A Vicente
El lunes se rinde el examen de ingreso al Instituto Politécnico.
QuerÃa decirte que tu mamá deseaba verte ahÃ. No por imponértelo ni ejercer un mandato, simplemente lo imaginaba para vos; cualquier madre que en su luna callada ordena el alma de los hijos como apilando libros en bibliotecas.
Me lo habÃa contado varias veces "él tiene que ir al Politécnico porque es muy inteligente y además dan teatro". Qué se yo, anda a saber en qué rincón de su castillo la matemática (con sus emperadores triangulares) tocaba escenas descartadas de sà misma para creer que lo mejor era esa junta de arte e información que este colegio ofrece a Rosario desde hace tantos años.
Vos sabes que era infinita. QuÃmica. Sódica, poeta, compositora, hacÃa gimnasia con el tiempo, enero abdominal, marzo clave de sol; la convocaba lo heterogéneo, tal vez por eso el Poli, porque ella misma era poli.
Te pensó ahà desde que eras chico, cuando te filmaba horas enteras en un carrito entre nubes o mientras medÃas un metro solo, solo un metro, y acunaba un celeste para emanciparte hombre algún dÃa.
Tengo muy presente esa vez en que me habló del laboratorio de inglés, en que te servirÃa para traducir programas de computación, que en esa escuela habÃa, te pensarÃa con auriculares, parlanchÃn, yes, sà quiero, una idea.
A veces la maternidad da miedo.
PoseÃa limón y firuletes, palabra arrolladora y encantada, tenÃa
aplicaciones de terciopelo para vos. Nunca jamás se las habÃa visto. Ni desde que ambas hacÃamos el secundario en el Instituto y su voz coronada de dulces drenaba existencia en colectivos destartalados.
Cuando entró a primer año (asà se nombraba esa instancia escolar en nuestra época), tenÃa patas largas como las tuyas, era de charlar mucho, de darle abrazos fuertes a sus amigas, Sandra Siemens, la Vaqui Gárate, Marcela Tavani, Mariela Sconochini, la Cocaza Carlini, la Kiri Kirchmayer, Marisa Sartini, Claudia Rivolta, la Gordita Valentini y otras, era flaca y parecida a tu cara, con esos ojos grandes casi en unión perfecta la luna, iba de frente salteándose estaciones en el amor mientras el pueblo le tomaba el pulso y la volvÃa eléctrica y ágil. No se como dibujarte aquél momento y si lo hago me sale calle Pellegrini que es la del Poli donde este lunes rendÃs.
Mi colegio, nuestro colegio y el tuyo elaborando argentinos con videncias arqueológicas de una educación para la vida.
Pensar que ya no está para decirte lo que viene después. Este lunes es para guardar en una caja plegable como su cuerpo insustancial, como sus células de buena persona, sus hormonas, las partÃculas leves que nos dejó junto a las cosas que verdaderamente importan.
Es el último lunes decidido por esa mujer para siempre. Es incluso la noche del domingo que traerá las suyas para organizarte cuando hagas el solo de raÃz cuadrada y trapecio.
Es necesario que sepas este amor anticipado por el Poli que sintió tu mamá antes de irse solo diez años después de que nacieras.
Me salen sentencias raras y un acompañamiento que no sirve de escuadra y lo se, en una sábana infinita tengo sus iniciales grabadas, las tuyas y las de tu hermana van unidas porque una parca corre y yo con ella, porque hay razones suficientes para que todos vivamos un poco mas.
Entonces cuando estés sentadito como un niño en esas bancas casi
universitarias, y del pelo fino se desprenda el pensamiento no te olvides que ella inyectará saber en la hoja blanca para que hagas tus vigas, tus cimientos.
Asà son las cosas, un algo que ya no es, un todalavida necesario, un ingreso exitoso, un paseo, un sobrino, una novia, una naturaleza circundante. Asà será este dÃa. Como todo, una prueba.
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