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Domingo, 20 de diciembre de 2015
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Cinco a帽os del Museo de la Memoria en su sede.

Rosario, una ciudad que tiene memoria

En el acto estuvieron presentes el gobernador Lifschitz, la
intendenta Fein y la directora del Museo Viviana Nardoni, entre otras autoridades. Se inauguraron muestras que contin煤an.

Por Beatriz Vignoli
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Se descubri贸 la placa que desde ahora se帽ala al Museo de la Memoria como Lugar Hist贸rico Nacional.

"Sigamos trabajando juntos por la Memoria, la Verdad y la Justicia", dijo el viernes M贸nica Fein, intendenta reelecta de Rosario, durante un acto en el Museo de la Memoria de esta ciudad, tras ratificar expresamente el compromiso de su gobierno con la causa de los Derechos Humanos. El acto de conmemoraci贸n (a una semana de su fecha) del D铆a Internacional de los Derechos Humanos y de los cinco a帽os de la instalaci贸n del Museo de la Memoria en su sede definitiva de C贸rdoba y Moreno (ex asentamiento del Comando del II Cuerpo de Ej茅rcito) estuvo signado por una silenciosa pero palpable intensidad.

Unidos en la diversidad, conscientes de la propia fragilidad, esperanzados en las nuevas generaciones: ese fue el esp铆ritu de los presentes. Y presentes estaban, en representaci贸n del nuevo gobernador provincial Miguel Lifschitz, la ministra de Innovaci贸n y Cultura, Mar铆a de los Angeles Gonz谩lez; el ministro de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, Carlos Silberstein, y la secretaria de Derechos Humanos de la Provincia, Mary Caldoso; junto a la intendenta, el nuevo secretario de Cultura y Educaci贸n municipal, Guillermo R铆os; tarde y de azul, la flamante subsecretaria de Cultura y Educaci贸n, Lila Siegrist. "Nos sentimos contenidos", dijo con gratitud la directora del Museo de la Memoria, Viviana Nardoni, ante integrantes de un amplio arco de organizaciones con un objetivo en com煤n. Porque presentes (intensamente presentes) estaban: la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) local y nacional; las Madres de Plaza 25 de Mayo Rosario; las filiales locales de Abuelas de Plaza de Mayo; H.I.J.O.S.; Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Pol铆ticas. Por el Movimiento Ecum茅nico por los Derechos Humanos, estuvieron presentes Federico Pagura, obispo em茅rito de la Iglesia Metodista, y Carlos Auban, pastor de las Iglesias evang茅licas. Tambi茅n asistieron el primer director del Museo de la Memoria, Rub茅n Chababo, y Norma R铆os, presidenta de APDH nacional y de la actual comisi贸n directiva del Museo. Adem谩s envi贸 sus saludos el c贸nsul de Chile en Rosario, Marcelo Flores Aliaga.

Con la 煤ltima luz del d铆a primaveral salieron Gonz谩lez, Daldoso, R铆os, Pagura, Chababo y varias madres de Plaza de Mayo a descubrir la placa que desde ahora se帽ala p煤blicamente el reconocimiento (efectuado en 2014 por la Comisi贸n Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Hist贸ricos) del Museo de la Memoria como Lugar Hist贸rico Nacional.

El abrazo simb贸lico de la comunidad a esta instituci贸n estatal, emblem谩tica de una lucha que viene siendo un ejemplo para el mundo, tuvo como expresi贸n central al arte. Esto fue posible a trav茅s de una ceremonia, dos donaciones, la inauguraci贸n de una exposici贸n fotogr谩fica de Helen Zout, Huellas de desapariciones, y un espect谩culo de danza del elenco de Expresi贸n Corporal del Instituto Isabel Taboga.

Norberto Puzzolo, autor de la instalaci贸n interactiva en el patio andaluz del Museo titulada Evidencias, particip贸 junto a una madre de Plaza 25 de Mayo y dos alumnos del Complejo Educativo Alberdi en el traspaso anual de sus piezas de rompecabezas desde el muro de los beb茅s apropiados y buscados al de los nietos recuperados, que este a帽o fueron tres: la nieta 117, el nieto 118 y el 119, Mario Bravo.

A esta liturgia secular que un artista tuvo que inventar para restituir dignidad y afecto donde antes solo hubo despojo y dolor, le sigui贸 el sincero agradecimiento de Viviana Nardoni a los equipos de gente que trabajan en el Museo: comisi贸n directiva, administraci贸n, producci贸n, comunicaci贸n, t茅cnica, mantenimiento, coordinaci贸n de sala de muestras temporarias, Patrimonio y conservaci贸n, Departamento de educaci贸n, J贸venes y memoria, Centro documental Rub茅n Naranjo, Biblioteca Ra煤l Frutos, Centro de estudios de historia reciente argentina y latinoamericana, y el Servicio de Orientaci贸n jur铆dica en Derechos humanos cuyas abogadas, Gabriela Durruty y Jesica Pellegrini (anunci贸 Nardoni), iniciar谩n el a帽o entrante dos nuevos juicios: el del genocidio cultural de la Biblioteca Vigil y el de la represi贸n en Villa Constituci贸n en 1975, "donde todo empez贸", subray贸 la directora.

Luego el Museo recibi贸 en custodia permanente las im谩genes de Hilda Cardozo, Susana Miranda y Ariel Morando, j贸venes militantes detenidos y desaparecidos en el ex centro clandestino de detenci贸n F谩brica de Armas Domingo Matheu durante la 煤ltima dictadura argentina. Las im谩genes son obra de un grupo de militantes pol铆ticos, voluntarios y un artista rosarino, Germ谩n Covacevich, quien reconstruy贸 la identidad de los tres j贸venes a partir de la memoria colectiva.

A continuaci贸n se dirigi贸 al p煤blico Edith Busleinman, viuda del artista pl谩stico rosarino Rodolfo Elizalde, fallecido este a帽o, para explicar por qu茅 decidi贸 donar (y as铆 donar, en ese mismo acto) al Museo de la Memoria una pintura de su marido titulada Pared blanca. Fechada en 1983, la obra pertenece a una serie que el ex alumno de Juan Grela (y maestro de muchos artistas) sali贸 a pintar durante la dictadura: "paredes exteriores de casonas de nuestro barrio, el barrio de Pichincha, donde no se ve铆a ning煤n signo de vida; ni humana, ni animal ni vegetal", record贸 su compa帽era. Pero era 1983 y la palabra "vida", pintada en uno de los muros, preanunciaba el fin de la noche. As铆 lo entendi贸 Elizalde, quien la incorpor贸 al muro ya no tan mudo.

Testimonios que nos miran

Un avi贸n entra por la izquierda del cuadro. Sobrevuela con movimiento rectil铆neo uniforme el edificio donde se lee, grabado en el frontispicio cl谩sico: "Escuela de Mec谩nica de la Armada" y, m谩s abajo, en un banner a dos colores: "Espacio de construcci贸n colectiva de memoria". Helen Zout escucha los aviones y los trenes, les hace lugar en la entrevista (producida en video por el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, radicado hoy all铆) y explica: esos eran los sonidos que o铆an quienes estuvieron desaparecidos en ese lugar. "Yo empec茅 el trabajo despu茅s de veinte a帽os traum谩ticos en que estuve en silencio. No pod铆a hablar del tema porque a m铆 me fueron a buscar los militares. Yo sobreviv铆 a un intento de secuestro, me escond铆 durante dos a帽os con mi ex marido, estaba embarazada, tuve a mi primer hijo en cautiverio y al segundo hasta los seis meses de edad", relata de un tir贸n. M谩s adelante reflexiona: "la desaparici贸n de personas fue un da帽o enorme que se le produjo a la sociedad argentina en su conjunto".

El video integra la muestra Huellas de desapariciones, de Helen Zout. Prestada por el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, la muestra fotogr谩fica se inaugur贸 el viernes en la sala de exposiciones de la planta alta del Museo de la Memoria de Rosario con curadur铆a de Graciela Sacco. All铆 se podr谩 visitar hasta el 21 de febrero de 2016.

"El proceso que me llev贸 a crear este material fue una desesperada necesidad de expresar todo lo que yo hab铆a vivido durante la dictadura junto a mis compa帽eros de militancia, entre los cuales hay muchas personas desaparecidas. La mejor manera de drenar esta herida, este dolor, era hacer un trabajo fotogr谩fico", resume Zout.

Nacida en 1957 en Carcara帽谩 (provincia de Santa Fe), Helen Zout trabaj贸 entre 1983 y 1986 como reportera gr谩fica, labor cuyos lugares comunes subvierte y desarticula entre 2000 y 2006 al meterse en "esa noche larga" de entrevistas a los sobrevivientes que testimoniaban por la verdad en la C谩mara Federal en lo Penal N掳 1 de La Plata; registros de archivos judiciales y militares; permisos de visita a los Centros clandestinos de detenci贸n, y viajes al R铆o de la Plata donde operaban los "vuelos de la muerte". Para plasmar las dolorosas pesadillas de aquella larga noche colectiva de la dictadura, Zout fue creando un lenguaje fotogr谩fico distinto, cargado de extra帽eza y subjetividad.

Negativos superpuestos, retratos y paisajes fuera de foco, flashes que recortan un detalle en medio de la negrura son formas que encontr贸 de articular la experiencia inefable de los sobrevivientes, a la que accedi贸 tras horas y horas de escucha atenta a coraz贸n abierto; su meta era dar con "la huella", dice, "que uniera peque帽os relatos, peque帽as im谩genes, peque帽os fragmentos de un encadenamiento que se intent贸 destruir y hacer desaparecer para que la gente no pudiera recordar ni contar lo que le hab铆a pasado, el horror que vivi贸".

Que nadie olvide, parecen pedir estas fotos: las huellas est谩n ah铆. Que nadie las niegue. Los ojos que cierra Julio L贸pez tras haber visto demasiado; los ojos sin vida de un joven asesinado; los ojos de V铆ctor Bazterra, los ojos de Patricia Chabat, los ojos invisibles del represor con capucha; el cabello encanecido de Nilda Eloy, nos miran.

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