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Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

Héctor Becerra

�El piquete, metamorfosis de la subjetividad�

I “Cuando perdés el trabajo dejás de existir, desapareces.” Con tono angustiado y su rostro cubierto de lágrimas un paciente del Centro de Salud Mental Nº 3 Dr. Arturo Ameghino sintetizaba no sólo un problema personal, sino –y fundamentalmente– la forma en que ese drama social puede ser escenificado a partir de lo que Paul Virilio en su texto Estética de la desaparición (1) no dudaría en plantear como una cultura de la desaparición.

II. Para las Madres de Plaza de Mayo la falta de trabajo es un crimen. Ellas sostienen: “Son criminales los empresarios que dejan sin trabajo a millones de hombres y mujeres. El terrorismo de Estado siempre está organizado por funcionarios al servicio de los grupos económicos. (...) creemos que los desocupados son los nuevos desaparecidos del sistema. El trabajo digno es un derecho que nadie nos puede quitar y por el que debemos luchar hasta las últimas consecuencias” (2).

III. La acción sindical es el movimiento realizado por los trabajadores con el objetivo de lograr mejoras salariales o en las condiciones de empleo. La acción sindical se produce cuando la negociación colectiva no tiene éxito y se interrumpen las conversaciones entre trabajadores y empresarios. El método más común de acción sindical es la huelga: los trabajadores interrumpen la actividad de la empresa y, en algunas ocasiones, colocan piquetes a la entrada de las fábricas para evitar que alguien entre a trabajar y rompa la unidad de la acción sindical y para informar al público sobre la existencia del conflicto. Sucede que en nuestro país las fábricas han ido cerrando y la discusión por mejoras salariales o condiciones de empleo se ha vuelto utópica.

IV. En 1985 la Cámara Federal presidida por el doctor León Arslanián comienza el juicio contra los ex comandantes en jefe, hecho que concita un enorme interés internacional por ser la primera vez que se procesa en su propio país a quienes han ejercido ilegalmente el poder en contra de la ciudadanía. Después de escuchar centenares de testimonios y los alegatos de la defensa, el tribunal decide aplicar penas que van desde la prisión perpetua para Videla y Massera, hasta lapsos menores de cárcel para otros acusados, también hubo varias absoluciones.

V. Una tesis de Baudrillard sostiene que “a partir del momento en que los Estados ya no pueden atacarse o destruirse entre sí, se enfrentan casi automáticamente con su propio pueblo o su propio territorio, en una especie de guerra civil, intestina, del Estado en contra de su propia referencia natural” (3). La idea parece enormemente respetable si nos atenemos a la lógica de lo sucedido en nuestro país: conflicto del Beaglerepresión-Guerra de Malvinas. Hacia fines de 1978 cuando el enfrentamiento con Chile parecía inminente, el cardenal Antonio Samoré, delegado personal del papa Juan Pablo II, llega a nuestro continente con el fin de lograr la pacificación; hecho que –a la postre– pareciera haber permitido reunificar y concentrar las fuerzas en contra del enemigo íntimo. En cuanto a la Guerra de las Malvinas fue un intento renegatorio de velar eldeterioro político y económico del Proceso; es que a medida que el régimen militar se debilitaba crecían las denuncias por los cadáveres “N.N.” que se descubrían en varios cementerios y las exigencias de información precisa sobre los desaparecidos. Una posible guerra contra Chile, una feroz represión de las FF.AA. contra conciudadanos, una imposible guerra contra Inglaterra. La categoría de “desaparecido” se convierte en una marca no simbolizable de nuestros gobernantes, que en su paranoia generalizada no habían logrado discernir entre enemigos reales e imaginarios.

VI. Los graves sucesos de Semana Santa dan cuenta del malestar que produce en el ejército la enorme cantidad de denuncias contra oficiales que actuaron en la guerra sucia y que deberían presentarse ante la Justicia. La sanción de la ley de Obediencia Debida, que exime de juicios al personal que haya obedecido órdenes en la lucha contra la subversión, marca la debilidad política y la pérdida de rumbo del presidente Alfonsín. Entre las primeras medidas de Menem con su arribo a la presidencia figura la firma de un decreto de indulto que beneficia a unos trescientos procesados o condenados por delitos políticos.

VII. Durante el período hiperinflacionario que va desde fines de los ‘80 a comienzos de los ‘90 los saqueos a súper e hipermercados se constituyen en la forma de protesta social dominante, sustituyendo –obviamente– a las huelgas. Eduardo Pavlovsky afirma que “durante el saqueo surgían nuevas formas de ordenamiento entre los cuerpos. Todo parecía ensayado. Por eso los incapaces hablan de los infiltrados, desconociendo la producción de registros de nuevos órdenes en los fenómenos micropolíticos de los estallidos sociales” (4). Por la velocidad y el contagio que suscitan esas producciones se lo castiga sádica antes que jurídicamente a Emilio Alí. VIII. Ya ha transcurrido un cuarto de siglo desde que el Proceso irrumpiera en el poder y son muchas las cosas que aún necesitan ser nombradas. Las Madres de Plaza de Mayo afirman en un documento: “Sabemos que nuestros hijos no están muertos, ellos viven en la lucha, los sueños y el compromiso revolucionario de otros jóvenes” (5). ¿Qué significa que sus hijos no están muertos y cuál es la relación que esa expresión adquiere con la categoría de “desaparecido”?
IX. Vicente Zito Lema interpreta que “la repulsa de las Madres al autoritarismo se convirtió en dura negativa a integrarse en el pasado y en el horror paralizante de la muerte que en los hechos significaba la mera búsqueda y aceptación de los despojos de las víctimas, si no se acompañaba con una actuación eficaz de la Justicia, reparando las pérdidas con el castigo real y no simbólico de los asesinos” (6).

X. Por otra parte, la gramática parece dar cuenta de la ambigüedad en que ha quedado el término: el sustantivo “aparecido” va precedido del prefijo latino “des” que indica privación. Sin embargo, la palabra “desaparecido” no figura en los viejos diccionarios (7), sí figura “desaparecer”; también figura “aparecido”: Es el “espectro de un difunto”. ¿Serán los desaparecidos espectros de difuntos que claman por una sepultura allí donde la lógica del terrorismo de Estado se las negaba, como la forma más miserable de castigo? ¿O se les negaba el estatuto de cadáveres para eludir cobardemente la responsabilidad del crimen?

XI. En 1997, en medio de una cultura de la desaparición, se reflotó el término piquetero para designar a los que tenían como misión la defensa de las barricadas colocadas en la ruta. Nos apoyamos en Horacio González para pensar si el término no ha surgido como una escritura del horror, ya que él sostiene que “las escrituras del horror son el mayor esfuerzo que una razón burocrática hace para yuxtaponerse a la expropiación de los cuerpos y los nombres” (8). Desde aquel momento y de manera sostenida y creciente, la interrupción del paso del tránsito en las rutas y puentes se fue transformando en la principal forma de protesta en la Argentina. Ya no setrata de la lucha sindical por el salario, ni el saqueo motivado por la imposibilidad de acceder a los alimentos, sino del desempleo estructural producido por una política económica que parece ser la continuidad de la instaurada durante el Proceso. Por otra parte, la falta de iniciativas laborales en el Ministerio de Trabajo y la falta de asistencia de los entes de Desarrollo Social convierten al desempleado en alguien que desaparece de las redes laboral, económica y psicosocial.

XII. Desaparece de la red laboral porque luego de un tiempo de búsqueda de trabajo cesa en la pesquisa, con lo cual ni siquiera entra en las estadísticas de gente que está a la búsqueda de trabajo; desaparece de la red económica porque ha dejado de ser un consumidor y la falta de un seguro de desempleo le impide todo gasto; y desaparece de la red psicosocial porque la neurosis –la enfermedad que Freud abordara con el psicoanálisis durante el siglo pasado y que le permitía al sujeto defenderse de la psicosis, la locura– ha cedido su lugar a enfermedades como el sida, el cáncer, las adicciones, los trastornos de la alimentación; enfermedades con un componente de subjetividad mucho menor que el de la neurosis, enfermedades que si bien toman como escenario el cuerpo encuentran su causalidad en un complejo entramado de situaciones personales, familiares, históricas, inclusive somáticas, y lo más riesgoso es que transcurren sin que el sujeto pueda comprender cuál es su implicancia en ellas, son patologías que he denominado implosivas, tomando como modelo la forma como se derrumban –en la actualidad– los viejos edificios. Las patologías de la implosión acontecen en el sujeto, sin que el enfermo moleste a su entorno: la familia y la sociedad. Por eso es sumamente importante que analicemos esta nueva molestia que han introducido los piqueteros, porque parece estar contribuyendo a salir de la nefasta quietud masoquista en la que había quedado estancada nuestra sociedad.

XIII. El objetivo más importante de los cortes de ruta fue inicialmente obtener los subsidios que se otorgaban a través del Plan Trabajar. Antiguamente una huelga era un reclamo colectivo, y si la huelga tenía éxito los beneficios de la misma se extendían automáticamente a todos los trabajadores, inclusive a los carneros (aquellos que no se habían plegado a la acción); el piquete tuvo al principio un estatuto sectorial ya que aspiraba a una cantidad determinada de planes para una cantidad exigua de demandantes.
Durante 1999, el corte de vías públicas también fue utilizado como forma de protesta por estudiantes y transportistas, con lo cual parece ir adquiriendo un valor simbólico. Lo novedoso es que los transportistas tomando como modelo lo hecho por camioneros europeos utilizan taxis o colectivos, en lugar de sus propios cuerpos, como instrumento para obstaculizar el paso de vehículos.
En el 2000 retornan los cortes como expresión básica de los sectores desempleados que demandan el reestablecimiento de los planes Trabajar que han sido recortados.
Ya en el 2001, los piqueteros se constituyen en un movimiento nacional con características sociales, con objetivos inmediatos pero también con una pretensión más amplia como es la de rechazar los ajustes económicos de la ley de déficit cero, y el reclamo por la libertad de los piqueteros detenidos y procesados.

XIV. Si los desocupados son los nuevos desaparecidos, ello obedece a una lógica de la cultura posmoderna que homologa el tener con el ser. Si no se tiene trabajo, ¿cómo se es marido, cómo se es padre de familia, cómo se es con dignidad? Cuando Freud plantea la lógica de la castración la diferencia sustancialmente de la del sacrificio. La premisa fálica le permitiría al humano apartarse del núcleo primario: su familia, para formar luego su propia progenie. La lógica paradojal freudiana sostienebásicamente que se es por lo que se deja de tener. Freud se referenció en una sociedad victoriana de fines del siglo XIX, comienzos del XX; el vértigo de la posmodernidad hizo que luego de cien años –ayer nomás, en términos históricos– lo que se tiene define –necesariamente– al ser. El paciente que se categoriza como sidósico no dice “tengo HIV”, sino que sostiene: “soy HIV”. Como si fuera preferible ser eso antes que ser nada..., y tal vez no esté tan equivocado.

XV. El sida es una sigla que se ha sustantivado y que originalmente correspondía al llamado Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, no se trata de una enfermedad que pueda ser fácilmente identificada, por ello la referencia al síndrome; es decir, un conjunto de síntomas, de allí que se prefiera hablar de infección por HIV, oficialmente el retrovirus responsable del síndrome. El retrovirus provoca la destrucción de las defensas del cuerpo; es decir, ataca la capacidad del cuerpo de aislarse y defenderse de los agentes del exterior. Este daño irreparable causado a las defensas inmunológicas expone a los enfermos a las infecciones que no son una amenaza para las personas con las defensas intactas. Puesto que el sida sólo puede contraerse por contagio a través de la sangre y el semen, ello revela con elocuencia nuestra dependencia de los demás. El encuentro con el otro a través del amor y la sexualidad es siempre un encuentro consigo mismo (9). Esperamos que el encuentro con el otro nos proporcione amor y placer y de pronto puede depararnos el contagio de una enfermedad incurable. Se produce aquello que Freud denominara Unheimlich (10), lo siniestro surge del corazón de aquello que un minuto antes nos ofrecía lo familiar. Es que vivimos una crisis en la que se ha producido un deterioro de la identidad, donde todos los valores han sido trastocados, metamorfoseados y travestidos. El político nos roba a través de terceros, el ladrón nos roba disfrazado de policía, el policía nos roba sin necesidad de disfrazarse y la mujer de nuestros sueños, por el solo hecho de amarla, puede llegar a robarnos el sueño de vivir. El sida nos enseña que la noción de “individuo” es una ilusión del liberalismo moderno. El sida nos enseña que el sujeto está sujetado al Otro (11), que somos parte de una comunidad, parte de un todo y que como parte somos responsables del todo. El sida impone responsabilidad, precaución y consideración hacia los demás.

XVI. Son importantes las variables espacio-temporales en las que acontece el piquete. El piquetero localiza –intenta localizar– a aquel que se desplaza a su trabajo, o por su trabajo en un momento –como dice Fernando Ulloa– en que “la ética del sobreviviente no es otra que la violencia” (12). El conductor y el piquetero, dos instancias separadas por una discordancia constitutiva: querer pasar e impedirlo, que se traducen en una tensión que los anuda: el trabajo. El conductor proponiéndose -involuntariamente– como lugar de identificación y metáfora del ser (ser trabajador) permite anticipar el futuro deseado por el piquetero, un futuro que no le es desconocido porque forma parte de un pasado que no se quiere resignar (haber sido trabajador).

XVII. ¿Por qué el conductor del vehículo no se solidariza con el que no tiene trabajo y detiene su vehículo? Sucede que desde arriba de un vehículo en movimiento se ve el mundo de otra manera. Esa distancia entre peatón y conductor exacerbada por la velocidad provoca que marchemos a la cabeza de estadísticas que indican que Buenos Aires es una de las ciudades con más accidentes viales en el mundo y las campañas de prevención sólo beneficiaron a los publicistas. Uno de los slogans sostenía: “Recordá que cuando te bajás del auto vos también sos peatón”, ese mensaje trataba de reasegurar la desaparición de una línea divisoria entre semejantes, el mensaje trataba de inculcar cristianamente: “Recordá que todos somos iguales”. ¡Mentira! Hay gente que tiene auto y otra que no, el dueño de un auto es un peatón circunstancial, el que anda a pie es un peatónestructural. “Peatón” una palabra que se pronunció poco durante la cultura menemista del cero kilómetro, y que tal vez por eso suena tan rara. Por otra parte, como dice Paul Virilio: “A diferencia del transporte comunitario, la utilización empedernida del coche o la moto carece de finalidad, no se trata a priori de atravesar distancias. Ir a ningún lado, dar vueltas en redondo por un barrio desierto se le antoja natural al viajero. Por el contrario, frenar, estacionar son operaciones desagradables...” (13). Decíamos que a una cierta velocidad el registro perceptual va cambiando, a una cierta velocidad los que están a la vera del camino desaparecen, y tal vez al conductor no le preocupe demasiado si tienen o no trabajo.

XVIII. Pero el modelo identificatorio que el conductor y el piquetero se proponen no transcurre en la armonía, pasa por la agresividad, esa tensión que se entabla entre el que quiere avanzar y el que lo impide colocando su propio cuerpo como valla, cuerpo que se arriesga porque parece no tener valor alguno, como dice Baudrillard: “Tiempo atrás, el cuerpo fue la metáfora del alma, después fue la metáfora del sexo, hoy ya no es la metáfora de nada, es el lugar de la metástasis...” (14).

XIX. Si el vehículo pasa de largo es porque un desaparecido sólo puede ofrecer su presencia fantasmática, sólo puede meter miedo. Si el vehículo atropella estamos ante un fenómeno distinto al de la agresividad, estamos en presencia de la violencia, la violencia no se da en una relación de paridad: el torturador ejerce la violencia cuando tortura a alguien reducido a su invalidez física y moral, el marido golpeador ejerce la violencia cuando percibe a su mujer reducida a la preocupación por la familia y el techo.

XX. El desocupado, efecto de una identificación consigo mismo, se constituye como piquetero, oponiéndose al conductor. El piquetero impide el paso para que el conductor se detenga, para que sepa que está frente a otro, que existe y que su condición es la de desocupado. El piquetero podría enunciar: “Sé que sos como yo, o parecido porque tenés trabajo, sé que no sos responsable de mi falta de trabajo, sucede que los responsables, los políticos, los funcionarios, el Estado, son en este punto una entelequia y yo no puedo enfrentarme con ellos”. En el deporte, tanto amateur como profesional, se aprecian todos los cuidados que se ponen al servicio de que los enfrentamientos sean parejos y por eso un boxeador se enfrentará con otro que pese lo mismo, y un equipo de fútbol del Nacional “B” lo hará con otro de la misma categoría. El enfrentamiento del piquetero porta la desesperación de aquel que se ha quedado sin compañeros de trabajo, de estudio, se ha quedado sin redes solidarias de contención, entonces su búsqueda es una búsqueda desesperada de pares, de enfrentamiento, para desde allí dar lugar al reclamo; es decir, a la palabra.

XXI. Cuando decíamos que la tendencia agresiva se correlaciona a la identificación, no hablamos de un régimen consciente de la identificación, no se trata de un saber del yo que aspira a ser como el otro, antes bien se trata de cómo el yo, empujado por sus propios intereses, por su propio egoísmo –Freud hablaría de narcisismo– no se quiere colocar en el lugar del otro. Por eso es tendencioso el análisis de ciertos comunicólogos cuando sostienen que la protesta está muy lejos de la legitimación social, ya que si bien un 60 por ciento de la opinión pública comparte y se solidariza con los motivos y las razones de las movilizaciones, el 80 por ciento reprueba los cortes de ruta y casi un 90 por ciento extiende sus reservas a los métodos utilizados. El mismo yo, efecto de una identificación narcisista, se constituye como otro en el momento en que nada quiere saber de él, de sus pretensiones y de los métodos utilizados. Del lado de los conductores: “¡Que me dejen pasar!, ¿qué tengo que ver yo con lo que les pasa a ustedes?” De lado de los piqueteros: “¡Que espere,más hemos esperado nosotros!” En las diferencias y en la disputa surge el transitivismo entre unos y otros.

XXII. En este sentido vale la pena transcribir una carta dirigida al director del diario La Nación: “Nosotros somos representantes en la Argentina de importantes firmas extranjeras de Europa, en frutas frescas. Paso a comentarle los daños económicos y el desprestigio en el exterior que nos producen los piqueteros y nuestras tradicionales huelgas generales. El 14 de mayo último algunos productores del Valle de Río Negro y Neuquén decretaron una huelga; cortaron las rutas nacionales y provinciales; inmediatamente contaron con el apoyo logístico de activistas profesionales, que llegaron de otras partes del país. Ese día teníamos en el puerto de SAE, provincia de Río Negro, nuestro vapor ‘Sea Phoenix’. Tenía a bordo 2000 toneladas de mandarinas y limones, que habíamos cargado en San Pedro, provincia de Buenos Aires, y 1400 toneladas de peras y manzanas. El 19 de mayo último nos llegó el ‘River Phoenix’ donde teníamos que cargar 2400 toneladas de peras y manzanas. El 22 de mayo nos llegó otro vapor, el ‘UB Libra’, donde teníamos que cargar 4200 toneladas de peras y manzanas.
Estos vapores estuvieron en rada en el puerto SAE más de veinticinco días esperando poder cargar hasta que se levantó la huelga. (...)
Los cítricos que estaban cargados en el primer vapor, el ‘Sea Phoenix’, cuando llegaron a destino estaban totalmentye podridos (habían transcurrido más de cincuenta días desde la fecha de carga).
Los vapores llegaron a Europa casi todos juntos. Los precios se derrrumbaron. Las pérdidas son cuantiosas para los importadores y exportadores argentinos. (...)
En la Argentina tienen gran publicidad en los medios los activistas, los piqueteros, los ‘Moyano’ que dicen representar a los desocupados.
Pero los medios no les dan igual publicidad a los que realmente trabajan, los obreros, los cosechadores, los transportistas, los estibadores, los empresarios, los productores que invierten en la Argentina, que ‘dan trabajo’ y hoy son los damnificados.
Basta de exportar problemas, basta de exportar la lamentable imagen de hoy.
No seamos rehenes de estos señores, digamos basta a los piqueteros, basta a las huelgas generales” (15).

XXIII. Es cierto lo que dice el señor Lo Tártaro –firmante de la carta– acerca de que las medidas de los huelguistas y los piqueteros terminan perjudicando a los obreros, los cosechadores, los estibadores, etc., es decir a aquellos que mantienen alguna paridad con éstos. Lo que Lo Tártaro no plantea es la forma en que estas firmas extranjeras se aprovechan de una producción que carece en absoluto de industrialización; para decirlo rápidamente, estos vapores se están llevando la fruta argentina de la misma manera que la llevábamos nosotros de chicos, cuando entrábamos a la quinta del vecino, ¿o no es cierto que se la está pagando menos de $ 100 = la tonelada? Eso es lo que los productores de Río Negro y Neuquén no pueden absorber y los está empujando a la quiebra.

XXIV. Es claro que estamos ante una protesta que muchas veces confunde lo mismo con lo diferente. El problema parece ser que ésas son las pautas que nos impone la cultura. Cuando el virus HIV entra en la célula, el sistema inmunológico que está habituado a defenderse de lo extranjero, lo extraño, lo diferente, queda desconcertado y se pregunta, ¿dónde está ahora lo extranjero, lo extraño, diferente? Cuando se produce el atentado terrorista contra las Torres Gemelas de la ciudad de New York, ¡un caza bombardero F14 ataca a un avión de bandera norteamericana, lleno de pasajeros americanos! Alguien, tal vez el mismo presidente de los americanos haya podido entender que lo próximo (sus compatriotas) estaba muy cercano a lo diferente (los terroristas) y que no existía posibilidadde defenderse sin pagar un costo elevadísimo. El terrorismo intenta aprovecharse de esa sutil diferencia entre lo mismo y lo diferente, inhabilitando de esa manera las defensas del Estado.

XXV. Los piqueteros también están tratando de defenderse de un modelo económico-financiero que se ha inoculado –con la lógica del terrorismo y la del retrovirus– hasta las entrañas mismas de la sociedad y nos afecta a todos.
Es claro que su estrategia se construye sobre la base de la agresividad (lo que les permite defenderse) y no sobre la violencia. Por eso, su manera de defenderse tal vez no sea todo lo aséptica que desearía el resto de la sociedad; pero, es la forma posible y eso no es poco.

XXVI. La alternativa es desaparición o agresividad; ahora bien, ¿por qué la agresión y no el suicidio? Si el conductor subido a su vehículo y lanzado en velocidad no quiere saber nada de los desocupados, ¿por qué los desocupados no se desinteresan de sí? Es que tal vez continúan siendo trabajadores... ¡Así lo entiende León Rozitchner!: “El desocupado que hoy sale a cortar una ruta, los piqueteros, está haciendo un trabajo, están objetivando una subjetividad: transformando algo externo y algo interno. Están haciendo un trabajo que no es asalariado. Pero es un trabajo sobre el mundo exterior donde están poniendo sus fuerzas personales y las fuerzas colectivas que están presentes en ellos. (...) Por lo tanto son un elemento transformador de la realidad y toda realidad se transforma trabajándola” (16).

XXVII. El piquete es un acto y el acto se instaura cuando la palabra se devalúa, agota sus posibilidades. Si la agresividad es una intención, el acto le confiere una escenografía. Los actos ceden si se descubre la palabra que cifran. La noche que el ministro de Desarrollo Social visitó a los piqueteros de General Mosconi (Salta), habló con ellos y descomprimió una situación que habría podido ser trágica. Luego de una semana en la que desde el gobierno se insistía en la imposibilidad de dialogar con quienes fueran calificados de violentos, Juan Pablo Cafiero sostenía ante Página/12: “Me llevo la mejor de las impresiones de la gente con la que he podido dialogar, es gente luchadora, con coraje, audaces en el despliegue de la acción pero también inteligentes y con un profundo conocimiento de los problemas locales” (17). Con lo cual termina brindándole reconocimiento a la gente allí reunida, dándole categoría a partir simplemente de poner la oreja a sus demandas.

XXVIII. En la entrevista que le realizan a Fernando Ulloa (18), Gregorio Kazi y Vicente Zito Lema relatan una anécdota de un joven piquetero de La Matanza que cuenta que cuando el dueño de la fábrica lo despide ni siquiera se digna a mirarlo. Un día durante un corte de ruta aparece el hombre solicitando pasar debido a una urgencia familiar y allí no tiene más remedio que mirarlo y reconocerlo. Cuando el joven piquetero decide dejarlo pasar es claro que el piquete ha quedado instaurado como un “fenómeno nuevo de confrontación” (19), allí se establece un cruce de miradas, de paridades, “el drama ha producido una declinación de la tragedia” (20) decía Ulloa, allí –entendemos nosotros– nace la subjetividad.

XXIX. Dice Baudrillard en su teorema de la parte maldita: “Cualquier estructura que acose, que expulse y exorcice sus elementos negativos corre el peligro de una catástrofe (...). Todo lo que expurga su parte maldita firma su propia muerte” (21).
Cualquier sociedad –decimos nosotros– que no sea tolerante con los síntomas que aparecen en el cuerpo social, con aquello que no funciona corre –como dice el pensador francés– el peligro de su propia muerte. Claro, creemos que el sida, la desocupación, la violencia nos ponen en peligro. La tesis de Baudrillard es muy osada, él dice que no es así, que es la expulsión de esos elementos negativos lo que nos pone en peligro. Medirán que el sida, la desocupación, la violencia nos llevan a la muerte; seguro, si no utilizamos los anticuerpos que estos mismos fenómenos nos brindan. El suero antiofídico está en la víbora; pero si las exorcizamos de la naturaleza, ¿de dónde sacaremos el suero en caso de necesitarlo? ¿Se entiende entonces por qué la estructura necesita de sus elementos negativos? Es un gran trabajo de la subjetividad poder caracterizar nuestros síntomas sociales para entender hasta qué punto ellos hacen al equilibrio de nuestra sociedad y nuestra cultura.

XXX. No queremos saber nada del sidósico, de los sin techo, del inmigrante, o del desocupado, porque tenemos un saber, que tal vez sea un saber no sabido, pero es un saber al fin, acerca de que sólo en un abrir y cerrar de ojos podríamos pasar del otro lado del espejo, sólo en un instante podríamos pasar de espectadores a actores de estas tragedias de la vida ¿y qué vamos a esperar que nos suceda? ¿Por qué no adelantarnos?

* Escritor, periodista, docente en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. E-mail: [email protected]

Notas y bibliografía
(1) Paul Virilio: Estética de la desaparición. Anagrama, Barcelona, 1998.
(2) Asociación Madres de Plaza de Mayo. Nuestras consignas.
(3) Jean Baudrillard: La transparencia del mal. Ensayos sobre fenómenos extremos. Anagrama, Barcelona, 1991.
(4) Eduardo Pavlovsky: Micropolítica de la resistencia, en suplemento Asociación Madres de Plaza de Mayo de Página/12. Buenos Aires, 5 de noviembre de 1999.
(5) Ibídem 2.(6) Vicente Zito Lema: Reflexiones sobre una creación apasionada, en suplemento Asociación Madres de Plaza de Mayo de Página/12. Buenos Aires, viernes 17 de agosto de 2001.
(7) Diccionario Enciclopédico Quillet. Ed. Arístides Quillet, Buenos Aires, 1966.
(8) Horacio González: Crónica y política. Las últimas dos décadas de historia argentina, en suplemento Asociación Madres de Plaza de Mayo de Página/12, Buenos Aires, viernes 22 de octubre de 1999.
(9) Héctor Becerra (comp.): SIDA; más allá del HIV, Ediciones Fundación Alberto Espariz, Buenos Aires, 1994.
(10) Sigmund Freud: Lo siniestro en Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.
(11) Ibídem 9.
(12) La obscenidad del poder, la ternura de los piqueteros. Entrevista a Fernando Ulloa realizada por Vicente Zito Lema y Gregorio Kazi. Publicada en suplemento Madres de Plaza de Mayo de Página/12, Buenos Aires, viernes 14 de setiembre de 2001.
(13) Ibídem 1.
(14) Ibídem 3.
(15) Cartas de lectores en La Nación. Carta firmada por Carlos Lo Tártaro, presidente de Inter Fruit SA, pág. 16, Buenos Aires, martes 31 de julio de 2001.
(16) Violencia y contraviolencia. Entrevista a León Rozitchner realizada por Vicente Zito Lema. Publicada en Locas, cultura y utopías, Nro. 3, junio-julio 2001.
(17) Marta Dillon: La noche en que un ministro les dirigió la palabra a los pobres, en Página/12, pág. 2, Buenos Aires, domingo 24 de junio de 2001.
(18) Ibídem 12.
(19) Ibídem 12.
(20) Ibídem 12.
(21) Ibídem 3.

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Rectora: Hebe de Bonafini
Director Académico: Vicente Zito Lema

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