Por azar, o destino, según la mirada, el más multitudinario de los actos organizados en homenaje al 80 aniversario de nacimiento de Ernesto Guevara tuvo lugar el domingo del padre. Y esa figura es apenas una de las tantas que el Che forjó aún después de su muerte. Entre los cincuenta mil que ayer se pasearon por el Parque Nacional a la Bandera, cada una de las figuras del Che se vio representada. Como monitoreándolo todo desde el fondo del escenario instalado de espaldas al rÃo, su rostro hecho gigantografÃa se replicó en banderas, discos, remeras, fotos y demás derivados del paradójico marketing revolucionario.
Como suele ocurrir en este tipo de megaeventos populares, la amplitud social y generacional le dio diversidad al último gran acto en homenaje a Ernesto Guevara. El nombre que a lo largo de la tarde fue resignificando cada canción, cada presentación, cada aplauso. Y cerca de las 15.30, el que inauguró el juego fue Vicente Feliú, que en poco menos de media hora abrió las puertas a las canciones de otros trovadores, como la boanerense Paula Ferré o sus coterráneos cubanos Gerardo Alfonso y Eduardo Sosa.
La voz y obra de Mario Benedetti llegarÃa para amenizar el breve intermedio que precedió a la aparición del uruguayo Daniel Viglietti, presentado con certeza como "un activista de la justicia, la verdad y los Derechos Humanos". Con la celebrada A Desalambrar le puso fin a una actuación que, tras el paso de otro trovador oriundo de Cuba, dio lugar a la aparición de Juan Carlos Baglietto. Previsible: el listado de clásicos fue festejado por un público que no se amedrentó por el viento ribereño y la lenta desaparición del sol de otoño.
Afortunadamente, pasadas las 18 Jaime Roos irrumpió con una selección de músicos uruguayos, entre los que resaltaba el gran Hugo Fattoruso. A pocas semanas de brindar un nuevo show en Rosario, el compositor fue coherente con el carácter festivalero y seleccionó un listado de canciones capaces de desentumecer y encender los primeros bailes de la tarde-noche. Asà pasaron, entre otras, Brindis por Pierrot, Los futuros murguistas, Colombina, Adiós juventud y la futbolera Cometa de la farola, entonada mientras la selección argentina jugaba su suerte en Ecuador. Sin embargo, para esos miles que se resistÃan al frÃo, el Che y la música, fueron más trascendentales que las eliminatorias sudamericanas. Porque en el Parque a la Bandera las voces se alzaban en pos de una América unida, y no habÃa espÃritu de eliminación en la convivencia de banderas argentinas, cubanas, venezolanas y bolivianas.
Apenas pasadas las 19, el trovador mexicano Alejandro Filio musicalizó los minutos que demoró en aparecer León Gieco, quien, respaldado por las pantallas gigantes, fue invocando personalidades al homenaje. Valladares, Zitarrosa, Chico Buarque, Jara, Parra, Yupanqui y Charly GarcÃa se sumaron asà virtualmente al cierre del festival, ése que después de un set amplio y nutrido de invitados -desde Franco Luciani hasta los chicos del Hogar San Roque, desde el Aca Seca TrÃo hasta Abel Pintos- encontró a todos los artistas reunidos en escena para entonar Sólo le pido a Dios y, ya con Aleida Guevara y los participantes del Encuentro Internacional de Trovadores, la emotiva Hasta siempre.
¿Cuál de todos los Che es el Che? ¿Cuántas de las cientos de canciones que sonaron en Rosario llevan su nombre, explÃcita o implÃcitamente? ¿Cuántas visiones se habrán disparado ayer en torno a su figura, a sus múltiples figuras? Entre tantas, quedará también la utilizada por Roos en medio de una de sus canciones. "En nombre del padre", disparó.
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