"Era mi hermano y para mà eso fue suficiente"
MartÃn Raschke
Estaba releyendo el admirable undécimo capÃtulo, gravemente ancestral de la Odisea, donde Odiseo congrega las almas de los muertos saliendo del Erebo. El alma de Elpenorque clama por un túmulo funerario para que su alma pueda descansar en paz, no sin antes reverenciarle su familia omitiendo el nombre de su madre, puesto que Odiseo ignora que ella ha muerto. "Vino luego la sombra de mi difunta madre Anticlea, hija del magnánimo Autólico, a la cual dejé viva cuando partà para la sagrada Ilión...Lloré al verla..."No es necesario extenderse en una explicación sobre la carga trágica del episodio, lo que sà es importante recordar que unos de los actos principales dela cultura es el rito funerario ya implÃcito en el reclamo de Elpenor, En la IlÃada, el máximo guerrero, Aquiles, que cegado por la furia ha arrastrado el cuerpo de Héctor y lo mantiene sin sepultura, cede ante el reclamo del rey PrÃamo y le devuelve el cadáver para que pueda realizar las exequias. Muchas veces he propiciado esas lecturas en clase; ninguna tan intensa como la lectura de AntÃgonas, hija de Edipo, que desafÃa la ley del rey Creonte que ha dictaminado la insepultura de su hermano Polinice, por haber peleado contra su propia ciudad. El rey ha prohibido el entierro y ha decretado la muerte de quien desafÃe su voluntad. AntÃgona la desafÃa entendiendo que una ley humana rige para los vivos, pero no para los muertos... Hay tantas versiones de AntÃgonas que no nos alcanzarÃan las lÃneas de esta nota para citarlas a todas, es la historia más leÃda a lo largo de la cultura. Yo no olvido que para AntÃgona está jugado el nombre de su padre, Edipo, que es también su hermano y mucho más...es como casi siempre el drama de lo familiar y de lo que hemos imaginado acerca de un muerto sinsepultura, que está condenado a vagar sin descanso por toda la eternidad, castigo siniestro y tal vez desproporcionado, teniendo en cuenta el alcance de los hechos humanos. Son nuestros peores sentimientos los que nos hacen imaginar las peores condenas...Pero bueno, lo cierto es que AntÃgona desafÃa por dos veces el decreto de Creonte y este, para sostener su poder, decide condenarla a ser enterrada viva, e incluso a pesar de ser la prometida de su hijo Hemon. AntÃgona muere vÃctima de la consistencia y el valor de su deseo, la idea de la hermandad que se extiende más allá del cualquier privilegio e interés personal.
Estaba releyendo como dije, cuando una conversación cercana y una voz de esas que no se cansan de repetir lo que oyen por los medios, insistÃa en que todos somos iguales ante la ley. Me dio ganas de recitarle la payada del negro con MartÃn Fierro, para mostrarle uno de los hechos más fehacientes de la vida social: que la ley no trata a todos como iguales, pero me detuvo el hecho de que la ignorancia es el bien más preciado de nuestro pueblo y es inconducente en algunos casos, contrariarla. Lo que sà no pude dejar de repudiar es la expoliación del derecho de Hebe de contrariar a la ley. Tuve ganas de decirle a ese hombre que tal vez gozaba del estado de derecho, gracias a mujeres como ella, las AntÃgonas modernas, como di en llamarlas, que no se habÃan resignado ante la ley de los poderosos, (como siempre son las leyes) peleando contra un estado corrupto, arriesgando sus vidas, lo que de hecho nadie más habÃa hecho. Me alejé con un cierto malestar y traté de consolarme, recordando cuando una colega trajo a mi clase del secundario a Vilma, una madre que contó su historia ante los chicos, logrando la atención inusual de todos ellos. Su hija habÃa sido secuestrada junto con una amiga por los militares, y Vilma la buscó denodadamente. Cuando tuvo la casi certeza de que habÃa muerto, porque al ser desaparecida no hay certeza, se obstinó en la búsqueda de su cadáver para darle sepultura. Fue un ejemplo emocionante para muchos de los chicos que escuchaban con atención, una madre que daba pruebas de un amor que muchas madres declaran y son incapaces de dar. Yo anoté en el pizarrón "Una AntÃgona moderna". Los chicos volvieron a leer AntÃgona con una convicción mayor que la primera vez. HabÃa tenido una palabra viva y no una palabra escrita... Sólo que después de la clase, y cuando tomé un café con Vilma, me contó su decepción y su desesperanza, ya que el cadáver que le habÃan enviado no era el de su hija, sino el de una compañera y que tal vez, a la familia de esa compañera le habÃan enviado el de su hija. Pero que decididos a terminar con esa historia, la familia decidió incinerar el cadáver y ya no habÃa forma de que pudiera comprobar quién era.
Vilma ha muerto. Los más terribles guerreros de la historia han cedido el cadáver de su enemigo para que pudiera ser enterrado y evitarles a las familias el padecimiento de un fantasma, puesto que un desaparecido, como lo dijo un hombre execrable, no está muerto, está desaparecido... Esas sombras pululan todavÃa sobre muchas madres, mientras escuchamos en programas insoportables, de una decadencia ignominiosa y una incultura pocas veces vista, hablar con liviandad de que la ley es igual para todos, de que está bien ajustar los números, como exigen los financista que sólo saben del bolsillo, echar gente, proporcionarle a los poderosos todas las garantÃas para que nos salven y todavÃa, y todavÃa y todavÃa...siempre y cuando no sean ellos mismos lo que deben padecer por tales asuntos. A veces un resto de cristianismo me asalta por las noches, cuando escucho las voces de esos paneles exasperantes y repito en voz muy baja, las palabras del hijo de un carpintero de Judea. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Por supuesto, las repito sin convicción y con la ironÃa de la desesperanza. No puedo negarlo, siempre me fascinó que AntÃgonas se opusiera a su juez, entrando en rebelión por la muerte de su hermano, como alguien que entra en rebelión a partir de la desaparición de sus hijos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.