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Domingo, 30 de julio de 2006
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ESCAPADAS > Glew y San Vicente

Entre el arte y el pasado

Un fin de semana de vacaciones de invierno es una buena oportunidad para pasear y conocer ciudades pr贸ximas a la Capital. De las pinturas de Soldi en la capilla Santa Ana de Glew, declarada Monumento Hist贸rico Nacional, a la quinta 17 de Octubre de San Vicente, un paseo por una pampa con arte e historia.

Por Graciela Cutuli
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El torre贸n de la quinta 17 de Octubre evoca la c茅lebre foto de Per贸n y Evita en el lugar.

S贸lo 40 kil贸metros separan a Buenos Aires de Glew, y de all铆 unos 10 m谩s llevan hasta San Vicente, para completar un d铆a de campo por los alrededores de la ciudad que tiene, adem谩s de extensos horizontes, importancia hist贸rica y art铆stica. Si el primer punto del itinerario es la localidad de Glew, bastar谩 recorrer tres cuadras desde la estaci贸n para llegar a la capilla que le da renombre al lugar, gracias a los frescos y telas que pint贸 Ra煤l Soldi durante 23 veranos. La construcci贸n de ladrillos, de estilo neorrom谩nico, data de 1905, y est谩 rodeada de jardines y un peque帽o camposanto. As铆 la vio Soldi cuando lleg贸 a Glew desde Buenos Aires por primera vez, en los a帽os 鈥50, para pasar el d铆a invitado por unos amigos. Al ojo del artista no pod铆a dejar de llamarle la atenci贸n la armon铆a y encanto de esta capilla dedicada a Santa Ana, que no tard贸 en imaginar ennoblecida por la gracia de sus figuras estilizadas. Tras pedir las autorizaciones necesarias, el trabajo comenz贸 en el verano de 1953 y se prolong贸, a帽o a a帽o siempre en verano, hasta 1976. En el 铆nterin, pint贸 tambi茅n la c茅lebre c煤pula del Col贸n, y un fresco para la Iglesia de la Anunciaci贸n de Nazareth.

Durante esos tres meses al a帽o que lo manten铆an alejado de sus ocupaciones y viajes habituales, Soldi se quedaba en Glew, donde finalmente tambi茅n compr贸 una casa. Con los a帽os, donar铆a la biblioteca a la que puso el nombre de su amigo Pablo Rojas Paz, el mismo que lo hab铆a llevado a conocer el pueblo que lo cautiv贸 con su calma rural. En las pinturas de Santa Ana, Soldi transmiti贸 este cari帽o hacia Glew y su gente, que aparece retratada en los distintos murales sobre la vida de Jes煤s.

El 谩bside de la capilla de Glew est谩 ocupado por el fresco de Soldi dedicado a Santa Ana.

Lo diminuto de la capilla y la cercan铆a de los murales contribuye al encantador clima 铆ntimo que se percibe apenas se pone un pie dentro del lugar. A un lado y otro, en el 谩bside y en el coro, los colores a veces tenues y a veces intensos de las figuras de Soldi forman un retablo de tama帽o natural que recorre desde las escenas cotidianas de la vida de Santa Ana 鈥揺ncendiendo el fuego, tejiendo y dando limosna鈥 hasta la Virgen Ni帽a tra铆da por dos 谩ngeles, Mar铆a alimentando las palomas y presentada en el templo y la visita de la Virgen a su prima Isabel. De 1959 es el primer panel situado a la derecha, visto desde la entrada, donde Soldi represent贸 a Mar铆a aprendiendo a leer en los campos de Glew, rodeadas ambas por cardos y animales m谩s propios de la pampa que de un pueblo de Medio Oriente. Todo el 谩bside central est谩 ocupado por la Glorificaci贸n de Santa Ana, con ese 鈥渁zul Soldi鈥 que har铆a inconfundible una obra suya dondequiera que se encuentre, pintada con la t茅cnica renacentista que utiliz贸 en muchas de estas obras, aunque no en todas (es decir, la pintura al fresco); otras fueron pintadas al 贸leo, seg煤n explican en Glew, porque la edad del artista ya no le permit铆a moverse con tanta comodidad para utilizar la t茅cnica al fresco en los lugares m谩s dif铆ciles. La propia capilla de Santa Ana est谩 representada, sin cruces ni campanas, con la estrella de David, en el mural de los esponsales de Mar铆a y Jos茅. Y uno de los m谩s bellos es tambi茅n el Nacimiento de Jes煤s (tercer panel de la derecha), un 贸leo de m谩s de seis metros de altura donde los reyes magos ofrecen sus regalos al ni帽o reci茅n nacido: oro, frutos y piedras, un conjunto de aut贸ctonas rodocrositas engarzadas directamente en la pared. Y cabe recordar que si todas las paredes est谩n decoradas con los magn铆ficos murales, el techo fue y sigue siendo blanco, ya que Soldi nunca lo pint贸.

Soldi don贸 a Glew las sesenta obras que nunca quiso vender en vida, y que hoy forman parte de la Fundaci贸n Soldi situada del otro lado de las v铆as del ferrocarril. La visita a la Fundaci贸n completa entonces el circuito que sigue en Glew las huellas del artista, y que numerosos visitantes a lo largo de todo el a帽o recorren por su cuenta o en las visitas guiadas que se organizan los fines de semana por la tarde.

San Vicente

A pocos kil贸metros de Glew, la ruta desemboca en San Vicente, que se desarroll贸 a partir del siglo XVII en torno de la entonces llamada鈥滾aguna del Ojo鈥, donde existi贸 antiguamente una reducci贸n ind铆gena de indios pampas. Su primer trazado, ya a mediados del siglo XIX, era el t铆pico damero de las ciudades pampeanas, con los principales edificios agrupados en torno de la plaza central. Era una zona de estancias, con la ganader铆a como base de la subsistencia. Aqu铆 se instalaron tambi茅n algunos pioneros ingleses, que se dedicaban a la cr铆a de ovejas para lana.

San Vicente es tambi茅n uno de los lugares que en los 煤ltimos a帽os empez贸 a desarrollarse como un nuevo polo de countries y barrios privados en busca de espacios m谩s amplios. As铆, en medio de la nada, de pronto aparecen cercas que rodean casas m谩s parecidas a un condominio Disney que a un barrio de campo. Pero no est谩 all铆 el verdadero inter茅s de San Vicente, sino en el casco hist贸rico de un pueblo que naci贸 oficialmente en 1780, lo que la convierte en la segunda ciudad m谩s antigua de la provincia de Buenos Aires. El centro conserva la tranquilidad y la calma de otros tiempos, y cuesta imaginar que la gran ciudad est谩 en realidad tan cerca.

La hist贸rica quinta

San Vicente, donde se realiza cada a帽o una importante Fiesta de la Tradici贸n, fue elegida por Juan Domingo Per贸n como lugar de residencia poco antes de asumir su primera presidencia, y hoy aquella quinta donde pasaba los fines de semana en compa帽铆a de Evita, la hist贸rica quinta 17 de Octubre, abre sus puertas convertida en museo. All铆 se puede visitar tanto la casa que serv铆a de residencia al presidente como el nuevo museo que recrea la historia e incidencia del peronismo en la historia argentina.

Per贸n compr贸 la quinta, como atestiguan los documentos notariales, el 30 de mayo de 1946, poco antes de asumir formalmente la presidencia. Se la vend铆a, por 12.000 pesos moneda nacional, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Domingo Mercante. M谩s tarde, la compra de otro terreno aleda帽o complet贸 las actuales 19 hect谩reas de la quinta. La casa principal, de piedra Mar del Plata y mamposter铆a de madera, comenz贸 a construirse en 1947, rodeada de una caballeriza, una torre de agua y un muro perimetral dise帽ado por Quinquela Mart铆n. No hay que esperar, sin embargo, encontrarse en la casa con un testimonio arquitect贸nico de la 茅poca, ya que despu茅s de las destrucciones y el abandono posteriores a 1955 la casa fue reformada en los a帽os 鈥70 para el regreso de Per贸n, y hoy muestra la estructura y la decoraci贸n t铆pica de un chalet de aquellos a帽os. En la puerta, una r茅plica del cl谩sico mosaico de Pompeya advierte Cave canem (cuidado con el perro, literalmente, aunque se interpretaba como una advertencia a los malos esp铆ritus). En el interior, donde se pasa del gran sal贸n de estar a los dormitorios y la cocina, en estilo californiano, se exhiben fotograf铆as de Per贸n y Evita, numerosas condecoraciones entregadas al presidente, objetos personales, uniformes y regalos. Desde el living, presidido por un busto de Per贸n y un retrato de Evita, se observa a trav茅s de la ventana el Monumento al Descamisado, un grupo escult贸rico formado por tres figuras y colocado en el jard铆n. Este monumento fue rescatado despu茅s de haber sido arrojado al Riachuelo, en las revueltas posteriores al derrocamiento del 鈥55, y s贸lo conserva 铆ntegra una de las figuras, en tanto las otras dos est谩n descabezadas.

El Monumento al Descamisado. Arrojado al Riachuelo en el 鈥55, hoy est谩 en el jard铆n de la quinta.

Afuera se levanta intacta todav铆a la torre de agua que pas贸 a la historia gracias a la c茅lebre foto de Per贸n y Evita posando frente al torre贸n. En el interior, una escalera caracol lleva hasta la parte superior, que albergaba los equipos donde se grababan los discursos presidenciales que luego se transmit铆an en cadena nacional. Muchos de los 谩rboles de los alrededores fueron plantados por Per贸n y su esposa, incluyendo el alcanforero donde, seg煤n la leyenda, el presidente dorm铆a la siesta. Eran los tiempos en que la quinta estaba llena de animales sueltos, desde caballos a vicu帽as, llamas y alpacas.

A pocos metros de la casa y el torre贸n est谩 la r茅plica de una estaci贸n de trenes levantada para proteger el tren presidencial de trocha angosta que usaron los mandatarios argentinos desde Hip贸lito Yrigoyen hasta Ra煤lAlfons铆n, pasando por Uriburu, Justo, Ortiz, Castillo, Farrell, Per贸n e Illia. El tren, formado por tres vagones, comenz贸 a construirse en 1908 en Tucum谩n y fue terminado cuatro a帽os m谩s tarde. En 1912, llev贸 al presidente Victorino de la Plaza en un corto viaje inaugural. En los a帽os 鈥50 realiz贸 el primer viaje desde Retiro hasta Tucum谩n. Se conservan el vag贸n comedor, el dormitorio y el furg贸n, revestidos por fuera en petirib铆 lustrado y barnizado, con vitrales y detalles como el escudo nacional grabado en cada una de las manijas de las puertas. El tren s贸lo puede verse desde afuera, pero las ventanas permiten adivinar el cuidadoso trabajo el interior, sobre todo en el comedor de estilo imperio, con la mesa tendida bajo una ara帽a de bronce que preside el techo tallado y decorado con pinturas.

Finalmente, dentro del per铆metro de la quinta se levant贸 un mausoleo, donde se espera colocar los restos de Per贸n, y un moderno conjunto de tres salas de exposici贸n donde se presenta una muestra sobre el peronismo, articulada en torno de los ejes de Independencia Econ贸mica, Soberan铆a Pol铆tica y Justicia Social. Las gigantograf铆as que reproducen manifestaciones masivas en el centro porte帽o, los paneles tridimensionales y la numerosa iconograf铆a de 茅poca est谩n entre lo m谩s logrado de esta muestra, que consigue recrear el panorama sociopol铆tico de aquellos a帽os.

LA MITICA ESTELITA

Restaurante La Estelita. Un pasado de burdel y un presente con chef y men煤 criollo y espa帽ol.

Al armar el itinerario desde Buenos Aires, conviene salir de Glew hacia San Vicente, separadas por unos pocos kil贸metros. En el camino, a pocas cuadras de la plaza principal del pueblo y de la quinta, se puede parar a comer en el nuevo restaurante de campo La Estelita, heredero de una interesante historia. Se cuenta que a principios del siglo XX el parque donde hoy se encuentra el restaurante era el punto de confluencia de los trabajadores rurales que trasladaban la hacienda al pueblo... y tanto vaiv茅n de hombres termin贸 por convertir la casona situada en el lugar en un pr贸spero burdel, comandado por una madama de nombre Estelita. Hoy poco queda de aquellos tiempos, pero es una linda an茅cdota para contar mientras se prueban los platos del chef Marcelo Ferro (Plaza Mayor), que le dio a la carta por un lado un toque de campo en las picadas y parrilladas, y por otro tambi茅n espa帽ol, con especialidades como las gambas Estelita, los chipirones y las tablas de mar.


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