Voto nuestro que estás en las urnas.
Cuanto han picado y barrido tu nombre.
Vengan a nosotros los sueños y hágase tu voluntad
aquà en la tierra y no en el cielo.
El pan nuestro de cada dÃa dánoslo hoy
y a laburantes y pescadores propiciales lugar
asà como nosotros no perdonamos las deudas de los últimos pecadores.
Y no nos dejes caer en la tentación de sacarte de la urna
o no meterte en ella aunque se sepa que la democracia no nos libra del mal pero es lo menos malo.
Y que te salven de caer en saco roto.
Lleno eres de esperanza, tal vez la última, en fin.
Los polÃticos sean contigo más que con sus perversiones
y que seas el voto entre los votos;
que del rÃo enorme por donde corre tu valentÃa
provenga entonces fuerza para todos.
Creo en ese papel con apellidos, en el espÃritu de lo que encierran.
La gran comunidad que somos, la igualdad eterna de los hombres,
las diferencias de criterio y el corte, el pliego, la sábana
por más que estés en blanco.
Creo en el honor, la comunión de los barrios, las movidas culturales,
los centros barriales hechos en tu nombre,
la ciudad y la provincia alguna vez entendidas.
Bajo los ojos a la urna y le doy mi documento más sellado, el que me
representa en este mundo, en esta ciudad que quiero tanto.
Y que el domingo resucite la sensatez de donde hubiera sido sepultada.
Y en vez de amén digo amen.
Para que encima seas un voto cotidiano.
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