Fiesta de la cultura revolucionaria del copyleft. El escenario es una fábrica recuperada: un templo universitario que desborda de fanzines anarkopunk. En los rincones, entre envases de cerveza vacÃos, panes rellenos y alternativas vegetarianas, pueden verse todavÃa rastros fantasmales de la cultura del trabajo de otra época.
Se debate en cÃrculo desde el punto de vista de la diversidad sexual y se formula una pregunta clave: ¿Por qué la expresión disidente no incluye citas bibliográficas ni referencias de autores trans? La respuesta, unánime, resonó al instante desde distintos ángulos de la sala. "Se citan autores trans: Néstor Perlongher, Judith Butler, Oscar Wilde…"
La transgeneridad comprende una multiplicidad de narrativas heterogéneas, voces disÃmiles con un común denominador: no se escuchan.
Ser trans es básicamente ser otro. Una figura dúctil que depende del deseo, la voluntad y los intereses de aquellos que nos interpretan.
Soy ese otro enfermo mental de la tesis del doctorado de una eminencia en psiquiatrÃa. Un icono más de la lucha gay-lésbica en boca de cualquier activista de la bandera del arco iris. Soy un otro promiscuo que desafÃa los valores de la gente de bien, en palabras de mi madre. Un estandarte contracultural codiciado por la escena freak para ser exhibido como un pájaro exótico. Un otro criminal, contraventora, según el inciso E del artÃculo 92 del código de faltas.
Sin voz ni voto, cobro sentido en una lógica de expertos que me asignan la forma más adecuada al discurso que me enmarca. Mi biografÃa es un elogio de la mutilación y mi historia está escrita en lápiz blando, para ser cambiada tantas veces como sea necesario.
A lo mejor tengo que esperar 3 años para que sean modificados los registros de los manuales de salud mental. Quizás sea rectificado el resultado de mi psicodiagnóstico. ¿Alguien me pedirá perdón? ¿Cuánto tiempo llevará corregir la ley? ¿Cuánto tiempo que se borre el estigma y mi estampa deje de ser la encarnación de los vicios y la inmoralidad?
Mucho, sin duda alguna. Y mucho más si sigo siendo extranjero en mi propia causa, si continúo siendo un circo ambulante, atrayendo curiosos dentro de la parodia gayfriendly que aún hoy reduce mis horizontes a la pulseada por la unión civil y la adopción de parejas homosexuales.
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