"Las palabras fueron originariamente ensalmos, y la palabra conserva todavÃa hoy mucho de su antiguo poder ensalmador. Mediante palabras puede un hombre hacer dichoso a otro o empujarlo a la deseperación; mediante palabras el maestro transmite su saber a los discÃpulos; mediante palabras el orador arrebata a la asamblea y determina sus juicios y sus resoluciones. Palabras despiertan sentimientos y son el medio universal con que los hombres se influyen unos a otros. Por eso, no despreciemos el empleo de las palabras en la psicoterapia y démonos por satisfechos si podemos ser oyentes de las palabras que se intercambian ente el analista y su paciente". Sigmund Freud (Conferencias de introducción al psicoanálisis).
Se sabe que fue en un largo trayecto de subversión del modo de pensar del discurso médico en el que Freud edificó una teorÃa y una clÃnica del sufrimiento humano, resaltando el valor medular del inconsciente, y el lugar privilegiado de la palabra en su abordaje. Entre las condiciones que hicieron posible la creación de su obra, tanto del cuerpo teórico como del método de tratamiento, algunas pueden leerse en él, y otras, deducirse o especularse. PodrÃamos pensar en este sentido, en su formación médica, en su origen judÃo, y en su arte de escuchar o de leer; dando por supuesto, que el deseo freudiano hizo allà una buena jugada.
El origen judÃo de Freud ha motivado a algunos pensadores a plantearse el interrogante acerca de la incidencia que podrÃa haber tenido su judaÃsmo en el psicoanálisis por él creado. AsÃ, encontramos a lo largo de su obra, en la de Lacan, y en la biografÃa de Jones, no pocas referencias que hacen alusión al judaÃsmo y a su condición de judÃo. En este sentido hay tres que me parecen centrales. La primera está en su Presentación autobiográfica: "Nacà el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, un pequeño poblado de lo que hoy es Checoslovaquia. Mis padres eran judÃos, y yo lo he seguido siendo".
Asimismo, respecto de sus intereses, por entonces proclamaba: "En aquellos años no habÃa sentido una particular preferencia por la posición y la actividad del médico; por lo demás, tampoco la sentà más tarde. Más bien, me movÃa una suerte de apetito de saber, pero dirigido más a la condición humana que a los objetos naturales; tampoco habÃa discernido el valor de la observación como medio principal para satisfacer ese apetito. Mi temprano ahondamiento en la historia bÃblica, apenas hube aprendido el arte de leer tuvo, como lo advertà mucho después, un efecto duradero sobre la orientación de mi interés."
Quizás la carta que Freud le envÃa a Oskar Pfister, estarÃa en un principio directamente relacionada con la pregunta anterior, en donde afirma que fue un judÃo el creador del psicoanálisis; aunque también dice que fue un judÃo sin Dios: "¿Por qué el psicoanálisis no fue creado por uno de los tantos hombres piadosos, por qué se ha esperado a que fuese un judÃo completamente ateo?". Sin embargo, Jones cuestiona esta afirmación, aduciendo que habrÃa a su vez millones de judÃos que no lo hicieron.
Otras tantas referencias hallamos en un discurso que Freud escribe para una reunión de la B'nai B'rith, manifestando entre otras cosas su relación con la religión, y cierta identidad compartida por los judÃos, como rasgo en común: "Lo que me ataba al judaÃsmo no era ni la fe ni el orgullo nacional; en efecto, siempre permanecà incrédulo, y fui educado sin religión, aunque no sin respeto por los reclamos llamados "éticos" de la cultura humana. Y no bien sentà la inclinación hacia un sentimiento de exaltación nacional, me empeñé en sofocarlo por funesto e injusto, asustado por los ejemplos, que nos sirven de advertencia, de los pueblos bajo los cuales vivimos los judÃos. Pero restaban sobradas cosas que volvÃan irresistibles la atracción del judaÃsmo y de los judÃos, muchos poderes de oscuro sentimiento, tanto más imperiosos cuanto menos admitÃan ser capturados con palabras, asà como la clara conciencia de la identidad Ãntima, de la familiaridad en una misma construcción anÃmica. Y a esto se sumó pronto la intelección de que debÃa precisamente a mi naturaleza judÃa las dos cualidades que se me habÃan vuelto indispensables en el difÃcil sendero que la vida me deparaba. Porque era judÃo me hallaba libre de muchos prejuicios que limitaban a los otros en el uso de su intelecto, y como judÃo estaba preparado para pasar a la oposición y renunciar a la aquiescencia de la 'compacta mayorÃa'".
Igualmente, hallamos otros pronunciamientos de Freud en Moisés y la religión monoteÃsta, en donde intenta dar cuenta de los rasgos de carácter del pueblo judÃo, impresos por Moisés y su legado monoteÃsta. Resalta aquà la histórica capacidad de resistencia de los judÃos frente a los infortunios y adversidades; su acrecentado sentimiento de sà por la creencia de ser el pueblo elegido; su orientación hacia intereses espirituales, siendo la escritura de un valor importantÃsimo. También menciona como rasgos distintivos: la desestimación de la magia y la mÃstica; la sublimación; la estima por lo intelectual y lo ético.
*Magister. Docente de la Facultad Ciencias Médicas, UNR. Extracto efectuado por la autora del artÃculo publicado en Cuadernos de MetapsicologÃa N5, Facultad de PsicologÃa, UNR, y trabajado en la tesis de MaestrÃa en Psicoanálisis Lecturas del origen, lecturas de lo originario. Entre la herencia judÃa y la clÃnica psicoanalÃtica.
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