Martes en celo de insatisfechos dioses que sus vacÃos llenan con el falo enhiesto de la lanza bárbara.
Martes que susurra sangre al oÃdo de cada guerrero.
Martes de espasmos donde célula y conciencia se tornan entes a merced de la ira.
El crimen se ensaña tanto con vÃctimas como con ejecutores y la absolución a los peores asesinos llueve desde el averno.
Malas artes y puñales al filo de la tolerancia.
En martes la evisceración atormenta hasta a los taxidermistas.
El almanaque, más allá de toda fecha, actúa impÃo en ese dÃa.
No importa la centuria o el año o si se está en el pleno carnaval.
El trece es una anécdota.
En martes se estropea la dicha hasta para los mieleros.
Y los seres más optimistas aúllan de zozobra.
Es cosa bien sabida que pasar el dÃa en la cama no es ninguna solución.
Cabalga el inconsciente, en martes, a pelo de los rayos y los mares.
Entre la belleza y la monstruosidad todas las almohadas son de plumas.
Martes matriz de vampiros.
El tufo estalla. La gangrena se enseñorea.
Y al florecer la peste deja de verdear el malvón.
En el fulgor de la inmundicia esporas letales se elevan hacia la atmósfera valiéndose del rocÃo.
Se secan los rÃos y en los cauces idos se desintegran las piedras.
En martes los torpes escritores creen arribar a la cumbre cúspide de la inspiración y a empresas idiotas le dedican todas sus voluntades.
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Segmento para insertar dentro de programa costumbrista de televisión argentina. La audición de Tito, Pelusa y Florcita, por nuestro Canal 3, se adecua de perillas.
- Mujer: Fue una irrefutable demostración de todo el poderÃo de la idiotez humana. Una especie de traje del emperador que, a cambio de la vista, tomó al sentido del gusto como rehén. ¡Papilas serviles en lenguas más serviles aún! No era aquello crema chantilly ni pastelera. Crema moka, crema moka era y nadie parecÃa notarlo. O todos lo notaban, pero tenÃan pánico de contradecir a Martes, que dudó entre las dos erróneas opciones. Pobre repostera excelsa del tiempo atrás. Pobres esas manos que por nada han hecho tanto...
- Hombre: ¡Basta mujer! ¡Detén esa lengua que te vuelve indeseable máquina de lamentar! ¿Qué te atormenta tanto? ¿Y qué cura le das al pasado con tu persistente queja? El remedio y la enfermedad son causales del mismo negocio. El caracol se deshidrataba lejos del mar y ¿qué hacÃa el sol para soliviantar tal sufrimiento? Nada, lentamente lo cocÃa sobre una lÃnea transversal al horizonte. La bondad del sol es nula en cualquiera momento, qué martes o domingos. Nada de treguas. Nada de paz. - Mujer: En el sol se ha decretado vivir en eterno martes según dicen los estrategas.
- Hombre: ¡SÃ, los estrategas! ¡CuÃdate de sus predicciones y de su supuesto saber! Estrategas que a la hora de tomar la decisión sin dudar dijeron, casi al unÃsono, "¡Chantilly!", cuando sabemos que "¡Moka!" deberÃan haber gritado.
- Mujer (inflamada, casi poseÃda): ¡Tienes razón! ¡Pobre repostera y pobres de nosotros todos! ¡Pobre de la ninfa que no se arrodille frente al resplandor aberrante de ese dÃa!
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Apostillas que todo martes necesita:
DeberÃas apartarte antes del martes.
Martilla, con tesón, el martes su mantra.
Los martes, en Marte, por alguna extraña razón, se viven como jueves.
¡Oh! ¡Por todos los cielos! ¡Debo matarte! ¡Es martes!
Salmuera de martes para electrificar al nervio.
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