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Sábado, 12 de abril de 2008
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Los ni帽os

En medio de tantas noticias que aturden y enceguecen, se infiltran otras que destruyen, creencias y "saberes", valores troncales para las cuestiones existenciales. Que el arte se haya encogido o conquistado por los intereses del mercado de estupideces (ant贸nimo de inteligencias), son s铆ntomas de una decadencia que extiende su cono de sombra a los caminos de la salud y la libertad humana.

La noticia del martes 8 de abril, que da cuenta, de la reacci贸n provocada por el cuadro del octogenario Alfred Hrdlicka: "La 煤ltima cena", ocupando un lugar destacado en la exposici贸n "Religi贸n Carne y Poder", en la Catedral de Viena, induce el diagn贸stico de enfermedad cultural. El "artista", argument贸 que su obra, era una versi贸n "er贸tica", de la org铆a entre "Jes煤s y los doce ap贸stoles, que se revuelcan y masturban mutuamente, en estado de borrachera". Algunos creen que es censura, la decisi贸n de retirar el cuado de Hrdlicka, yo pienso que va m谩s all谩 de ese t茅rmino y lo vinculo a lo que se expuso en Rosario en noviembre del 2007, con motivo del tercer aniversario del Museo Macro. En el bar Davis, un artista exhibi贸, sobre las mesas, cinco mujeres desnudas, con sus pubis y anos, funcionando como floreros. En la embriolog铆a de la adaptaci贸n humana lo "sano", en cada circunstancia, tiempo y lugar, necesita transitar el estadio de sublimaci贸n.

Intentar茅 explicar, desde los primeros recursos a que apela el ni帽o, para tolerar las distancias, que instala su madre. Lo describe bien el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott, cuando lo vincula al proceso de creaci贸n o elecci贸n, de alg煤n objeto "especial", que lo calma, "S.O.S.﷓tiene" e incluso "alucina". Ese osito o trocito de manta, que le permite tolerar, cicatrizar y limar, las 谩speras texturas de la ausencia (o el miedo a ella). Ese "objeto de transici贸n", ocupa justamente, el espacio transicional entre la fantas铆a y la realidad y all铆 se inaugura el juego y la capacidad de componer o hacer cultura. La pintura o escultura, la representaci贸n teatral, la poes铆a o la prosa, la m煤sica y otras "arte﷓san铆as", son estrategias sublimatorias, que calman o expresan el dolor existencial. Beethoven sublimaba sus furias o rabias y dec铆a: "quienes entiendan mi m煤sica se sentir谩n liberados de todas las miserias que otros acarrean consigo". Siento tristeza, cuando un ni帽o no logra imaginar el encuentro con alg煤n "Aladino", que le permita expresar deseos y "jugar" a satisfacerlos. Ni juegan siquiera al "doctor" y se quejan por no poder ejecutar actos que ven y escuchan de adultos hedonistas y exhibicionistas. Esto es parte de la violencia compulsiva que muestran. Sus comportamientos nacen en el cerebro reptileano, de instintos sin maridajes con centros emocionales y racionales.

No se trata de un cambio paradigm谩tico, como el que dispar贸 el inodoro de porcelana, que exhibi贸 el dada铆sta franc茅s Marcel Duchamp, en 1917. Es parte de un cambio ontol贸gico, o quiz谩s la ilustraci贸n de lo que sosten铆a Sartre: el valor es la carencia. Veremos lo que renace.

Mirta Guelman de Javkin

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