La seguidilla de cortes de energÃa que dejaron a la ciudad de Rosario sin luz por varias horas, y varios dÃas en los casos más crÃticos, pusieron sobre la mesa no ya los déficits estructurales que pueda tener la Empresa Provincial de la EnergÃa; sino también el larguÃsimo horizonte de resolución de los mismos. También han quedado en evidencia los impactos que puede tener el crecimiento desmedido de una ciudad que haya superado todas su planificaciones y, además, se destaca un costado que aleja a Rosario de aquella frase con la que Miguel Lifschitz dejó
la intendencia: "Ha dejado de ser una ciudad provinciana para convertirse en una metrópoli". Muchos estarÃan dispuestos a discutir un rato alrededor del asunto.
El titular del directorio de la EPE, Daniel Cantalejo, reconoció que si habrÃa que establecer una prioridad hoy a la hora de invertir en infraestructura eléctrica, se volverÃa a optar por lo que ya se ha señalado: El cambio de los viejos cables subterráneos de la zona céntrica de la ciudad. El problema es que el tiempo que la empresa ha estimado para esa renovación es de seis años. Y ahà es dónde empieza a perder escala toda la ciudad a la hora de establecer el ritmo de inversiones. Sin ser especialistas, parece realmente un tiempo excesivo para solucionar un problema central. Lo mismo puede decirse de una ciudad que se precia de sus planes estratégicos y de su planificación, y
termina por aceptar que recién podrÃa completar sus red cloacal para dentro de 10 años! Es muchÃsimo tiempo y además no estarÃa completando la red porque en esos diez años Rosario será distinta, más grande, con más crecimiento urbano, con zonas aún inexploradas y con un nuevo déficit cloacal.
Está claro que se trata de obras públicas carÃsimas y que no siempre se pueden compartir con el vecino o el privado, pero se necesita una inversión fuerte y de una sola vez. Lo mismo pasa con la EPE. ¿Cuánto tiempo le llevará a la empresa correr detrás del crecimiento ciudadano con inversiones de entre 150 y 350 millones anuales? Quizás lo que se necesite sean unos mil millones de pesos. Quien escribe le transmitió esta preocupación al ministro de Aguas y Servicios Públicos, Antonio Ciancio. La respuesta fue tan sorpresiva como contundente: "Vea, si usted hoy me diera dos mil millones de dólares, no podrÃa yo solucionar las cosas en un año". Contundente. Ciancio funda sus dichos en que no hay empresas contratistas suficientes para hacerse cargo tan rápidamente
de este tipo de trabajos, aunque se consiga el financiamiento adecuado.
Y aquà surge la pregunta entonces: ¿Cómo lo han hecho otros paÃses? Malasia, Singapur, los Tigres Asiáticos construyeron fenomenales estructuras en no más de 15 años. PaÃses que emergieron recién a
fines de los '80, con décadas de atraso polÃtico, social y económico. Pero no sólo ahà no se corta la luz cuando hay excesiva demanda; no se corta la luz en TrÃpoli, en un paÃs arrasado polÃticamente como El LÃbano. No se corta en paÃses de Medio Oriente, por supuesto para no nombrar a las potencias.
Y ese parece ser uno de los problemas. Desde algún punto en las esferas provinciales y en las municipales se sigue pensando en plazos que no se corresponden con esta época. Santa Fe es una provincia que no tiene deuda y tiene un presupuesto anual de 20 mil millones de pesos.
Rosario arrastra un déficit estructural que no trae mayores preocupaciones y tiene su presupuesto anual fijado en dos mil millones de pesos. ¿Cómo no puede encontrar financiamiento internacional o nacional para afrontar grandes obras que transformen para siempre a este territorio?
La ciudad ha cambiado y mucho en estos últimos años, ha habido mucha inversión pública y privada y la última gran crisis la dejó atrás junto con el paÃs en el 2001. Rosario, sencillamente, no puede darse el lujo de seguir expuesta a estas penurias que no deberÃan existir.
Los comerciantes de la ciudad han notado ya esta cuestión. Al margen de los cortes de luz, el presidente de la Asociación Empresaria de Rosario, ElÃas Soso marcaba que "hay dilaciones inconcebibles a esta altura en algunos proyectos", y puso por ejemplo las playas subterráneas para los
estacionamientos: "Si surgieron dudas o problemas sobre los pliegos de
concesión, que se revisen, que se hagan nuevamente, pero que se hagan. Que se concreten las propuestas porque la situación del tránsito es cada vez más caótica y las respuestas avanzan muy lentas". Y asà se puede notar en muchos otros rubros.
En algo sà se ha avanzado y es que en plena crisis energética se evitó bastante recurrir a la muletilla de la herencia recibida y a lo poco que habÃan invertido las gestiones anteriores ligadas al peronismo. Y está bien, porque eso ya quedó atrás y todos reconocen que, en todo caso, hubo una etapa "moderna" -por la llamarla de alguna manera para las
inversiones, que comenzó en 2006, en el último tramo del gobierno de Jorge Obeid. Allà la recuperación de la industria ya era palpable y la demanda energética crecÃa de manera constante.
Desde que asumió en 2007, el gobierno de Hermes Binner invirtió todos los años a un ritmo que no se habÃa hecho. Pero tampoco Rosario tenÃa aún los más de 200 edificios y las gigantescas torres que empezarÃan a construirse en 2008. Allà hubo una demanda extra que no estaba debidamente planificada. El boom de la construcción fue realmente eso, una explosión intensa que a todos comenzó a enorgullecer pero donde habÃa muy pocos que advertÃan los peligros de "la escala" por lo que se venÃa.
Siempre el problema es la escala. La avenida de la Costa estuvo planificada para una comunicación rápida con el norte de la ciudad, pero
nadie podÃa prever que explotarÃa el patentamiento de vehÃculos en Rosario. Por eso, cuando llevaba menos de un año de inauguración, la flamante arteria ya lucÃa saturada en las horas pico. Lo mismo se puede trasladar a la basura, al estacionamiento medido, a la doble fila, a los eternos corralitos de Aguas Santafesinas, a los accidentes de motos y muchas otras cosas.
Otro de los temas que en esta crisis energética por lo menos se mencionó poco, es la venta de los aire acondicionados. Desde Binner para abajo todos recurrÃan a la muletilla de los más de 50 mil aparatos que se incorporaban por año -en los últimos años en Rosario. También un problema de escala, sin dudas. Pero que ya no pueden servir de excusa porque el tiempo no va a retroceder y porque la tecnologÃa se ha
abaratado a un punto en el que es mucho más accesible para todos. Por eso, es probable que se sigan vendiendo muchos aparatos y que cada vez más se incorporen al mercado. Ese un proceso que ni siquiera vale la pena comentar.
Además, el reemplazo masivo de lámparas de alto consumo en hogares, industrias y oficinas públicas tiene que haber tenido algún tipo de impacto si se dice que una de las modernas lámparas incandescentes consumen un 25 por ciento menos que las comunes que ya no se encuentran en el mercado.
Por eso, hay que aceptar que lo único que puede acercanos a una etapa de desarrollo más o menos simétrica es la inversión y los tiempos que ella alargue o estire. Es casi una cuestión de sentido común.
Se puede hacer la prueba incluso midiendo la reacción de la gente. Preguntar por ahÃ, el cambio de cables subterráneos de la EPE en el centro de Rosario demandará seis años, ¿qué opina?. O, la ciudad completará su déficit de cloacas en una década, ¿qué le parece el tiempo que insumirá? Cualquiera puede darse cuenta de que es excesivo. Se podrÃa poner de esta manera: A mayor consumo, mayor inversión. Casi como una fórmula.
Lo que cambian también son los recursos y las posibilidades. Una inversión de 150 millones de pesos al principio del 2000 era
enorme para la EPE, hoy es apenas un aporte significativo. Pero en esos momentos, el presupuesto provincial no llegaba a los 8 mil millones de pesos, hoy está en 20 mil. Lo mismo para el presupuesto de Rosario. Es claro que también crecieron sueldos y demandas sociales en todo sentido; pero la segunda ciudad de Argentina podrÃa estar buscando otro tipo de financiamiento para acortar el perÃodo de sus obras más necesarias.
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