El intendente Miguel Lifschitz respira aliviado. Pasaron ya unos dÃas de los comicios municipales que lo pusieron por encima del objetivo de mÃnima de esa elección: Triunfar sin importar demasiado por qué margen. Ya lo dijo el fin de semana en reportaje en Rosario/12 el propio gobernador Hermes Binner, "ya no hay votos cautivos a una persona o a un signo partidario. La gente evalúa y deposita el voto a su mejor entender". Y debe ser asà nomás si uno se fija en los resultados de Rosario, donde la dispersión del sufragio de los rosarinos fue la nota sobresaliente.
Y en ese marco Lifschitz sabÃa que tenÃa por delante una prueba de fuego sobre todo frente al peronismo rosarino. Por primera vez en muchos años -y gracias a las internas abiertas el peronismo mostraba una oferta electoral sólida y con posibilidades de triunfo cierto, después de salir envalentonados con el resultado de las primarias que lo ubicaban, como fuerza, por encima del socialismo. Pero el resultado de la general fue muy distinto y volvió a mostrar una realidad muy dura para el PJ local: Si se toma en cuenta que la intención de voto a Héctor Cavallero del Partido del Progreso Social está entre los 12 y 15 puntos; y si se toman los casi 25 puntos que obtuvo la lista que él encabezó y que integraron reutemistas, obeidistas y kirchneristas, se cae en la cuenta que todos los sectores juntos apenas si rozan el 10% de los votos de Rosario. O sea, una perspectiva electoral más que discreta.
Resta ver qué es lo que puede pasar dentro de dos años con algún candidato que sea capaz de sumar votos por sà mismo a una estructura que puede ser potente como la del PJ. Quedó claro que Cavallero no es ese hombre. Si bien hizo una buena elección y sigue siendo el aliado más rentable para el peronismo rosarino, no le alcanza. Quizá sà a quien él mismo no se cansa de impulsar: la actual concejala MarÃa Eugenia Bielsa que por el momento parece ser el nombre ineludible del justicialismo para poder pelear la intendencia al socialismo. Quizás el único nombre con alguna chance seria.
Como sea, el intendente pasó la prueba durÃsima que tenÃa por delante en una elección que venÃa mal barajada para él y su lista desde el principio. Primero la postergación de los comicios por la Gripe A, luego la extensa veda electoral que le impedÃa posicionar con fuerza a Clara GarcÃa como cabeza de lista y, finalmente, la posición del socialismo en Diputados en torno a la Ley de Medios Audiovisuales que podÃa restarle algunos sufragios por derecha y entre los independientes a quienes muchos intentan azuzar con el fantasma kirchnerista. Si bien no se sabe cuánto de todo esto pudo haber en el sorpresivo caudal de la candidata del PRO Laura Weskamp, algo puedo haber fugado por allÃ.
Con todo Lifschitz está hoy mucho más fuerte de cara al 2011 que antes del 27 de setiembre. Si bien él mismo habÃa dicho que no se plebiscitaba mucho su administración en estos comicios; terminó actuando como si le fuera la vida en ello y festejó los 28 puntos obtenidos como si fueran una victoria holgadÃsima. Justo él que fue el más votado de todos los intendentes desde la recuperación de la democracia. Claro, esta vez no era candidato pero debÃa impulsar su lista de concejales para no cargar con una derrota que se iba a transformar en un peso desequilibrante de cara a su futuro cercano.
Que el oficialismo no pueda retener la presidencia del cuerpo después del 10 de diciembre no es un problema para Lifschitz. Pero sà lo es para el actual titular del Concejo Miguel Zamarini que no oculta sus aspiraciones para ser candidato al Palacio de los Leones dentro de dos años. El experimentado concejal socialista deberÃa bajar al interior de su bloque y ser uno más entre los ediles.
La pelea de fondo por la intendencia dentro de dos años no será entre pesos pesado. Aparecerán allà Jorge Boasso por el radicalismo que tendrá que hacer muchos méritos en estos dos años para llegar más o menos entero a esa disputa. La ya mencionada Bielsa por el peronismo, y un socialista que saldrá de entre los concejales que se destaquen y algún que otro funcionario municipal. Por eso mismo, el escenario puede llegar a ser una vez más de voto disperso y ahà sÃ, un voto más o menos hará una gran diferencia.
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