En la mañana del 24 de mayo del 2015, Carlos Godoy, de 25 años, murió por el impacto de dos balas policiales. Fue en la intersección de calle Garzón con el puente de Avenida Sorrento, donde termina el barrio Empalme Graneros. La versión de la FiscalÃa, hasta el momento, se ajusta al relato policial: el joven quiso robarles a dos agentes y murió en el enfrentamiento con armas de fuego. Los familiares del chico y vecinos que declararon como testigos brindan otra versión y hablan de gatillo fácil y pruebas plantadas. Los dos policÃas involucrados están en libertad y sin imputaciones. A poco de haberse cumplido el primer aniversario del hecho, desde la querella que representa a la familia de la vÃctima indican que la investigación arrojó pruebas suficientes para avanzar en la imputación. Además denuncian que en el expediente hay un acta policial adulterada, lo que abona a la hipótesis de que a Carlos le plantaron un arma. Aunque para el fiscal Miguel Moreno, que encabeza la investigación, hay medidas pendientes.
Aquella mañana dos balas impactaron por atrás en el cuerpo de Carlos cuando bajaba las escaleras del puente. Se puso de pie y corrió unos metros más por un caminito de tierra que lleva a calle Garzón, donde finalmente cayó sin vida. Los dos policÃas involucrados son José Arturo V. y Daniel Alberto S., agentes del Comando Radioeléctrico y la PolicÃa de Seguridad Vial respectivamente, y aquella mañana se dirigÃan a cumplir adicionales a una empresa de la zona. Según este relato, ambos policÃas circulaban en la misma moto por Sorrento cuando dos personas arrojaron un tronco al pavimento con intenciones de concretar un robo. Cuando los policÃas dieron la voz de alto fueron agredidos con disparos de armas de fuego y se desató el enfrentamiento. Fue entonces que los dos supuestos ladrones intentaron huir bajando por la escalera, y Carlos cayó herido. Es asà que la policÃa explica cómo se dio la muerte de Carlos, a quien según el expediente le secuestraron un revólver calibre 22 largo y en el bolsillo del pantalón tres cartuchos intactos de la misma arma.
El mismo legajo indica que Carlos llevaba consigo su último recibo de sueldo de uno de los dos trabajos que tenÃa. De lunes a sábados, de ocho de la mañana a dos de la tarde, hacÃa tareas de maestranza en una distribuidora de alimentos de Provincias Unidas al 700, y por la tarde trabajaba en un taller mecánico. Sobre este argumento se apoya el padre del chico, Vicente, un cura evangélico de 62 años, para decir que su hijo no estaba robando. Pero también se apoya en el testimonio de los vecinos que dicen haber visto el hecho y declararon ante el fiscal. Esta versión indica que Carlos bajaba la escalera cuando fue alcanzado por el disparo que efectuó uno de los policÃas afirmado a la baranda, y que luego fue ultimado mientras pedÃa por favor que no lo mataran. Este relato no descarta el intento del robo, incluso una vecina dice que vio a los ladrones huyendo y hasta puso sus nombres de pila a disposición del fiscal. También dice que vio a la policÃa plantándole el arma a la vÃctima.
Sobre este punto, AnalÃa Abreu, abogada querellante en representación de la mamá del hijo de la vÃctima, asegura que son amplias las posibilidades de que a Carlos le hayan plantado un arma. En el expediente hay dos actas policiales idénticas, ambas con el número 1595 y firmadas por el mismo comisario. Una es copia de la otra, pero tienen una diferencia sustancial: una copia cuenta con el agregado que indica el secuestro del 22 largo a la vÃctima. Según Abreu, el policÃa que escribió el acta explicó que aquella mañana en la escena del crimen anotó en una libreta lo que luego transcribirÃa en el parte policial, pero que el detalle del revólver se lo habÃa olvidado y luego lo agregó. "El arma pudo estar plantada. Se llegan a ciertas dudas razonables sobre el actuar policial. Es un acta completamente adulterada en una de las partes más importantes que es la portación de arma. Se le dio tanto valor que por esa acta se sostiene que Carlos estaba armado", explicó Abreu a Rosario/12. El mismo acta tiene otro detalle: dos firmas diferentes por parte del mismo comisario, quien explicó que suele permitir a su secretaria firmar por él.
Para Abreu están dadas las condiciones para imputar a los policÃas involucrados. "Tenemos una teorÃa del caso distinta al discurso policial. Hay un joven muerto por la espalda y desarmado. A eso llegamos en dos meses en la causa y es un empujón para que Moreno pida audiencia imputativa", dijo. Desde la FiscalÃa de Homicidios informaron que hay medidas investigativas por delante. La querella solicitó una pericia caligráfica para especificar cuál era la mano hábil de Carlos, con el fin de dejar en claro si el arma encontrada en el cadáver fue o no plantada. La FiscalÃa, continúa trabajando en una reconstrucción del hecho junto a la PolicÃa Federal, a través de una planimetrÃa en 3D según indicaron.
Abreu apunta una crÃtica a la FiscalÃa de Homicidios por cómo se encaran las investigaciones en casos de violencia institucional. "Se prepondera en la teorÃa investigativa a la versión policial, y se encaminan a sostener y comprobar eso. Es el resabio del viejo sistema (procesal penal), del viejo juzgado de instrucción que tenÃa un sumariante que se dedicaba a eso. Hoy se ve trasladado a la FiscalÃa", analizó. "A la FiscalÃa le llega un acta policial con testigos, levantamiento de rastros, datos de la escena del hecho. Lo primero que llega es el discurso policial y no se logra afirmar otro discurso", agregó. En este sentido, dijo: "Nosotros sostenemos que es el Estado el que utiliza al mismo Estado, en carácter de agente policial, para terminar con la vida de un pibe. Son causas en las que la policÃa está involucrada como posibles homicidas, pero se investiga a sà misma. Asà es más fácil garantizar la impunidad".
En los casos de homicidios a mano de la policÃa, si la versión de la fuerza habla de un intento de robo suele imponerse en las investigaciones un punto de partida determinado por los antecedentes de la vÃctima. "Muchas veces el camino es ver qué grado de responsabilidad tuvo en distintas ocasiones la misma vÃctima. En algunos casos, haber atravesado instancias legales en el transcurso de sus vidas no los habilita después a tener la posibilidad de una investigación", analizó Abreu, quien como parte del equipo jurÃdico de la Asamblea de Niñez y Juventud trabaja en otros casos similares. Las investigaciones se inclinan a avanzar o a estancarse según el accionar de la vÃctima. Cuando en la versión policial prevalece que hubo intento de robo con enfrentamiento, el rol de la policÃa tiende a quedar amparado en el uso de la legÃtima defensa.
Por eso de Carlos se dijo, de primera mano, que estaba robando y se habÃa tiroteado con la policÃa. Por eso el informe que la SubcomisarÃa 20 elevó al Departamento CientÃfico Forense posiciona a Carlos como imputado bajo la descripción N/N y los nombres de los policÃas involucrados aparecen en el casillero de las vÃctimas. Por eso en un inicio de la investigación la FiscalÃa inició actuaciones por tentativa de robo calificado y resistencia calificada a la autoridad y dejó libre a los policÃas. A Carlos ya lo habÃan sentenciado a muerte cuando se le imputó ese delito.
"Hay categorÃas de vÃctimas", resumió Abreu. Incluso en el plano social es llamativa la repercusión que tienen estos hechos. Cuando la inocencia de la vÃctima es un aspecto claro, el cuestionamiento de la sociedad a la policÃa toma más fuerza e incluso es más certero el impulso para salir a las calles a exigir justicia. A las organizaciones sociales y polÃticas que suelen posicionarse en torno a estos casos contra el accionar de las distintas instituciones estatales, se les planta el desafÃo de torcer el discurso instalado que, por los antecedentes de las vÃctimas, termina legitimando un accionar desmedido. Vicente Godoy recibe el primer aniversario del asesinato de su hijo con una pregunta: "¿Dónde está la ley que dice que ellos tienen el derecho de quitarle la vida a un ser humano por la espalda?".
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