Están tan trastocados los valores personales que ya nadie se asombra de la falta de ética y moral polÃtica de algunos candidatos a cargos electivos. Sin ninguna duda, si viviese Discépolo podrÃa actualizar su destacada pieza musical titulada "Cambalache". Quien carga sobre su espalda haber sido investigado por negociados en perjuicio del Estado, se da el lujo de hablar sobre honestidad polÃtica; otros, desde que aparecieron en la vida polÃtica no se cansan de denunciar barbaridades, sin haber presentado jamás los elementos necesarios para justificar dichas denuncias; los que pasaron por la vieja polÃtica no se cansan de aparecer en TV con sus quejas y amenazas sin fundamentos. Asà se podrÃa seguir enumerando a muchosaspirantes a la presidencia que no superan un dÃgito en las encuestas públicas pero se consideran con legÃtimo derecho a furibundas crÃticas sin fundamentos y a descalificaciones groseras. Eso sÃ, nadie dice nada sobre los problemas que soportan los usuarios y consumidores con el inconsulto aumento en los precios de los artÃculos de primera necesidad, que artificialmente elevan los intermediarios en una orquestada acción psicológica contra los consumidores y gobierno nacional. Asà como los consumidores dimos una verdadera lección a los que ilegÃtimamente elevaron artificialmente el precio del tomate y que seguirán con otros artÃculos esenciales como la leche, pan, etc; asà también castigarán a quienes dan la espalda a las preocupaciones de los trabajadores y de los más necesitados. Será el castigo pacÃfico a través del voto, como ya lo han hecho en otras oportunidades a todos aquellos que se oponen a los cambios, que aún son lentos, en particular, por la acción negativa de los sectores del privilegio. El pueblo está alerta y encuentra formas de participar en la defensa de sus intereses. Los agravios groseros no ganan votos.
Manuel Silvestre DÃaz
La pena de reclusión perpetua impuesta al cura Cristian Von Wernich, sujeto deleznable si los hay, demuestra que, aunque tardÃamente como en este caso, vale la pena luchar siempre por la justicia aquà y en cualquier parte del mundo. Cuando el descarriado capellán, condenado por gravÃsimos delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar decÃa ante el Tribunal que lo condenó "de llegar a la verdad con paz y reconciliación", omitÃa algo fundamental: que sea con memoria y justicia. Sólo asà podrÃa haber cierta reconciliación y, aún asÃ, por la magnitud de los crÃmenes cometidos y al no estar ya la mayorÃa de los que padecieron el horror, es algo difÃcil de lograr.
Roberto J. Torres
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