Mañana a las 19.30, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, se presentará el libro de poemas de Roberto Retamoso, Preguntar del hijo, publicado por El Farolito Editor. En dicha presentación, que estará a cargo de los poetas Héctor PÃccoli y Concepción Bertone, participará también el actor y director Sabatino "Cacho" Palma. Retamoso nació en Rosario, en 1947, y es Doctor en Humanidades y Artes, con mención en Literatura, por la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Actualmente, además de desempeñarse como profesor titular de sendas cátedras tanto en la carrera de Letras como en la de Comunicación Social -ambas pertenecientes a la UNR-, dirige la Cátedra Libre "Felipe Aldana" de la Facultad de Humanidades y Artes, destinada al estudio y difusión de la literatura escrita en Rosario. Ha publicado varios libros de ensayos entre los que se cuentan La dimensión de lo poético (1995), Figuras Cercanas, (2000) y Oliverio Girondo: el devenir de su poesÃa (2005).
En diálogo con Rosario/12, el autor, quien considera que la poesÃa ofrece "cierta vibración del lenguaje que no es más que la proyección, la resonancia rÃtmica y musical de la emotividad más Ãntima y a la vez más profunda que nos sostiene en nuestro transcurrir por el mundo"; habla de su honda vinculación con el género y del origen entrañable de los poemas que integran el libro.
-Preguntar del hijo es su primer libro de poemas, pero su encuentro con la poesÃa se produjo a una edad temprana. ¿PodrÃa hablarnos de los inicios de esa relación y mencionar a algunos de los poetas que han sido sus referentes?
-Este es, efectivamente, mi primer libro de poemas, aunque mi relación con la poesÃa es de larga data, pues comencé a leer (y a escribir) poesÃa cuando estaba terminando mis estudios secundarios y me preparaba a ingresar en la universidad. La formación universitaria y académica, en mi caso (podrÃa agregar: como en tantos otros), generó efectos positivos y negativos en ese orden de cosas; ya que, si bien por una parte me permitió desarrollar una tarea crÃtica sostenida a lo largo del tiempo, por otra, fue inhibiendo mis posibilidades o mi deseo de escribir poesÃa. Durante años dejé de hacerlo, convencido de que ese quehacer no me correspondÃa, y me dediqué a estudiar la poesÃa de otros autores, sobre los que escribà ampliamente. Esos autores eran contemporáneos y connacionales, lo cual me permitió tratarlos desde una perspectiva de diálogo y proximidad sumamente fructÃfera. En este sentido, puedo mencionar también a poetas que han sido mis referentes, sin que esto implique que los viva como "influencias", puesto que no me reconozco como un heredero de su proyecto poético. Son más bien ejemplos de lo que para mà representa escribir maravillosamente poesÃa en lengua española: César Vallejo, Miguel Hernández, Oliverio Girondo, Juan L. Ortiz, Juan Gelman, Juan José Saer.
-En su libro hay dos figuras centrales en las que convergen los poemas: el padre y la madre; pero también hay una tercera presencia que toma cada vez mayor fuerza y es la de "las letras", "los signos". ¿PodrÃa decirse que este libro explora, asimismo, un momento si se quiere originario de su relación con la escritura?
-Quizás se trate de una evocación, ciertamente literaria y por lo mismo figurada, de ese origen. La relación con el lenguaje, con la palabra, entendidos como medios de expresión o de representación de un sujeto que quiere inscribir su particular relación con el mundo, me acompaña desde muy pequeño, y creo que mis padres fueron quienes propiciaron a su manera esa relación. Mi padre, con su actividad como actor y director teatral, contándome historias para mà fascinantes desde que yo era un niño; y mi madre como maestra, ya que me llevaba a la escuela aún antes de estar en edad escolar, revelándome las posibilidades significantes de las letras; ambos me hicieron saber desde siempre que las palabras eran los medios de mayor eficacia con que contaba para forjar los vÃnculos más plenos con el resto de la especie humana.
-¿Cómo surgieron los poemas que integran el libro?
-Como surgen generalmente los poemas, por una suerte de impulso inexplicable. Hacia el mes de abril de 2006 los escribà en unos diez dÃas, y "salieron" exactamente en el orden y en el modo en que fueron impresos, salvo pequeñas correcciones lexicales o de tipo métrico. A ese momento originario le sucedió un segundo momento mágico: una vez que terminé de escribirlos y de imprimirlos en papel, se los mostré a mi padre, que era todavÃa un lector lúcido y consecuente. Pero cuando le pregunté si querÃa leerlos me dijo que no, porque según sus propias palabras "se iba a quebrar de la emoción". Y agregó que no hacÃa falta que leyera esos poemas, porque él "ya sabÃa lo que decÃa ese libro". Ese diálogo ocurrió un dÃa lunes del mes de junio. Dos dÃas después sufrió una gran descompensación, fue internado, entró en un coma del que no salió más y a la semana falleció. De manera que ese diálogo fue una suerte de despedida, en la que mi padre me hizo ver que él ya sabÃa lo que decÃa mi libro.
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