentes de sus graffiti que, como si ella sola fuese una multitud, intervienen ambos baños y los dos patios internos de la planta alta.
Uno de los patios da al techo a través de una escalerita y su nombre institucional ya es artÃstico de por sÃ: Intemperie interna. El personal lucha con una llave para abrirlo al sol del mediodÃa. "Puede fallar", dice alguien y suena como un chiste. Puede fallar es el tÃtulo de la intervención de Negri en los cuatro espacios. Sale de una frase que decÃa el mago Tu Sam cuando presentaba sus shows de magia por la TV en vivo. Dice Negri que las palabras de amor son embrujos y que la poesÃa hace magia. Bautizó "Embrujo" a su local en la esquina de Corrientes y Catamarca. Pero advierte que la magia "puede fallar".
Todas sus superficies intervenidas del CEC (muros, pisos, tabiques, azulejos y espejos) configuran un palimpsesto apasionado, multicolor y contradictorio. "Esto sale de los cuadernos donde voy anotando frases", aclara. "No es que llegué acá y escribà cualquier cosa", agrega. Negri insiste en el concepto de rizoma, que ella viene poniendo en obra desde su participación con Proyecto esqueleto en el séptimo piso de la muestra colectiva Emergentes 2, inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo el lluvioso jueves 8 de marzo de 2007.
Fundada en lo vegetal como base para la construcción de redes de afecto, Proyecto esqueleto ponÃa en juego entre artistas y no artistas una economÃa del don que desarticulaba la idea de un único autor como único origen de la obra. Potencialmente infinita y multiautorial, esa obra en proceso continuo se puede ubicar en la tendencia de arte social que Reinaldo Laddaga llamó "estéticas de la emergencia".
Nacida en 1980 en Nogoyá (Entre RÃos) y licenciada en Artes Visuales por la Universidad Nacional de Rosario, Virginia Negri se formó además mediante becas y talleres con diversos artistas contemporáneos. En 2008 comenzó a emplear el graffiti como principal herramienta de expresión para un corpus textual acumulado a partir de mensajes de texto por celular y diseminado por ella misma en las calles y espacios públicos. De allà también copia algunos graffiti encontrados, impulsivos y anónimos, que luego replica en otros muros.
En 2011, por invitación, sus efÃmeros graffiti comenzaron a ingresar a las salas institucionales: el Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires), el Museo Rosa Galisteo (Santa Fe) y el Museo Castagnino (Rosario), donde pintó impactantes intervenciones murales. En 2012, publicó un libro de poemas, Desnudo total y escándalo, en la colección Brillo de poesÃa joven del sello Iván Rosado. Pertenece, con Lila Siegrist y Pauline Fondevila, a una escena de mujeres artistas poetas y performers que leen lo suyo en voz alta con audacia (y con menos hipocresÃa que sus pares en el campo literario). Algunos versos de aquel libro están entramados en la nueva obra rupestre de Negri.
Y surgen de sus mensajes de texto: una antilÃrica urgente que opera como carpeta de no enviados, en un ida y vuelta entre la vida y el arte. Las intervenciones de Negri suelen coincidir con el final del verano: en marzo del año pasado, tras dos meses de preparación, expuso sus graffiti en el Museo Ferroviario Juan Murray, de Funes. Esa vez, la institución propuso un mural portátil sobre nylon transparente.
"No soy nada, nunca seré nada, no puedo querer ser nada...", dice en resaltador blanco sobre fondo negro una famosa cita de un poeta portugués que Virginia copió en uno de los baños. Y enfrente, en bermellón sobre los azulejos, se lee como en eco, o como un fragmento de diario personal: "Todos los poetas quieren coger y te van a coger de una u otra forma". La cronista duda de la universalidad del axioma y la artista se rÃe: "¡Qué miedo!". La brutal franqueza de los textos invita a la confesión en susurros. Por supuesto, nadie da nombres.
Las letras de cumbia le han aportado gran parte de los tópicos eróticos o románticos. "No me rompas ese embrujo", ruegan Los Palmeras. "Esa pared que no te deja ver debe caer en nombre del amor", conjuran Damas Gratis. "Sólo me queda el recuerdo de tu amor", concluyen los Pibes Chorros. Negri pintó las frases en el patiecito Intemperie interna: un espacio éxtimo, una extrañeza Ãntima en el interior de lo conocido. En los baños se despliegan anotaciones más filosóficas, otras más escatológicas y otras que podrÃan ser una cosa o la otra: "Estado de suprema atención desinteresada", se lee al sentarse en uno de los inodoros. En la vertiente popular, algunas fuentes conmueven. "No puedo/ ni quiero/ ni pienso/ olvidarte" se lee al revés en el espejo, pintado en los azulejos en verde fluorescente. Negri vio ese graffiti en un muro exterior de la cárcel de Caseros. "Estaba escrito muy chiquito y no lo podÃa ver el preso", recordó.
El segundo patio está pintado de verde y lleva escrito en varios colores superpuestos una sola pregunta: "El gran amor de tu vida, ¿es con el que funcionó o con el que no?". Y surge otra pregunta: ¿Será que las palabras de amor sólo son verdades cuando no llegan a sus destinatarios? Los fragmentos de discurso amoroso que Virginia Negri hace estallar y amplifica sólo sirven asÃ, como poesÃa que emociona a quien se reconozca en el sentir; en vez de encerrarse en la banal pareja infalible de una edad de oro que nunca fue, crean comunidad de goce al poner a circular las pasiones entre quienes las padecen.
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