"Temblando todavÃa en su pureza, más allá de las formas y de las cualidades,/ Más allá de los laberintos y las redes, en el camino de la esencia,/ Pero creadora ya y dirigiendo la creación.../ Mas con la poesÃa también como ángel natural del cielo de la ofrenda/ Y de la infinita participación , sobre las voluntades imantadas/ Que hablarán a su vez con la dulce fuerza de un poema/ Al hacerse ella carne, y latidos, y acciones, más allá de los pronombres"
Dulce es estar tendido. Juan L. Ortiz. AntologÃa poética.
Hay un club de rÃo en nuestra ciudad, La Peña náutica Bajada España, que posee una biblioteca llamada Biblioteca Del Paraná.
Fue fundada en 2001 por socios del mismo interesados profundamente en la cultura. Anduvo tirada en las naves ferroviarias de la zona. Se desarmó por razones polÃticas, climáticas o vegetales.
Hace unos meses un grupo de buscadores florecidos, cuya relación con los libros es, cuanto menos, inquietante, decidió reabrirla, al lado del rÃo, con la ayuda y el propósito de la comisión directiva del club que promueve pesca, remo, canotaje, asado, locro, náutica, regatas y también lectura.
Los libros estuvieron a la buena de la humedad, adquirieron hongos y mugre. Hubo que limpiarlos, acariciarlos, darlos de alta en el provisorio ataúd de la barranca y armar estantes en el movimiento imprevisto de una inminente biblioteca.
Libros ascendidos a la categorÃa de grupo.
Fue despacio, lento. Hipoclorito de sodio incompatible, condena y despedida a grandes montos de tierra impregnada en el febril crepúsculo de futuras lecturas.
La sÃlaba Ãntima estaba intacta, fuegos de fiesta apagados por el olvido, libros al borde de perder el nombre. El contrario de un recién nacido.
Libros en la penumbra de sauces y mimbre, y de la biblioteca solo una cicatriz.
Marzo abrió la idea, la puerta, para darles edad nueva en el ritmo fluido de: literatura, ciencia, historia, religión o zoologÃa pálidas de pájaros habitantes del club y la ciudad.
Cuadernos con coraje, movimiento nobilÃsimo, viento norte que ayuda a que el verbo no se vaya, no se escape por el rÃo, y la biblioteca termine en sueño en vez de premio.
Compendios, revistas, folletos, artÃculos como viento, hilos de sustantivos acorralados que iban a morir de inanición y fueron hospitalizados en las enfermerÃas marrones del ancho Paraná.
Se abrirá una biblioteca nueva y a vieja. En agosto, los transeúntes que caminen por España y el rÃo van a poder confundir el gris de las aguas con las obras completas de Alejando Korn, una novela corta, poemas de Juanele OrtÃz, Enciclopedias, modos de curación del profesor Finochietto, el diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje de Ducrot y Todorov, Incidentes de R. Barthes, hermosas antologÃas de escritores argentinos de todos los tiempos, La razón de mi vida de MarÃa Eva Duarte, La obra entera de Roberto Fontanarrosa, clásicos, La IlÃada, El Quijote, El Banquete, Horóscopos, enterita Agatha Christie, José Donoso, el compilado (entero) de historia del Centro Editor de América Latina, toda la Revista Humor, Churchill, Lugones, Concepción Bertone, Poetas de Baigorria que alguna vez juntaron sus palabras, más cuentos para niños, colección Billiken.
Y etcétera. El etcétera mas heterogéneo y hermoso que puede dar la recuperación de un espacio histórico, para nosotros, para la posteridad y para todo aquél que desee pisar semejante suelo.
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