Desafiantes 8 puntos 

Challengers, Estados Unidos, 2024 

Dirección: Luca Guadagnino 

Guion: Justin Kuritzkes 

Duración: 131 minutos 

Intérpretes: Zendaya, Mike Faist, Josh O’Connor, Darnell Appling, Nada Despotovich, A.J. Lister. 

Estreno: Disponible en salas.

Los trailers de las películas se han convertido en un alarde de exhibicionismo que suele quedar muy cerca del espoiler. Difícil saber en qué momento dejaron de ser un recurso destinado a seducir y a generar curiosidad en el público para convertirse en la máquina de revelar que son en la actualidad. A tal punto que si alguien quiere ir a ver una película con el entusiasmo virgen, mejor no mirar la cola (que es como se llamaba a los trailers antes de que se impusiera el anglicismo).

Con el trailer de Desafiantes, último trabajo del cineasta italiano Luca Guadagnino, ocurre algo distinto. Es decir, es cierto que cuenta de más, pero incluso excediéndose nunca termina de ser fiel a la película, al espíritu de lo que en ella se cuenta. Viéndolo parece que se tratara de un relato frívolo, de un drama berretamente erótico sobre un trío de tenistas haciéndose caritas y posando para la cámara en escenarios ABC1 registrados con fotografía publicitaria. Bueno, la realidad es que Desafiantes es mucho más que eso. Mucho, con muchas “u”.

Lejos de quedarse en la superficie de lo que puede verse en ese avance, Guadagnino se toma el tiempo para que sus tres protagonistas vayan ganando profundidad emocional, hasta darle forma a un tenso menage a trois que elude los lugares más obvios de este tipo de historias, incluso cuando decide atravesarlos. Art y Patrick están comenzando una exitosa carrera en el tenis. No solo son una promesa en el circuito juvenil, que además juegan juntos en dobles, sino que los une ese tipo de amistad entrañable de los que se criaron juntos. Y así hacen todo: juegan juntos, viajan juntos, duermen juntos y hasta se enamoran juntos. De la misma chica, Thashi, también tenista, pero que ya parece tener ganado el destino de una verdadera estrella.

Guadagnino logra que los dos chicos reflejen de forma genuina ese espíritu juvenil, enérgico y atolondrado, de quienes todavía viven en una burbuja: la de una infancia que termina, pero también la de un futuro al que solo se puede ver con la esperanza del que ignora por completo que la vida es más difícil que un juego. Incluso cuando se vive jugando. El director perfila a Tashi con idéntica precisión, más madura y consciente, y por ello capaz de mirar los hechos con una mayor frialdad que a veces se parece mucho a la manipulación. Entre los tres le darán forma a una especie de thriller deportivo tan intenso como pícaro.

Utilizando la lógica del tenis, la historia de Desafiantes está narrada en tres líneas temporales que funcionan como los sets de un partido. A través de ellas se registra un arco de trece años, en los que las tensiones de ese vínculo tripartito van reorientando el sentido de sus fuerzas. Se trata de tres partidos en los que Art y Patrick se enfrentarán, dándole forma a una rivalidad que por supuesto excede lo tenístico. Con astucia y sentido del suspenso, el guion entrecruza las vidas de sus tres protagonistas, llevándolos muy lejos de los lugares que soñaban alcanzar, convirtiéndolos en personas distintas y, por lo tanto, alterando también las atracciones y rechazos que se producen entre ellos.

Mientras tanto, Guadagnino convierte al tenis en un gran artefacto kinético, consiguiendo que el juego de pasar la pelotita al otro lado de la red se vuelva más cinematográfico que nunca. Y de paso, también logra que los espectadores se preocupen por esos tres chicos que buscan su destino en la pantalla. Para cuando llega el final, el tenis ya se ha transformado casi en un deporte de ciencia ficción, dándole forma a una secuencia tan imposible como dinámica que condensa el alma de todo lo que se contó hasta ahí. Desafiantes no puede terminar más arriba, con uno de los finales felices más adrenalínicos que se hayan visto en mucho tiempo. Mucho, con muchas “u”.