Néstor
Era un jueves, caminando por uno de los barrios de la ciudad de Reconquista, bolso mano, comenzaba la tarea de censista. Era una mañana tranquila, con sol, como un dÃa domingo, sin actividad laboral. Se aproximaban las 10, hasta que llego al próximo domicilio, y me anuncio. Me abre la puerta una señora no mas de 50 años y me dice: ¿se enteró? ¿Qué cosa? --pregunté. "Murió Kirchner". ¿¡Cómo!? --le dije.. Mi rostro parecÃa decirlo todo. Pase, me decÃa la señora, están pasando por tele. A continuación me acomodé en una silla, mientras iniciaba el cuestionario del censo, miraba las placas de los noticieros.
Esa mañana tranquila, se interrumpió abruptamente con una noticia inesperada. Ese dÃa soleado se convirtió repentinamente en gris oscuro, como muchas páginas de nuestra historia.
Ni bien terminé de censar aquella casa proseguÃ... ¡No podÃa convencerme! De que ese hombre tenaz, con tanta energÃa y convicción, habÃa fallecido.
Se me vinieron un montón de recuerdos e imágenes, pero prevaleció una: Cuando Néstor ordenaba y miraba a Bendini bajar los cuadros de la ESMA
Entonces golpeo la puerta de otra familia y veo rostros de desazón y tristeza. ¿Ya se enteró Don? --me dijo un hombre con rasgos curtidos y muchas canas. Sà --contesté. Luego el llamado de compañeros de trabajo, amigos y familiares corroboraron la triste noticia. Néstor nos habÃa dejado, fue tan fugaz su paso pero muy intenso, como su legado. Ya eran las 12. Ni me acordaba del almuerzo, la noticia me habÃa quitado el apetito, pero la tristeza y las ganas de llorar no. Asà fue que me ubique en una esquina, mirando para continuar. Se detiene un muchacho, humilde por su forma de vestir y en bicicleta, me dice: "¿Laburando?" --Sà --le conteste--. ¡Encima palmó Nestor!. --Pero quédese tranquilo que la Cristina no le va aflojar. Además el flaco la va ayudar --decÃa, mientras sacudÃa la cabeza y se bamboleaba para tomar carrera y continuar su camino.
Ya han pasado dos años de aquella tarea de censista que me habÃan asignado, teñida con la noticia de Néstor. Pero la verdad que aquellas palabras me alentaron a seguir caminando por las calles y visitando hogares. Como también luego ese aliento continuó con la firmeza y la garras de la presidenta que, dÃas tras dÃa, a pesar de los embates cotidianos por todos los flancos, sigue adelante. A pesar de todo lo que ha sufrido, mantiene encendida esa llama de dignidad que se inició allá por el 2003 y nos invita a seguir caminado y transformando este paÃs.
Pablo César Rolon
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