El testimonio de Cristian C., un músico que frecuentaba los mismos boliches que al menos uno de los tres imputados por el crimen de Roberto "Pimpi" Caminos, marcó dos situaciones que incriminan al acusado. Según declaró ayer, en la tercera jornada del juicio oral y público, en febrero de 2010 conoció a Diego "el Panadero" Ochoa, en el cantobar Zoe. "Me lo presentaron como el que dirigÃa o iba a dirigir la barrabrava de Ñuls", señaló. Además, relató que esa noche estuvo con Lelio "Chapita" Ungaro, René Ungaro y un tal Gustavo, durante "unos diez minutos". "Conversaban sobre los equipos, y hablando de Pimpi, René dijo `que se deje de romper los huevos porque lo voy a dar vuelta'". Tiempo después del homicidio, presenció una pelea en otro boliche, donde Ungaro y sus amigos reclamaban una barra para ellos solos. "René le dijo (a un empleado) `ya matamos a Pimpi, no te hagas matar vos también'". En tanto, Miguel Moreno, secretario del Juzgado de Instrucción 9º, que investigó el caso, indicó que la noche del crimen, los tres imputados se comunicaron varias veces entre sÃ. "Hay más de 70 llamadas entre las 2 de la madrugada y las 6.50". Y puntualizó: "La frecuencia inusitada se cortó entre las 4.50 y las 5.40 de la mañana, lo que hacÃa presumir que estaban juntos". La FiscalÃa recordó que un testigo anónimo precisó que entre las 5.25 y las 5.30 del 19 de marzo de 2010, escuchó los disparos.
El testimonio del músico cobró fuerza cuando éste señaló con el dedo a Ungaro --uno de los tres acusados junto con Emanuel Suárez y Carlos "Betito" Godoy--, para responder la pregunta sobre quién habÃa pronunciado las palabras que escuchó en Zoe. Cuando el defensor Mario Duclos indagó al testigo sobre de dónde conocÃa a su defendido, éste contestó: "De la calle: el cartel se lo hace uno y queda marcado". Ante la insistencia del letrado con que Ungaro no era conocido en febrero, el músico contestó: "En febrero no era una carmelita descalza. Soy de Ñuls, pero no lo veÃa en la cancha, lo veÃa en Costello, armado y en el sector VIP".
Natalia S. estuvo en el bar Ezeiza la noche del crimen. Relató que estaba afuera del local con su amiga Florencia, cuando vio salir a un chico de la esquina de Zeballos, que caminaba hacia Servando Bayo. "Empezó a disparar, y casi me mata a mà también. Era un chico o un hombre de gorra, pero no pude ver más, estaba muy oscuro. Yo estaba cerca de la puerta asà que entré rápido porque sentà que me disparaban en las piernas; nos metimos al baño con Florencia y seguÃamos escuchando disparos", dijo. Más tarde, Dardo Carignano, del Laboratorio Biológico policial, que examinó las prendas de vestir de Caminos, aseguró que la remera presentaba señales de haber recibido disparos de una distancia aproximada a los 50 centÃmetros.
Por otro lado, al menos ocho policÃas y forenses precisaron las actuaciones posteriores al crimen. El entonces jefe de homicidios, Javier Leiva, habló de las llamadas anónimas. "Fueron dos o tres, en las que se mencionaban a Suárez, René y otro apodo que no recuerdo". Una referÃa a un muchacho de tez trigueña, domiciliado en Alice y Lamadrid, con una N tatuada en el cuello. Sin embargo, la defensa apuntó a otros tantos llamados al 911 que acusaban a otras personas. La fiscal Nora Marull mandó examinar a Suárez, por el tatuaje.
Los médicos judiciales negaron que Suárez haya estado golpeado, tal como habÃa denunciado sobre apremios recibidos por personal de las TOE. "No tenÃa lesiones visibles recientes", refirieron.
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