Las paredes de la escuela 96, Florentino Ameghino, en Buenos Aires 2027, tienen pegados los dibujos de los chicos por el dÃa del maestro. Hay que pasar un patio grande, con bancos en desuso apilados al fondo, y atravesar una galerÃa para llegar al último salón. Al entrar, se nota el bullicio creativo. Unos 30 chicos leen entusiasmados cuentos infantiles, y los comentan entre ellos. Están mezclados los de sexto y séptimo, todos en el taller de educación sexual que ellos simplifican como "la clase sexual de los lunes". No hablan, en este caso, de los tópicos más convencionales. La consigna de las maestras fue analizar los estereotipos de género que atraviesan esos relatos. "Los estereotipos son moldes que pone la sociedad para los varones y las mujeres", describe Delfina, de séptimo. "En los cuentos hay muchos estereotipos, como que la mujer siempre está en apuros y el hombre viene a salvarla", agrega Vicky. "Nosotros vamos a hacer un cuento totalmente distinto, sin estereotipos", promete AgustÃn.
Se entusiasman, quieren contar las sorpresas que les provocan las clases. "También hablamos de cómo cuidarnos, de cómo respetar nuestro cuerpo", dice Vicky. Con toda frescura, relatan lo nerviosos que se pusieron cuando les tocó investigar sobre los aparatos reproductores de varones y mujeres. "Nos reÃamos tanto que no se escuchaba nada", dice una de las nenas. "Yo tenÃa los pómulos blancos de la vergüenza", aporta un varón. "En diferentes lugares, cada parte del aparato se llama de diferentes maneras, y nosotros aprendimos todas", se ufana otra.
Algunos temas les provocan mayor curiosidad, o extrañeza. Con la historia de la docente Juana Manso analizaron los estereotipos de 1880. Y se lanzan entre todos a contar que en aquella época las maestras no podÃan ir en el auto con un hombre que no fuera su hermano o su padre, ni maquillarse, ni concurrir a una heladerÃa o salir de la casa entre las 20 y las 6, o casarse. "Antes era muy difÃcil, el hombre era el que ponÃa todas las reglas", concluye uno de los alumnos.
También les impactó un video en el que se hacÃa visible el trabajo de las amas de casa. "Una mujer trabajaba todo el dÃa, hacÃa todas las cosas de la casa y cuidaba demasiado a los hijos. El marido volvÃa de trabajar y se ponÃa a mirar el partido. Ella cuando se acostaba soñaba que él también hacÃa cosas como preparar la comida", hace la sÃntesis una de las chicas. Las vivencias propias se resignifican a partir de ese video. "Mi mamá siempre me dice que estudie, que no voy a querer ser ama de casa", cuenta Soraya. Y Emanuel relata que "antes" en su casa las cosas eran parecidas. Su mamá se ocupaba de las tareas hogareñas y el padre, cuando llegaba, se ponÃa a jugar en la play con él. "Pero ahora se separaron", termina.
Las preguntas para que surjan los relatos infantiles están a cargo de una de las maestras, Liliana Robson, de lengua. La de matemática es Roxana Grondona, que realiza los cursos de capacitación en Educación Sexual Integral (ESI) organizados por la provincia. El taller de educación sexual se realiza por segundo año consecutivo en el turno tarde de la escuela 96, con Lorena Udler como vicedirectora. Tienen el aporte invalorable de las mamás de algunos alumnos. La también docente Beatriz Argiroffo, que participó en los reclamos para la implementación de la ley de educación sexual, es una de ellas. También la enfermera Alejandra Maidana y la actriz Gigà Barua se prendieron en la actividad. En algunas casas, al principio, la propuesta causó extrañeza. Los que hoy cursan séptimo grado van por su segundo año de experiencia. "En sexto, a mi mamá le parecÃa raro. Pero después le fui explicando y se fue poniendo más cómoda con estos temas", cuenta con toda solvencia Delfina. "Hay muchos papás que no pueden explicarnos ciertos temas", agrega uno de los chicos de 6º, para graficar la utilidad del taller.
Los modelos de familia son otro tema que aprenden a desnaturalizar. Al punto que dramatizaron una escena de un grupo familiar con padres gays. "No es muy raro que dos hombres, o dos mujeres, se quieran", apunta uno de los alumnos. Pero admiten que para ellos todavÃa es común la burla cuando son diferentes, y la incomodidad. "Te estamos siendo sinceros", se ataja Marcos, uno de los más participativos, cuando reconoce que el tema todavÃa es motivo de burlas. En uno de los bancos situados al fondo del salón, un chico cuenta que su mamá tiene una amiga que tiene novia, hace cinco años. Soraya se anima a contar su experiencia. "En facebook habÃa agregado a una chica sólo porque me gustó su nombre. Y cuando le pregunté si tenÃa novio, me dijo que le gustaban las chicas. Mis amigas me cargaban, porque decÃan que ella gustaba de mÃ, pero no es asÃ. Es una persona normal", relató Soraya. "Nos sirve un montón para no discriminar a la gente", aporta uno de los varones.
La charla es tan vertiginosa que resulta difÃcil registrar todos los nombres. La maestra insiste en que hablen todos, pero algunos tienen más entusiasmo que otros. "Hablar delante de las maestras da vergüenza. Pero está bueno porque te podés entender, y les ahorra tiempo a las madres", dice una de las chicas sobre el taller. Un varón, que ahora tiene 12, se vanagloria: "A mÃ, mis padres me lo explicaron todo muy tranquilamente, a los 10 años". Habla de las funciones reproductivas, pero a simple vista se ve que el taller va más allá. Uno de los hitos fue cuando les enseñaron a usar los preservativos con bananas. "Todos se reÃan pero es normal, porque sino de grande no lo sabés usar", cuenta uno de séptimo, en un momento de dispersión.
La tarea conjunta entre los grados es otro punto de entusiasmo: "Estamos buscando la convivencia y la solidaridad", dicen al principio, y después se sueltan. Antes, en los recreos, no se llevaban bien. "Hicimos un montón de trabajos juntos, al principio nos tenÃamos desconfianza, pero después empezamos a divertirnos, y es más lindo, hacés más amigos. En los recreos, nos llevamos mejor", dice una de las nenas.
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