Si uno lo recuerda, hay que contarlo. Y lo recuerdo perfectamente, hace muchos años Severiano Ramos -un vecino de Rosario que habÃa logrado una módica trascendencia pública a partir de un acto privado (resistió a los tiros con una escopeta el desalojo de su casa)- vino a verme a la redacción de este mismo diario con una carpeta abajo del brazo. Es como si la estuviera viendo: las hojas estaban abrochadas y la escritura se habÃa hecho encima de una regla para lograr una mayor prolijidad, en birome de distintos colores, azul, rojo y verde. Era la primera vez que tomaba contacto con un proyecto que hablaba de trenes sobreelevados para Rosario. Lo primero que se me ocurrió fue: "Pero Severiano...¿y el ruido, las vibraciones? Porque pasará a la altura, pongamos de un primer piso". Me miró con sobra y me dijo: -"Nada de eso, será electromagnético. Shssss....apenas un zumbido cuando se deslice", haciendo un juego combinado de seseo y mano que simbolizaba un viaje tranquilo.
Pasaron unos quince años (quizás más) y no sé que habrá sido de Ramos; pero veo que su proyecto -aunque con modificaciones- está ahora sà en la agenda del Concejo Municipal para ser discutido. Esta vez lo presentó el concejal Jorge Boasso (UCR) y no dijo nada sobre ruidos o vibraciones, tampoco cuestiones electromagnéticas, pero sà relató las experiencias de Sydney o Chicago, donde estos "premetros" (asà se llaman) funcionan de verdad a un altura de doce o quince metros por encima de avenidas y accesos rápidos.
Lo que pareció -hace quince años- un sueño bastante desprolijo podrÃa ser ahora una realidad y creo que Ramos merecÃa, al menos en esta columna, un pequeño homenaje. Quizás en un futuro alguna de estas estaciones sobreelevadas lleve su nombre. Pero por ahora hay que decir que la cuestión no sólo es posible sino que, a juzgar por lo expresado por el autor del pedido de un estudio de prefactibilidad técnica; "será al corto plazo una solución para una ciudad cuyo parque automotor crece permanenentemente y ya ha puesto en serio riesgo a la circulación".
Para Boasso alguna de estas alternativas habrá que tomar. Y aquà recuerdo también a Norberto Soriano, concejal que presidió el Palacio Vasallo, cuando en algún momento reflotó la idea de pensar seriamente en un subterráneo para Rosario. En realidad, el edil radical reflotó una idea de los '60 cuando técnicos franceses habÃan arribado a la ciudad para estudiar el asunto. Bueno, casi treinta años después, las intenciones de Soriano volvieron a quedar en la nada y de esto hace ahora, unos 12 años.
En rigor, lo que se pretende hoy en esta columna es señalar que ninguno de los proyectos son del todo nuevos. Lo importante es la iniciativa y, en muchos casos, la osadÃa de atreverse a reflotarlos sin temor a que muchos piensen que se trata de algo ridÃculo. La historia de las ciudades está plagada de sueños que algunas vez resultaron tan imposibles como el "Shssss....." que imaginó Ramos para sus trenes voladores. El concejal Boasso está un poco más lejos de estas utopÃas, pero no deja de pensar de una manera osada que es lo que hace interensante al proyecto, aún antes de adentrarse en una discusión técnica que -sin dudas- ya se vendrá.
Y como en estos dÃas, todo se relaciona con esa persona que dejó el hueco más grande que pudo verse en esta ciudad; lo verdaderamente gracioso hubiese sido poder llegar a ver al "Canaya" de Fontanarrosa acompañado por toda una barra; colgado de esos trenes sobreelevados para llegar hasta la cancha de Central, algún domingo del futuro no tan lejano.
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