“Una cordillera de canciones con sus distintas alturas y sonoridades”. De ese modo resume el músico, poeta y pintor chileno Chinoy la naturaleza de su nuevo disco, Raricomio (2023), un conjunto de canciones que venía interpretando en vivo hace más de quince años pero que nunca había grabado en el estudio. “Son canciones que hice a lo largo de todo este tiempo de carrera como cantautor de bar, con guitarra acústica, y se fueron quedando en el repertorio. En la permanencia de tocarlas y en la búsqueda de nuevos formatos surgió la idea de hacer este disco. Son canciones también que la gente cantaba y me pedían”, precisa el artista trasandino, que se presentará este miércoles 20 de marzo a las 20.45 en Café Berlín (Av. San Martín 6656), con banda completa e invitados especiales como Julieta Díaz, Nahuel Briones y Lucero Van.

Producido entre Ciudad de México y Santiago de Chile, el sexto disco del cantautor expone todas sus facetas musicales: hay balada, rock, psicodelia andina, brit pop, oscuridad y hasta alguna bachata. “Trabajé estas canciones con distintos músicos y propuestas. Cada canción la trabajé con un productor distinto”, cuenta sobre estas canciones nacidas en Puebla, Santiago de Chile y Valparaíso. El espíritu latinoamericano del disco se refleja sobre todo en “La Noche Buena”, una canción en colaboración con Leiden (México), Juliana Strassacapa (Brasil), Nahuel Briones (Buenos Aires) y Vicente Cifuentes (Chile), con la producción de Pablo Ubiergo. “Fue una manera de unificar el continente, de llevar la canción por varios recovecos y lugares”, explica Chinoy.

El hilo conductor de su sexto disco, que recupera el nombre de un viejo espectáculo que hacía junto a poetas chilenos, es su predilección por la palabra, por el decir. El barroquismo poético, el eclecticismo musical y su voz mutante son los elementos centrales de la obra de Chinoy, uno de los compositores más personales de Chile. “Este disco viene desde la poesía y la amistad con otras áreas del arte”, define. “Lo mío siempre ha sido la letrística y la lírica”, amplía. “Por la admiración a la poesía. En mis primeras apariciones como artista mi zona era la poesía. Porque quería ser escritor y cuando comencé a dedicarme a la canción en Valparaíso se me activaron tantos años de lectura y admiración por las historias contadas”, dice el músico nacido en San Antonio.

Una de las canciones más representativas del disco es la que interpreta con su amigo de aventuras Nano Stern, “Para la pena no”, una emotiva pieza acústica y folklórica. “La hice para un festival de todos los pueblos que se hizo en Valparaíso. Estaba escuchando ‘What a Wonderful World’ y cuando empecé a caminar me empezó a sonar una melodía de respuesta a la canción”, cuenta Chinoy. “Logré sentarme en un lugar, empezar a guitarrear e hice esa canción que es una de las más simples de tocar. La hice en plena calle. Sentía que el nombre de Nano estaba implícito en la canción: estaba hecha para que la cantara mi amigo. Nos remite a esos tiempos donde pasábamos bastante juntos”, dice en alusión al espectáculo que realizaban a dúo hace una década, A 12 Cuerdas.

-Venís bastante seguido a tocar a la Argentina, ¿Qué encontrás en este lado de la Cordillera?

-¡Mucho aprendizaje! Uno exprime la música de artistas como Spinetta, Fito Páez, Andrés Calamaro, 2 Minutos, Flema, Sumo. Hace mucho tiempo había toda una especie de alucinación y traslado telepático hasta estos lugares. Mi bisabuela era argentina y vivía en San Rafael, Mendoza. Era profesora de piano. Recuerdo viajes de muy adolescente a Bahía Blanca con canciones que hacía a los quince años. Tengo también un amor grande acá: estoy casado con una artista argentina de Pergamino. Son un montón de historias que me reafirman como persona y hacen que regrese para acá. Ahora, por ejemplo, estamos grabando una canción nueva con Julieta Díaz en el estudio de Lisandro Aristimuño. Me une el arte que nace acá, que se conserva y que se hace fuerte. Estoy en un lugar que me activa y me inspira. Me llena de alegría estar en Argentina.

-Hace una década y media, una camada de compositores revitalizó la canción chilena: Camila Moreno, Gepe, Pedropiedra, Nano Stern, Manuel García, Evelyn Cornejo, Pascuala Ilabaca y vos, entre otros. ¿Cómo ves la actualidad de la canción en tu país?

-En su momento fue el auge de la trova, el trabajo de los cantautores con guitarra acústica. Luego vino un momento en el que todos se soltaron, se independizaron y empezaron a hacer sus experimentos. Creo que las canciones están resistiendo, la idea es que pase el tiempo y que veamos desde más lejos qué es lo que quedó, qué es lo que se escucha y qué es lo que sirvió para que vinieran nuevos cantautores y autores de nueva música. Hoy día en Chile está fuerte el trap y el reggaetón, es lo que más suena. Y la música que hicimos nosotros está en forma paralela y viene con otros públicos, en otro escenario. Lo mío transita por la independencia y encuentra un público marcado por cierta nostalgia o ideas sobre el mundo. Pero hay una canción que ha soportado el tiempo. Creo que se han hecho buenas canciones. Chile es un país potente con una tradición de cantautores y cantautoras: Violeta Parra, Víctor Jara, Los Jaivas, Los Prisioneros, Los Tres.