Dieciocho personas, mayormente de la comunidad gitana, fueron imputadas ayer por los delitos de asociación ilÃcita y extorsión, acusadas de 136 secuestros virtuales (algunos en tentativa). En la audiencia oral, que se extendió por seis horas, el fiscal Nicolás Foppiani habló de "efectividad" del operativo realizado la noche del domingo pasado, cuando los acusados fueron detenidos en 15 allanamientos. "Antes de ese dÃa, el 911 reportaba unas 27 denuncias de secuestros virtuales por semana; y tras los arrestos, esta semana nos informaron una sola denuncia, que tiene una modalidad distinta a la de esta banda. No es la única que se dedicaba a este delito, pero sà la más importante", destacó. También indicó que hay dos prófugos considerados "cabecillas": los hermanos Adrián "Pinino" M. y Gustavo "Valija" M.. El resto de los acusados intercambiaba roles en el montaje de la escena del falso secuestro. HacÃan de secuestrador, secuestrado, encargado de buscar el botÃn o de empeñar las joyas de las vÃctimas. Según las escuchas, cuando hablaban entre ellos, los acusados dialogaban en romanà para no levantar sospechas. Casi todos son parientes y algunos hasta tienen el mismo nombre completo. El juez Juan Carlos Curto decide hoy si seguirán presos.
VÃctor D., Marcelo M. Carlos J., Yanina M., Pablo Adrián M., Carolina C., David M., Diego M., Alberto Mario C., José D., Aristo M., Carina M., Román G., Leonardo S. José MarÃa S., Collan M., Marcelo M. y Alfredo H. fueron arrestados entre la noche del domingo y el lunes pasado, en la zona de Oroño y Lamadrid, en un operativo con 120 policÃas y cinco fiscales, en el que se secuestraron varios elementos de valor y 21 vehÃculos de alta gama.
Las investigaciones comenzaron hace más de un año, a cargo de la Unidad Fiscal de Investigación y Juicio. Al ser la primera vez que se realiza una audiencia imputativa con esa cantidad de acusados, el Poder Judicial debió utilizar dos salas. En una estuvieron los imputados, con sus abogados, los fiscales y el juez; mientras que en la otra estuvo el público, casi todos familiares de los acusados de la comunidad gitana.
"Se les atribuye haber prestado conformidad para tomar parte de una asociación dedicada a cometer delitos con la modalidad de secuestros virtuales, extorsiones tentadas y consumadas. Roles intercambiables, organizaciones, elementos de comunicación, puesta en escena, búsqueda del botÃn y blanqueamiento", describió el fiscal al achacarles la asociación ilÃcita, como coautores.
Foppiani dijo que los gitanos cometen este tipo de delito en otros puntos del paÃs. Uno de los antecedentes es local: en noviembre pasado se desbarató una banda de secuestradores falsos y se condenó a cuatro personas, tres de ellos de la comunidad. En esa causa también hay un prófugo, apodado "Masacote", padre de los dos prófugos en esta causa.
Según arrojó la investigación, existieron hechos consumados y otros tentados. En uno de ellos, del 17 de abril pasado, los acusados "intimidaron con amenazas simulando tener secuestrado al hijo de un hombre que los atendió. La victima verificó que el hijo estaba en su casa, llamaron al 911 (desde otro aparato) y les siguieron la corriente por 30 minutos a los imputados. Cuando les dijeron dónde dejar la bolsa con dinero, el hombre la cargó con medio kilo de sal. Los acusados, que la retiraron raudamente sin bajarse de un VW Bora, vieron el contenido y lo llamaron para decierle que iban a matar a su hijo", relató Foppiani.
Para los investigadores, la banda "conforma una aceitada organización: llaman a vÃctimas desde celulares prepagos que compran con identidades falsas, colocan los chips en teléfonos de baja gama, buscan a la vÃctima al azar o en la guÃa según el nombre que les dé la pauta de que son mujeres mayores de edad". En una oportunidad, según dijo, llamaron a todas las Inés e Irene. "Una vez que enganchan a una vÃctima simulan tener a un familiar secuestrado. Se hacen pasar por el falso secuestrado con dichos como 'me están pegando, me rompieron la boca', para que se justifique la diferencia en el habla", detalló el fiscal. "Evitan que se ponga en contacto con otra persona y le dan tiempo a la parte de la banda que está en la calle para que lleguen al lugar, a quienes guÃan a través de un Nextel. PedÃan bienes en efectivo, preferentemente dólares o joyas, que luego empeñaban". El ardid incluÃa hacer contar a las personas hasta determinado número (100, 200), para mantener la lÃnea ocupada hasta que uno de ellos llegue a retirar el dinero.
El ilÃcito era "siempre a teléfonos fijos, desde celulares; porque son los que figuran en guÃa y son personas mayores los que los utilizan. Llamaban en horas de la noche para aprovechar el estado de somnolencia de las vÃctimas. InducÃan temor y las personas terminaban hablando de su patrimonio. Les hacÃan dejar una bolsa en la calle, blanca o negra, con una cantidad determinada de nudos y luego lo pasaban a buscar en vehÃculos", casi todos de la marca VW.
También, "les hacÃan creer (a las vÃctimas) que tenÃan el domicilio rodeado con motos". Los delitos se realizaban, mayormente, "en cortadas o pasajes". Con ese ardid, se estima que se alzaron con más de 2.250.000 pesos, en los hechos concretados. "Una lÃnea llegó a tener 264 llamadas en la misma noche. Y una de las comunicaciones duró 1.38 hora, hasta que obtuvieron el botÃn".
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