Lou Andreas Salomé sigue viaje con su amiga Frieda y ya en Viena conoce a Freud, personalidad clave en su más ferviente vocación: el psicoanálisis. Entre ellos no existirá nunca la atracción sexual (afirma la autora). Ambos se admiran y son capaces de permanecer largas jornadas discutiendo teorÃas sobre los adelantos en los estudios de Freud. El llama a Lou Andreas Salomé la "entendedora por excelencia" y le recomienda especialmente a su hija Anna como amiga y confidente. De esta manera, Lou se vuelve un apoyo significativo para Freud, que ve en ella un ser sensible y al mismo tiempo reflexivo y brillante.
Se desata la Primera Guerra Mundial. Europa se agita. Hay insuficiencias de todo tipo, sobre todo de dinero y de seguridad. Freud ayuda a Lou y decide enviarle alguna suma porque la considera artÃfice de su éxito en la ciencia del psicoanálisis. Pero, entretanto, también el flagelo de la enfermedad arrecia y el maestro cae preso del cáncer. Una larga y fructÃfera amistad llega a su fin. Ambos han ganado recuerdos imborrables y un acervo intelectual valiosÃsimo, que Salomé capitaliza en el transcurso del tiempo.
Fue Paul Bjerre quien hizo que coincidieran en una cita Salomé y Freud. Al padre del psicoanálisis le llamó la atención el entusiasmo de Lou por ponerse en contacto con todo lo concerniente a su teorÃa. En Mirada retrospectiva, ella recuerda: "Se rió mucho de mà por la vehemencia con que me empeñaba en querer aprender su psicoanálisis, porque por entonces todavÃa nadie pensaba en institutos de enseñanza, como los que después se plantearon en BerlÃn y Viena, para hacerse cargo de las nuevas generaciones".
Freud sabÃa, como cualquier intelectual europeo medianamente atento, que Lou y Nietzsche habÃan tenido un perÃodo de estudios en común; esto despertó su interés. Era un lector atento del filósofo alemán y tal vez conocÃa, aunque más no fuera por referencia, el libro de Lou sobre Nietzsche, escrito varios años antes.
Terminado el congreso (psicoanalÃtico de Weimar, septiembre 1911), Lou regresó a Göttingen y se dedicó casi un año a estudiar de manera autodidacta las publicaciones sobre psicoanálisis, preparándose para viajar a Viena. Le escribió al maestro pidiéndole autorización para participar de las reuniones que éste organizaba todos los miércoles. Desde 1902, Freud venÃa convocando a jóvenes médicos en calidad de discÃpulos, los que luego formaron la primera sociedad psicoanalÃtica llamada Psychologische Mittwochgesellschaft.
*Investigadora, crÃtica cultural y periodista argentina. Fragmento del libro "Lou Andreas Salomé, la seducción de la inteligencia", publicado en Colección El Sexo Fuerte.
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