A mi amigo José G.
Nosotros, los comunes, los que vivimos a mansalva; los que cuando a la noche le llega el exterminio no corremos hacia la Bolsa de comercio. Nosotros, esos mismos, pasaremos a cuarto intermedio cualquier traducción (por fácil que sea) de estas palabras que andan con aires de cacique: default, holdouts, etc.
A nosotros, de bullicio bajo, que permanecemos a veces en bandada qué nos puede entender el juez de Nueva York? Vamos haciendo duelo por la ignorancia y metiendo la nariz en las expectativas del mercado, pero lentamente los ojos se nos cierran pues cuatro estaciones nos impregnan muchÃsimo más que los ministros.
Nosotros, los vulgares, argentinos en pesos, que apuntamos dÃa a dÃa al tomate, la carne y nuestros hijos, no tenemos la cabeza dispuesta para entender de bonistas y canjes, porque parece ser que de tanta garantÃa podrÃamos morir de suma y resta.
A nosotros, los que debemos treinta chirolitas al que nos dio fiado porque sabe que volvemos, los de desesperación callada (hartos ya de jugar a las escondidas con el sueldo) no nos van a hacer creer que alguien es dueño de un caudal de coraje, de los sueños, del destino, el orgullo, el gerundio que salpica y que mueve los versos.
Nosotros de la calle, de la impalpable primavera de agosto, los instantáneos, los fiesteros que tenemos palabra ineludible, no creemos en millones salvo que se trate de pétalos.
Cuadrados en álgebra pero artesanos de buenas siestas cómo va a desestabilizarnos el titular de un diario que anuncia "Mañana capaz que no amanece"?
Nos motivan los vinos no el veneno del miedo, temblamos con Benteveos no con Buitres, las charlas con amigos son mil veces mejores que una triste, aburrida, conferencia de prensa.
Pero qué se han creÃdo? Que entre banqueros nos arrebatarán el azar de un amorÃo? Que el dólar superará algún dÃa al nudo del rosal? Qu3 el riesgo de litigio será más importante que bañarse en la espuma de un poema?
Esta amenaza se parece mucho al olvido, a no recordar la guirnalda que mueve el viento cada vez que cumplen años la música o su ritmo.
A nosotros, los mal distribuidos, los desiguales, nos parece gravÃsimo que se secara un ceibo y a su vez la posibilidad de estados desunidos.
Repúblicas de álamos, alto interés por la ternura, cobrar el cien por ciento en abrazos, hacer justicia por lo no florecido, mantener serias reuniones para preservar el nido, suspender los pagos en moneda de angustia, politizar el fondo de la gracia, que el tÃtulo público este escrito en tartamudo y que el supuesto problemón del paÃs del norte en una foto quede diluido.
Nosotros nos cansamos de que en estas semanas existan posibilidades de fallos y apelaciones con olor a podrido.
Preferimos las cuentas en reposo, el domingo, a esta desinteligencia de fondos monetarios que podrÃan comerse hasta el sentido translaticio de lo que le provoca la luna cuando irrita directamente al rÃo.
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