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Ahora que Thomas Beatie está embarazado de nuevo, vuelven a resonar las crÃticas desde los medios y desde la misma comunidad trans: algunos lo acusan de manejar mal la situación con los periodistas o de ser demasiado exhibicionista. Pero yo le quiero agradecer a Thomas por la valentÃa que implica poner el cuerpo, visibilizar la existencia transmasculina, pese a las crÃticas que podÃa esperar.
Todos los hombres trans que deciden dar a luz –porque Thomas Beatie no fue el primero– arriesgan la mismÃsima identidad de varón que tanto trabajaron para construir cuando asumen esta tarea tan fuertemente asociada a mujeres. Pero no sólo arriesgan eso: pueden ser despedidos del trabajo o no gozar de licencia de paternidad; la obra social puede negarse a cubrir los gastos; se vuelven blanco fácil para la violencia transfóbica. Además, al abstenerse de los tratamientos hormonales hasta el parto, aceptan el regreso temporario a un cuerpo femenino acentuado aún más por el embarazo. Sacrificio casi inimaginable para alguien que, como yo, cuenta los dÃas que faltan para iniciar los tratamientos.
Le quiero agradecer a Thomas porque, al ser el primer hombre trans que pude ver, pude oÃr, que hizo real para mà la transmasculinidad, catalizó la aceptación de mi propia identidad de género. Y su paternidad –“trabajo de amorâ€, como la llama él– me devolvió la esperanza de tener hijos propios en el futuro.
Aun si, por ahora, no quiero ser yo el embarazado.
Francisco
(miembro de la Comisión de Diversidad del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires)
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