"Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo. Habrá siempre una mujer que, aunque el Universo se derrumbe, estará preocupada por su casa".
Ernesto Sábato. Uno y el Universo.
A
Antes de conocerlos (de conocer uno, al menos), pensaba yo que los llamados geriátricos eran otra cosa, Qué digo!, eran mejores.
Imaginaba una gran familia de viejos jugando a las cartas, o en señoras pensando, tejiendo, conversando, leyendo, mirando la tele, esperando pasarla bien, etcétera.
B
Bueno. No es asÃ.
C
Cada vez que pensaba en ella, en los avatares de su núcleo familiar, en sus tres nietos, su nuera, creà (por momentos) que la atenderÃan como ella los habÃa atendido treinta años antes, al nacer de los mellizos por ejemplo. Tuvo la desgracias de ver morir a sus hijo de 54 años y quedó solamente la nuera mas esos tres nietos. La nuera que no es sus hija y tres frÃos nietos de corazón achicharrado ya que, al faltar Carlos (el hijo que mencioné) la Tata quedó a un costado, viviendo en Arroyito, asistida por otra gente, entre esa gente, sus vecinos.
D
Desde el pasillo se escucharon durante todos estos años a esos vecinos con dosis de bondad, comestibles, impuestos a pagar, buena onda e identidad de decencia y ternura hacia esa Tata un poco sola entre gladiolos.
E
Ella pensó que asà terminarÃa sus dÃas, entre la casita, el antiguo olor a la aceitera Patito, la calle Rubén DarÃo 1780, Carrasco 1840 o Vélez Sarfield, Rosario Central, Peruca, El Tonio, La Victoria, Gloria, su amiga Carmen y un puñado de familiares más lejanos. Pero se cayó.
Se desvaneció el dÃa que nacieron todas las abuelas y hubo que internarla.
F
¡Faltaba más! Le dijo a una enfermera y se sirvió sola el café, mostraba carnets, ecografÃas, estudios del corazón y otros amorÃos por su cuerpo de 88 años. Llegó el médico y sentenció: "Esta nona no puede estar sola". Y, como los tres nietos (su sangre, ensangrentados de juventud, que alguna vez también cumplirán 88) no podÃan tenerla, la nuera cansada (tal vez o no? con justa razón), se decidió: el geriátrico.
G
Ge. Ge de geriatrÃa, de gerente, de viejo choto, de mujer artificial que no le sirve a nadie, que ya sirvió, cuando atendÃa la feria y laburaba todo el dÃa con el tÃo Negro, en las épocas de creer en Argentina si o si. Ge de gastado, gatillo, gélido, generación, genealogÃa, gene, gen, garrotazo, garrafal, garantÃa, garete, ganso y ganar.
H
El silencio de la hache se sintió cuando la fui a ver. Estaba sentada en la cama. Incorporada totalmente. Bien. Bien. Muy bien. Alrededor algunos internos con ojos fijos, todos en galerÃa de ahogos grises. Me miró, nos miró a todos y dijo: "Quiero irme a mi casa, y si me muero de una caÃda, que sea allÃ". Punto. Punto final, no suspensivo. Pensé en ayudarla a salir de ese lugar tan feo, excesivo, tan oscuro, donde se ve gente triste, sola, encerrada, con la torpeza de algo irremediable y tapices de laberintos sin salida. La hache muda me hace a ayudarla. Y en dos o tres dÃas volverá a su domicilio de plantines. Tal vez a morir como Dios manda. No como mandan algunos humanos que fundan geriátricos para castigar con el exilio, en complot con ciertas partes de la familia.
Exilio como al Cid. Como los griegos. O los argentinos de los setenta, pero en plena ciudad. Un geriátrico disimula la muerte, la maquilla. Pero nosotros, y ella, estamos vivos.
I
Y coleando.
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