Mucho se ha escrito ya sobre la nueva versiĂłn de The taking of the Pelham 123. Nada nuevo: pocos comentarios salen del tĂpico clichĂ© de que las remake, nunca son buenas. IntentarĂ© acá otra lectura: detrás del film de acciĂłn hollywoodense se esconde uno de amor con final trágico. John Travolta, el secuestrador, se enamora de Denzel Washington, empleado convertido en negociador, lo que lo lleva a echar a perder su plan. Todo comienza con una voz que lo seduce. Ante su pĂ©rdida, el enamorado no duda en matar a un rehĂ©n para recuperarla (ÂżquiĂ©n no se ha dado cuenta del efecto que eso produce en los otros de cualquier orientaciĂłn, cuando un telĂ©fono, una radio o un comunicador les tensa su identidad en formas que les cuesta tolerar?) Como suele pasar en estos casos ambiguos, Travolta, tratando de retenerlo, se enorgullece en la charla de sus amores con una mujer. Luego viene la alegrĂa de conocer al amado, dejarlo escapar con vida esperando un reencuentro, para terminar confesándole su amor —“You are my hero”, es su Ăşltima frase— cuando ya todo es imposible. Las citas —que hoy vuelven a estar escondidas para las nuevas generaciones que no las conocieron— hablan de otra Ă©poca: el blanco que se enamora del negro, la estadĂa en un espacio exclusivamente masculino como la cárcel, el aro en la oreja izquierda de Washington, o los mostachos de Travolta. Y este Ăşltimo, buen conocedor de esas cosas, las interpreta magistralmente: sus sonrisas son apenas más pronunciadas que lo que dicta la moral establecida, sus miradas se detienen dĂ©cimas de segundo más de lo esperado, y los silencios son prolongados mĂninamente para gritar lo que se calla. En Sleep with me, de Rory Nelly (1994), Quentin Tarantino —partĂcipe del guiĂłn de TopGun— ensaya una lectura gay de aquel icono ochentoso protagonizado por Tom Cruise —se sigue sumando gente a la fiesta— y dirigido por Tony Scott, que no es otro que el director de la remake del Pelham 123. Quizás, con el tiempo, haya ciclos de su obra en los festivales de cine GLTTB —o, mejor aĂşn, en los de cine bisexual masculino que aĂşn no nos hemos animado a organizar la “minorĂa dentro de la minorĂa”—. Por ahora, no queda más que presentar estas notas, y volver a ver la pelĂcula para detenerse en los guiños que el gran Travolta nos lanza todo el tiempo a los entendidos, como si nos estuviera diciendo “We wonna make it”.
El Vasko
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