"Ficción en vivo", escriben desde la editorial rosarina Yo Soy Gilda para anunciar la presentación de la primera novela de AgustÃn Alzari, que el sello acaba de publicar. Se titula La solución, frase que carga con tristes ecos de aquella consigna genocida de Hitler: "La solución final". Es una novela satÃrica ambientada en Rosario y llena de suspenso, picaresca urbana y humor negro, que narra una relación de poder mediante una estructura barroca de cajas chinas o muñeca rusa.
Según informan sus editoras, el libro se presentará pasado mañana, a las 19.30, "en el pasillo de Eduardo Almohada" (Jujuy 1437), quien no es otro que el protagonista de la historia. Participarán los actores Jorge Ferrucci, Adriana Sabbioni, Verónica Leal, Juan Pablo Cabral, José Antonio González, Federico Cuello, Mayra Sánchez y Dana Maiorano, bajo la dirección de Ludmila Bauk (aquellos que quieran asistir pueden enviar un correo a [email protected]).
Este quijotesco pliegue entre ficción y documental expande más allá de las páginas del libro un juego que comienza en ellas. Este consiste en desarrollar el relato en distintos niveles de representación, al modo del historietista Alan Moore en Watchmen. La historieta de las últimas tres décadas, donde es probable que se haya estado desarrollando lo más épico y vital de la literatura reciente, rebasa al fin sus bordes para volcarse de lleno en la novela propiamente dicha: La solución contiene homenajes explÃcitos e implÃcitos a la "novela gráfica" (un término quizás eufemÃstico que insinúa lo que aquà se acaba de decir).
"El de tinta quedó corte Risso, tenés que verlo", dice en el capÃtulo 12 el Chocado, un personaje de quien se infiere que es el dibujante de la historieta que el protagonista está guionando. El guiño alude a un dibujante rosarino de trayectoria internacional, Eduardo Risso, famoso por los blancos y negros netos de sus trabajos para DC Comics. El guión en curso por su tocayo Almohada se incluye en el libro en forma fragmentaria, con una tipografÃa que imita la del guión profesional (letras de canciones incluidas, en cursiva) y un relato que hace de subtexto mÃtico a las peripecias realistas.
La historieta en la ficción parodia una distopÃa oscura de mazmorras. Escrita en el ampuloso estilo del subgénero, lleva de tÃtulo el apodo del héroe: Elbatero. Lo secundan Elviolero, Elbajista y Elcantante. La banda de rock que (obviamente) forman da la excusa para la onomatopeya, rasgo saliente del género: "¡Clac, clac, clac, clac, pum, pa, pum, tata, pum, pa, pum!". Los músicos no tienen nombre, lo saben y lo dicen: "No, yo no tengo nombre./ Ni él, ni ninguno que conozca", canta Elcantante. Son músicos literalmente enclaustrados y torturados por una carcelera cruel y sin nombre.
De villano de la novela hace un aventurero catalán llamado Albert (se acentúa en la "e", algo que el mismo personaje aclara indignado cuando el rosarino le dice "Alber"). Alzari lo toma prestado de una nouvelle reciente de Lila Siegrist, coeditora de Yo soy Gilda junto con Georgina Ricci. En Destrucción total (2014, Blatt & Rios), Siegrist compuso la cómica semblanza de un turista catalán llamado Albert, al que retrata como el housemate insoportable por excelencia. Alzari le inventa un origen aristocrático que le sirve de paso para parodiar el melodrama decimonónico y su reencarnación: el culebrón.
Albert (con acento en la "e", no está de más insistir) funciona en La solución como un opresor y un amo despiadado, tiranizando desde un celular que misteriosamente enmudece a la hora de pagar. Tal era el tipo social que Alzari presentó en su cuento para la antologÃa Rosario: Ficciones para una nueva narrativa (Baltasara Editora, 2012). Albert además encarna cómicamente al huésped descortés, al extranjero que parecÃa justificar la ideologÃa xenófoba de la Argentina en un perÃodo que investiga Alzari con su labor académica: los años '30.
Las hiperbólicas diatribas furibundas de Albert contra el paÃs que lo recibe cumplen también una doble función. Hacia fuera del relato, replican el discurso polÃtico actual de muchos argentinos (entre quienes podrÃan contarse el autor o el lector, pero nunca se sabe); hacia adentro de la ficción (sumadas a la avaricia, el ego, el dandismo y el rol de explotador de Albert) van haciendo del manso y sensible de Almohada un vengador en potencia. Tanta torsión irónica entre opinión y ficción, o entre incorrección y corrección polÃtica, sólo puede sostenerse sobre un modelo literario fuerte, y este es (no por nada) un cuento de Edgar Allan Poe que constituye el paradigma del relato con narrador no confiable. No es posible revelar cuál para no arruinar la sorpresa. Por eso tampoco se dirá aquà qué otra escena se comparte generosamente entre La solución y Destrucción Total. Sà que ambas obras emergen como la avanzada local de lo que cabe bautizar 'novela expandida': forma literaria del campo expandido en plástica.
La nueva novela es divertidÃsima y ágil salvo por algunos excesos agobiantes en el apunte costumbrista. Este mismo problema aparecÃa al comienzo de La internacional entrerriana (Editorial Municipal de Rosario, 2014), una crónica documental donde también Alzari deja retozar algunos espectros de las tragedias históricas sobre el campo de juego de una comedia con villano y pibe trabajador.
Nacido en 1979 en JunÃn (provincia de Buenos Aires), AgustÃn Alzari es licenciado en Letras y docente de Literatura Argentina por la Universidad Nacional de Rosario. Es coautor con MatÃas Piccolo del poemario Congodia (EMR, 2011) y con éste, Ernesto Inouye y Bernardo Orge de otro artefacto lúdico, 40 esquinas de Rosario (Pulpo, 2014).
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