Me enteré por las redes y en estos tiempos fue como agua fresca. Me pregunté quiénes serían esos locos que ponían en marcha la primera biblioteca especializada en las Malvinas Argentinas, allá en Santa Clara del Mar. Muy grande fue mi sorpresa al contactarlos y descubrir que conocía a Jorge Gómez por compartir luchas gremiales educativas  en los  90. Jorge y  Alejandra Díaz, su compañera de toda la vida, concretaban una idea que tuvieron hace más de dos décadas.

Mientras me comparten un mate repleto de yuyos de su huerta familiar me cuentan con mucho entusiasmo cómo nació su interés malvinero. “Los dos fuimos voluntarios de la Cruz Roja durante el conflicto. Éramos novios y vivíamos en Lomas de Zamora, y nos molestaba que la mayoría de la sociedad seguía con su vida normal como si nada”.

No pude evitar el recuerdo de que en los pueblos y ciudades costeras la vivencia de la guerra fue distinta, y que el compromiso con la causa de Malvinas crecía mientras más al sur se iba. Eventos para recaudar fondos, cartas a los soldados, oscurecimientos de las aberturas en las casas y otras acciones nos involucraron decisivamente y para siempre.

“Siempre nos hemos considerado militantes malvineros. Un tiempo después de la finalización de la guerra, salieron avisos convocando ciudadanos para colaborar con los ex combatientes. Esos que nadie quería, a quienes no les daban trabajo, que no tenían contención del Estado, que se suicidaban. Tené en cuenta que recién diez años después aparecieron las pensiones de guerra. Y ahí fuimos nosotros y nos involucramos con ellos, simplemente al escucharlos".

“En 1987 nos mudamos a Las Toninas y allí logramos la imposición del nombre Malvinas a una plaza. Dos años después nos vinimos a Santa Clara, donde junto a otros vecinos instalamos el tema Malvinas, hicimos un mural en una escuela y organizamos la primera vigilia del 2 de abril en el año 2002. Poco antes habíamos terminado nuestra casita trabajando siempre como docentes y empezamos a viajar por algunas provincias. Y en cada lugar que íbamos, visitábamos bibliotecas, porque yo ya me había recibido de bibliotecaria”, cuenta Alejandra. 

“Y veíamos que solo tenían dos o tres libros sobre el tema. Pero si hay montones, decíamos. Y empezamos a comprar todos los que encontrábamos en las librerías y a coleccionar revistas que hablaban de la causa. En poco tiempo reunimos doscientos ejemplares, y anunciamos la creación de la Biblioteca Malvinera. Eso fue hace veintidós años”, completa muy orgullosa del camino recorrido.

“Casi todos los compramos con nuestros flacos bolsillos, en algunos sitios nos hacían descuentos, algunos fueron donados. Y hemos llegado a juntar tres mil doscientos ejemplares, casi todos en castellano. Durante estos años los hemos tenido en cajas, en el garaje y metidos en tres altillos. Ya no teníamos lugar y era difícil acceder rápidamente a ellos cuando venía alguien a pedir alguno. La investigadora Rosana Guber, especializada en Malvinas, nos animó con el proyecto y también muchos ex combatientes. Pedimos un vagón a Ferrocarriles Argentinos y luego de dar vueltas más de tres años nos los negaron porque no teníamos armada una asociación civil. Así que compramos un par de viejas casillas rurales, de esas que se usan para trabajar en los campos. Las compramos y las acondicionamos a pulmón durante tres años, sin ningún subsidio. Y el 30 de marzo la inauguramos".

La biblioteca tiene un formato de biblioteca pública, como las llamadas populares, y es la única especializada en estos temas con acceso libre y gratuito, y que presta materiales a domicilio. Ellos me cuentan que hay otras colecciones privadas, pero que no están abiertas a toda la comunidad que quiera solicitar un préstamo. Las casillas con murales alusivos están ubicadas en un predio con una hermosa y nutrida huerta contigua que las complementa muy bien. Dan ganas de quedarse a leer un libro ahí mismo, a la sombra de alguno de los árboles.

Y la cosa sigue. “Estamos avanzando en un proyecto de extensión universitaria con la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Mar del Plata para que ellos vengan a catalogar los libros. Eso lo estamos articulando también con el Centro de Ex Combatientes de Mar del Plata. Y tenemos que concretar la asociación civil para acceder a otras posibilidades”.

Es imposible no preguntarle su opinión sobre las políticas referidas a la soberanía sobre las islas: “Particularmente creo que en todas estas décadas de democracia no nos hemos podido desembarazar de la orden de nuestros enemigos de desmalvinizar. Y así resulta indudable que cada vez tenemos menos poder para poder negociar una salida favorable. Desde la claudicación de Menem no nos hemos podido recuperar. Pero ojo, que la causa no está olvidada, hay un sentimiento malvinense que está adentro de lo más profundo de nuestro pueblo. No logran vencer esa reserva, quizás hasta el reciente mundial de fútbol ayudó a eso. Aunque pretendan confundirnos, la enorme mayoría de los argentinos y argentinas queremos ser libres y soberanos. La causa Malvinas debería ser un punto de confluencia, como lo ha sido en el pasado”.

Antes de despedirme de estos docentes ya jubilados, me dan las señas para poder visitarlos: calle Pollensa 1561, en Santa Clara del Mar, muy cerca de la Ruta 11 Interbalnearia, yendo para Villa Gesell.

La Biblioteca es una muy buena alternativa para agregar a los tantos atractivos costeros bonaerenses. Si les avisan previamente, seguramente Alejandra y Jorge los esperarán con unos mates y les contarán lo que ha significado sostener el compromiso con los héroes de Malvinas que, más allá de la canción futbolera, jamás debemos olvidar.

E-mail: [email protected] y Fb: Jorge Alejandra