"La escritura de la obra priva al artista del mundo, lo condena a errar en el desierto, en el afuera donde ya no se reconoce, donde ya no puede decir yo. Apartado de los otros y de sÃ, se ausenta en un tiempo muerto donde lo único que aparece es su desaparición, es Alguien, es decir, lo que todavÃa está presente cuando no hay nadie, y hace silencio para que, finalmente, hable el ser".
MarÃa Isabel Bautista *
Aquel sonido de las siestas que corrÃa entre renglones, se acompañó de los empeñosos sufrimientos que Dickens habÃa preparado para David, tanto como de lágrimas, una y otra vez, cada vez que volvÃa Tolstoi a contar, finalmente, cómo cierto hombre lograba hacerse padre. Los enigmas de la revista infantil no se resolvÃan fácilmente, ni a Martina le resultaba sencillo convencer a Luck de cuál fuese el camino a seguir. Encontrar algo de Meg, Amy o Beth, frente al avasallamiento, siempre, de Jo, tampoco resultaba una tarea menor; acompañar a Alice in England tuvo que esperar el viaje, a saltos, por la Universitas. Entonces, todo se tardaba más de lo previsto, quizá no fuera sino la necesidad de ir quedándose en esos resquicios luminosos del placer, mientras desde los poemas de Gagliardi podÃa escucharse músicas de tangos y milongas. Las puertas inmensas de la biblioteca fueron abriéndose; el lugar de jugar se habÃa inaugurado con la prohibición impuesta de otros juegos en aquellos dÃas. Desde los anuarios de moda venidos desde Italia en 1880 podÃan recorrerse calles impensadas, luciendo sombreros y miriñaques, quizás para llegar a una velada en la que alguien tocara en el piano las partituras que se desplegaban entre páginas, quizás "bailar". En el estante de abajo, los cuentos de Barcelona, asà tenÃa que nombrarse a esa seguidilla de libros con ilustraciones preciosas que habÃan entablado una ceñida competencia con los italianos, aunque debo decir que estos últimos sólo habÃan accedido a ella movidos por un sentimiento de ternura y para no acrecentar las ideas de rivalidad entre naciones vecinas, con lomos encuadernados en tela de cretona florida.
¿Es trivial acompañar la evocación de la lectura con el recuerdo de la melodÃa de una voz, que no es la de nadie, y que sin embargo lleva, desde los ojos, las historias hacia el lugar de la imprecisa emoción del lector? No dije en principio que tratarÃa de hablar de relaciones amorosas, y al fin y al cabo, la lectura y su recuerdo forman parte de ellas, las mismas que hacen palabra de escritos que no coinciden con lo que de esos cuentos rememoro. Hay en éste, diferentes modos de apropiación de aquello que fue dicho, armando ahora la estructura de un texto que realizo con los tiempos del olvido, intermitencia necesaria de la pérdida, que la escritura hace posible, una vez que la tipografÃa ha devenido letra en las márgenes inestables del recuerdo.
* Licenciada en Letras U.N.R, dictante del ciclo "Modos de la Escritura (en tres estaciones), Barthes, Deleuze, Blanchot".
** Psicoanalista. Integrante de Trama ClÃnica. Responsable del Ciclo mencionado en el marco de las actividades de Trama ClÃnica.
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