“Pero volvamos al himen. Esta membrana es un sello físico que contribuye a que la mujer se inicie con mayor racionalidad en la vida sexual. Todos los sellos, no sólo los sexuales, tienen como misión ayudar a reflexionar sobre la acción que se llevará a cabo. Por ejemplo, en las tiendas elegantes las prendas de vestir tienen un sello que, quien lo rompe debe comprar la mercadería; a diferencia de los mercados persas en los que se puede probar una mercadería sin sellos ni garantías y si es utilizada a lo largo de unos días y no complace al comprador, éste podrá regresar al puesto de venta y cambiarla por otra (...)”.
(De “Gobernar es poblar. ¿Paternidad responsable o fornicación asistida?”, de Abel Albino.)