El amor lo condena a la vigilia: Pedro (BenjamÃn Vicuña) no duerme por pensar en Guillermo (Julio Chávez), su jefe en el estudio de abogados donde ejerce. El calor de la cama matrimonial de Pedro, el de su mujer embarazada a su lado, ya no lo contiene. Sale a la madrugada, lo bautiza una lluvia de invierno y llega a la casa de Guillermo para confesarle que no puede parar de pensar en él. A los gritos, asà se lo dice, y la lluvia que lo empapa cae como lágrimas. Pero la ficción pone paños frÃos, no se besan en esa escena perfecta de culebrón, pasionalmente cursi. Hay que esperar al próximo capÃtulo para que esos labios se junten. Y lo hacen en un piquito, asà en diminutivo y sin gran compromiso, sin saliva, sin lengua. Beso seco. Vicuña interpreta a un engripado con cara de hacer un trámite en Tribunales, se acerca a un Chávez que lo mira con ternura, que lo besa paternalmente, como quien hace un mino. De fervor, de calentura, de entusiasmo, ni noticias. Actores de gestos medidos, no actúan mal pero guardan demasiada compostura. Sé que Vicuña ranqueaba alto en el morbo popular, pero lo que yo querÃa es verlo al bombón de Chávez exaltado, enardecido, sexual. Pero no. La pareja que todos y todas deseaban ver enroscados en su amor se besan sin pasión, como con suavidad y desencanto. ¿Dónde quedó esa pasión de Pedro, que lo hizo enfermarse bajo la lluvia torrencial de su amor? ¿Esta es la diversidad en una ficción 2013? No es que la televisión sea pacata, porque el beso de Facundo Arana y Griselda Siciliani de la misma tira fue fogoso hasta lo incendiario. ¿Por qué esa desigualdad? Si hasta Maradona y Caniggia se daban besos más desafiantes hace 20 años. Pero no hace falta contrastar este episodio con la historia de los besos de ficción en la tv, porque no resiste ningún archivo. Si con esa frialdad le comés la boca al tipo que amás por primera vez, dejá entonces, seguà en la tuya, los putos no te necesitamos. Y creo que deberÃan quejarse también los abogados, no sólo la comunidad gay y bisexual, porque los deja bastante mal parados, seguro el gremio perdió mucho sex-appeal. Si Farsantes sigue en esta lÃnea, los putos y los abogados vamos a tener que luchar en forma conjunta contra el estigma del Pecho FrÃo. Y lloverán cartas documento a Polka. O no, porque los próximos besos –esperemos– serán más comprometidos. Y las cosas recuperarán su sano juicio pasional. Y esta columna será un chiste viejo.
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