"La vida que se cuenta es la de Ernesto Guevara, que incluye al Che", sintetiza Julia Constenla, la periodista que, luego de darle vida a una biografÃa de Celia De la Serna de Guevara, se propuso un nuevo desafÃo: Lograr un perfil de ese hombre eclipsado por su propio mito. Asà nació Che Guevara: la vida en juego, una obra en la que mucho tuvieron que ver las fotografÃas recopiladas por la experimentada periodista, las mismas que conforman la muestra que, desde el pasado jueves y hasta el 24 de junio, podrá recorrerse en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Y será el espacio de San MartÃn 1080 el que el viernes próximo reciba a la periodista para la presentación de su obra, en un encuentro que se desarrollará a las 19.30 (con entrada libre y gratuita) y que contará con la participación del periodista Pablo Feldman.
De paso por la ciudad para participar de la inauguración de la muestra, Constenla precisó a Rosario/12 el surgimiento de su último libro, y de la exposición misma: "Hay dos modos de considerar el principio de la gestación. Lo primero fue que una amiga, Marta Merkin la mujer de Carlos Ulanovsky, me encargó para una colección que ella dirigÃa que escriba la biografÃa de Celia, la madre del Che, a quien conocà porque tenÃa mucho afecto, y creo que es la matriz de la cual parte el Che. Realmente creo que es la persona que más colabora a la formación de la conciencia, de la vocación de servicio del Che. En ese libro tuve que evitar que su hijo se tragara el libro, porque aunque hablara de la madre el protagonista podÃa inevitablemente ser el Che. Creo que conseguà que en el libro de Celia la protagonista sea Celia, y el Che es un importante personaje secundario (risas). No fue fácil, porque Celia no tiene nada escrito, a diferencia del Che, que vivÃa cargado de papeles y plumas, y escribÃa todo".
Definiéndose a sà misma como "una periodista rigurosa que cree en dos fuentes y una confirmación", Constenla comenzó a recopilar información sobre la madre de Ernesto Guevara, lo que fue acercándola cada vez más al Che. "Buscando material sobre Celia, a quien conocà porque no querÃa limitarme a la memoria, encontré mucho material fotográfico, que no pudo ir en el libro por las caracterÃsticas de la colección en la que se incorporaba --recordó--. Pero después el editor de Sudamericana se pasó a Edhasa, y me propuso hacer la biografÃa fotográfica del Che. Ese fue el inicio, la manera en que me metà en este trabajo, para el que comencé a leer biografÃas".
De esa manera, después de recorrer algunas obras "francamente patéticas" y otras de alto nivel ("La de John Lee Anderson a mi modo de ver es la más completa, ajustada y rigurosa que hay"), la periodista continuó con su propia búsqueda para delinear el perfil de un personaje al que habÃa entrevistado en persona, pero siempre con un objetivo claro: "Me dà cuenta que todos los biógrafos han tratado de seguir la trayectoria de un mito, contando al Che Guevara siempre como el Che Guevara. Pero él empieza a ser el Che después de México, entonces pensé que podÃa escribir una biografÃa en la cual Ernesto Guevara fuera una persona, y para ello me servÃa enormemente el soporte fotográfico. Decidà escribir la biografÃa de una persona. Mi propuesta fue que quedara claro que se trata de una persona y no un mito. Pero para el que no sabe bien quién es el Che Guevara puede descubrir que no es sólo una cara bonita, ni tampoco es sólo un guerrillero heroico".
A partir de esa intención, tanto el libro como su correlato fotográfico permiten deslizarse por el crecimiento de ese niño nacido en Rosario y criado en las sierras cordobesas como consecuencia de su cuadro asmático, un factor que resultó esencial en su desarrollo, según la consideración de Constenla (ver recuadro), quien además resaltó la importancia de no pensar en la formación espontánea de la figura del Che: "Creo que hay una tendencia de la que hay que cuidarse, y es convertir a un niño en el Che Guevara. Hay que ser prudentes con eso. Aunque es imposible no hacerlo, y lo noté con la persona de servicio que trabajó tres años con los Guevara en Córdoba. Ella se acordaba del Che chiquito, y siempre lo llamaba Che, casi nunca Ernestito, cuando en realidad el Che, de chiquito, era Ernestito. Entonces no sé en qué medida ayuda rastrearlo en el pasado remoto, aunque tuve que hacerlo y me resultaron muy útiles todas las informaciones que recibÃ, aunque tuve que filtrar el hecho de que, de alguna manera, se habÃa colado el mito. Cuando vos decÃs Che Guevara, en cualquier parte del mundo, se sabe de quién se está hablando, entonces es muy difÃcil que los testigos de su infancia no caigan presos de ese mito".
Recaudos mediante, el hecho de bucear en la infancia de Guevara le permitió descubrir las bases sobre las que se edificó la figura de aquel hombre revolucionario. "La infancia del Che es la de un niño de clase alta con problemas de salud, que vive en su clase y con su gente, entre Guevaras y De la Sernas. Pero cuando se van a vivir a Alta Gracia se abren las puertas, Ernestito deja de vivir en la burbuja de su clase, su medio, su cultura, y sus amigos son la gente bien de Alta Gracia y los atorrantes (refiriéndome a los atorrantes con mucho respecto, con mucho más respeto que con el que digo `gente bien`). Son caddies, hijos de peones, peones ellos mismos, y comparte la vida como si fuera la misma, y en eso contribuye su familia, que no pone lÃmites", concluyó la periodista.
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