CONTRATAPA

¿La segunda muerte de Bin Laden?

 Por Juan Gelman

La velocidad con la que Osama bin Laden fue sepultado en el mar y cierto escepticismo por las afirmaciones de gobiernos de EE.UU. que han mentido mucho para justificar sus guerras, alimentan las teorías conspirativas en torno de su desaparición. Altos funcionarios estadounidenses insistieron en que el rápido destino del cadáver guardaba una consonancia absoluta con las prácticas islámicas (www.cbsnews.com, 2-5-11). Líderes de la fe mahometana señalaron, en cambio, que la tradición había sido violada de manera humillante: sólo se arroja al mar a quien fallece en una nave, y el que no debe ser enterrado con la cabeza hacia La Meca (AP, 2-5-11). Es la ley.

Otra cuestión que levanta suspicacia es el tema de la foto del rostro del terrorista finado. No faltan diarios europeos, como The Guardian, que han publicado artículos en los que se afirma que la única conocida hasta el momento de escribirse estas líneas fue trucada. Funcionarios de la Casa Blanca, por su parte, declararon que se han tomado muestras de ADN del cadáver y que hay “virtualmente un ciento por ciento de coincidencia” con las de familiares de Osama (www.latimes.com, 2-5-11). Se debe de haber descubierto un método ultramoderno para llevar a cabo la prueba en menos de 24 horas y el descreimiento persiste. Los Angeles Times reproduce lo que Cindy Seehan, madre de un soldado muerto en Irak y convertida luego en activista por la paz, asentó en su página de Facebook: “Lo siento, pero si usted cree en la nueva muerte de OBL, usted es un estúpido”.

La incredulidad no es, claro, general, como se ha visto a través de la cámara fija instalada en la Casa Blanca después de que el presidente Obama anunciara el éxito de la operación comando, pero se recuerdan algunos hechos curiosos. La CNN reveló que el día anterior al atentado del 11/9 Osama estaba en diálisis en un hospital paquistaní y meses después la misma cadena informaba que “las fuentes creen que los guardaespaldas de Bin Laden fueron capturados en febrero (del 2002), es probable que el hombre más buscado del mundo esté muerto” (edition.cnn.com, 23-7-02).

A esta versión le dio peso el propio Musharraf, entonces dictador de Pakistán, quien subrayó que el terrorista había importado dos máquinas de diálisis de Afganistán y que muy posiblemente había muerto de una afección renal (archives.cnn.com, 21-1-02). Nadie ha confirmado la primera aseveración, pero Bin Laden fue hombre de la CIA contra la invasión soviética de Afganistán y es difícil suponer que la Agencia no conociera su paradero en uno y otro caso. Dada la infiltración en Al Qaida de los servicios de seguridad de EE.UU., es igualmente difícil que no supiera de la construcción de la verdadera fortaleza donde Bin Laden fue muerto: se encuentra en Abbottabad, a dos horas de Islamabad, capital de Pakistán, y muy cerca de la Academia Militar paquistaní.

Hay fuentes más entendidas en la materia. Dale Watson, jefe de la unidad antiterrorista del FBI, dijo en el curso de una conferencia que impartió a sus agentes en el 2002: “¿Está vivo o muerto (Bin Laden)? No estoy seguro de la respuesta... Personalmente pienso que probablemente ya no está entre nosotros, pero no tengo pruebas” (www.cbsnews.com, 17-7-02). El ex funcionario de la CIA Robert Baer fue categórico seis años después: “¡Claro que está muerto!”, exclamó por la Radio Pública Nacional (prisonplanet.com, 2-10-08). Si así fuere, la invasión de Afganistán carecería de justificación, así como la guerra de Irak: nunca se encontraron las armas de destrucción masiva que Hussein supuestamente poseía.

¿Y por qué EE.UU mantendría la leyenda de Osama vivo? ¿Para continuar la guerra en su busca? Llama la atención que ningún portavoz de Al Qaida haya dado cuenta del deceso. ¿Para erigir una ficción aglutinadora de los terroristas? Lo cierto es que Obama se ve frente a una disyuntiva: si Osama murió, ¿para qué seguir en Afganistán y/o bombardear Pakistán? Hillary Clinton proclamó que la guerra continuará (www.usatoday.com, 2-5-11), entonces, ¿por qué Barack anuncia la muerte del jefe de Al Qaida precisamente ahora? Las especulaciones también abundan alrededor del tema.

Algunas son benignamente inmediatas: la popularidad del mandatario estadounidense está en declive y lo que calificó de “triunfo antiterrorista” seguramente la incrementará. Una primera encuesta del Pew Research Center y el Washington Post así lo muestra, sólo que el avance es “rápido pero limitado” (www.washingtonpost.com, 3-5-11): su índice de aprobación pasó de 47 por ciento en abril a 56 al día siguiente de la muerte de Osama; el 72 por ciento de los encuestados se declara “aliviado”; el 60, “orgulloso”; el 58 “feliz”; apenas el 16 por ciento “con miedo”. Sin embargo, la crisis económica y el desempleo castigan fuerte y una encuesta de CNN encontró que el 51 por ciento de los votantes registrados se pronunciará “probable o definitivamente” contra Obama en las presidenciales del 2012 y sólo el 46 a favor.

Otras interpretaciones del gesto de la Casa Blanca son más densas: anunciar seguras represalias de Al Qaida serviría para que continuara el flujo de ganancias al complejo militar-industrial y para recortar aún más las libertades civiles en EE.UU. Así lo piensa el Dr. Paul Craig Roberts, ex subsecretario del Tesoro con Ronald Reagan y ex columnista del Wall Street Journal y del Business Week (www.lewrockwell.com, 2-5-11). Considera que la muerte de Osama “es útil”.

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