Ahà van los maestros con sus tizas y salarios.
Van adentro de sus portafolios junto al pavor por la indisciplina.
Como soldados de uniforme blanco; la vida purÃfica los observa propagando esperanza argentina. Poca cosa.
Ahà van los otros maestros, los que nos enseñaron a amar, a valorar el limonero, los que dieron lugar a lo que no anda, al estorbo vital, a la pluralidad tan necesaria.
Maestros sin tÃtulo, que me delimitaron como mujer, contornearon mis ambigüedades, mis verdades, y evitaron beber lo aniquilado cuando la poesÃa fue chica y el dolor grande.
Ahà van mis maestras de primaria, la Universidad adentro de ellas, la inyección de lo que aún perdura, los tobillos cansados de tanto subrayar en alto.
Van desde el Chaco a La Quiaca, procurando no desvirtuar lo esencial; doctoras, porteras, mujeres bajitas, vivaces.
Van maestras que, por llevar hombres a dedo, fueron violadas al salir de la escuela, van unas hermosas que sacrificaron su vida enfrentando negatividad y ruptura, ellas con sus cochecitos mágicos nos dieron las letras insulares, inmunes a mÃ, van, van.
Pasan en Ãntimos camalotales de pizarrón, por el Gualeguay, a la orilla, bandera de Entre RÃos, por el Paraná, maestrito de isla que tanto das y das.
Tenazmente, señoritas proféticas, porque todo es lenguaje y ellas lo saben, ellos lo saben cada dÃa al izar los ojos y marchar por las veredas.
Cuando está todo contado aparece un maestro a contarlo de nuevo, a ponerle justeza a la narración y que una fábula sea menos dura que la vida.
Por eso van desintegradas a hablar con directoras, a saborear la hondura de corazón que hay en un chico, o el aséptico Ministerio de educación donde habitan legajos y burocracia que nada sabe.
Pasan maestros agujereados por la realidad, a enseñar todavÃa como si el futuro fuera cada vez mejor. Creen en algo, en las palabras primordiales, salir en pos de cosas buenas, darles a los alumnos oportunidad y estratagema.
Si rezo, rezo a los maestros, a esas señoritas como hadas, en congreso de borradores permanentes, y si no hay borrador hay trapo, y asÃ, van.
Decidieron dedicarse al cimbronazo cáustico de transmitir la verdad picante y primera, decidieron armar al hombre nÃtido desde el vamos, un niño de seis, un adolescente de quince.
Son las espinas ansiosas por clavarse en Argentina para hacer alguna cosa, anotaciones corpulentas en el tiempo y el año que va marzo a diciembre.
Hoy es su dÃa, 11 de setiembre, querÃa saludarlas desde la contratapa del diario que las conoce, las recorre, las toma cada vez que no se sabe si tienen alegrÃa o cansancio.
En el mástil solvente del existir, una vez recibirán ese premio ermitaño que nadie reconoce, que nadie ve cuando, cabizbajas, salen de la casa a la mañana para deglutir la quejumbre de un niño que aprende.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.