Sábado, 8 de abril de 2006 | Hoy
Por Osvaldo Bayer
En derechos humanos se están poniendo algunos puntos sobre las íes. Lo de Malvinas, por ejemplo. Decir la verdad. Decir que fue una búsqueda desesperada de los militares para salvarse. La figura espantosa de un general Galtieri con la botella de whisky en la mano que manda a la guerra a morir a centenares de jóvenes no preparados. Lo escribí en aquellos días, cuando la mayoría de los argentinos se emocionaron y fueron a la Plaza de Mayo a aplaudir al siniestro uniformado. Dije que a las Malvinas había que recuperarlas con otros medios, no con las armas. Con la razón de la verdad. Dando el ejemplo de que somos un país democrático y amante de la vida y los derechos, y no un engendro de dictaduras, desaparición de personas y el reino de la coima. Y terminó como lo habíamos previsto: con la mezquina muerte de los jóvenes soldados y la rendición de sus cobardes generales. Parece un grotesco sainete de Alberto Novión, con una escenificación de Dario Fo. Una obra de arte de la cobardía trágica. Pero todo horriblemente banal azul y blanco, con sol. Todo usado para el provecho propio. Para poder quedarse en el poder después de los crímenes de la máxima crueldad, con el ataúd de los desaparecidos debajo del escritorio presidencial. Malvinas: la única guerra del mundo donde murieron los soldados y se rindieron todos los generales, almirantes, brigadieres, coroneles, vicealmirantes, contraalmirantes, mayores, capitanes, sargentos, cabos primeros. Y todos esos generales, almirantes y brigadieres van muriendo en la cama, poco a poco, con pensión completa.
Pero el cinismo siguió también en democracia, se empezaron a hacer monumentos a los Héroes de Malvinas mientras los ex soldados comenzaron a suicidarse. Los Héroes que en realidad fueron Víctimas. Sí, los de abajo, no los con jinetas que siguieron cobrando sueldos, pensiones y retiros. No, los que en un primer tiempo tuvieron que salir a mendigar, los de marrón terroso que habían soportado las bombas y las balas.
Ya en democracia tendría que haberse dicho la verdad y no encubrirla. Por ejemplo, publicar oficialmente el Informe Rattenbach, la verdad sobre los hechos. Acusar con la verdad al crimen irresponsable de Galtieri y sus generales. El Informe Rattenbach tendría que haberse repartido en edición oficial y haberse organizado grandes debates en los organismos de cultura, para que la sociedad supiera cómo fue engañada pero al mismo tiempo qué fácil cayó en el aplauso fácil de los sumisos y dominados. Pero no, ni Alfonsín ni Menem ni De la Rúa se dieron por enterados.
¿Cómo se creó esta comisión investigadora?
La derrota fue tan vergonzosa que la Junta Militar derrotada tenía no sólo que cambiar a Galtieri sino también nombrar a una comisión investigadora militar de por qué se había perdido la guerra. Lo hizo para ganar tiempo y para lavar la ropa sucia. Pero, para aparecer honestos tenían que nombrar a alguien absolutamente honesto e incorruptible. Fue al teniente general Benjamín Rattenbach a quien le tocó la misión de presidir tal comisión. Comisión que era sólo de “análisis y evaluación”.
Pero Rattenbach y su comisión en vez de producir un informe que dijera algo para ocultar todo, fue al fondo de la cuestión. Y lo dice en su informe final: “La fuerza, empleada equivocada e inoportunamente, no es el medio idóneo para hacer valer los derechos frente al adversario y ante la comunidad internacional”. En los considerandos ya se establece que el clima no era el mejor para iniciar la invasión ya que “existía en numerosos países, particularmente en los países europeos, un rechazo hacia el gobierno argentino, por la cuestión de los derechos humanos”. Frase fundamental. Sobre la improvisación irracional de la dictadura, establece: “...las capacidades del enemigo han sido consideradas en forma poco profunda, al igual que el análisis de la probable reacción británica, no existiendo certeza acerca de qué documentos o funcionarios fueron consultados”. Y “el escasísimo aviso previo que se dio a las unidades propias para cumplir misiones de guerra provocó que se enviasen a Malvinas tropas sin adiestramiento ni equipamiento adecuado”. Se expresan claramente las “fallas de coordinación entre comandos”, la “falta de preparación del personal y material” y la “falta de información del enemigo”. Además, “no existía un plan de defensa de las islas en caso de que Gran Bretaña decidiera recuperarlas por la fuerza”. Improvisación total. Luego, el informe califica a las medidas de las tres armas como “irreflexivas y precipitadas” que la convirtieron “en una aventura militar, sobre todo cuando se hizo efectiva la reacción bélica británica”. Pero el dictamen de la comisión investigadora no se reduce a la responsabilidad de los militares sino también de los medios de información argentinos “que contribuyeron a una pérdida generalizada de oportunidad”.
Se refiere también a las fanfarronadas oficiales, absolutamente irracionales, como cuando Galtieri dijo desde el balcón de la Casa Rosada: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, o de Costa Méndez, el canciller argentino tan derechista y católico: “La bandera argentina no será arriada mientras corra una gota de sangre por las venas del último soldado argentino que defiende las islas Malvinas”. El primero en arriarla fue el general Mario Benjamín Menéndez, el comandante de la isla. Bravuconadas de Galtieri y Costa Méndez que costaron la vida de centenares de jóvenes. Luego, la investigación irá a la parte de preparación militar. La irresponsabilidad fue iniciar una guerra cuando “la clase 1963 no había completado su instrucción básica ni se había completado la instrucción elemental de tiro y combate”. “No se previeron las necesidades de orden logístico” que “fue causa de serios problemas de desnutrición” de los soldados. Además de la “falta de capacidad integral de la flota”. El 60 por ciento de las bombas argentinas sobre buques británicos “no explotaron porque no tenían su tren de fuego preparado para blancos navales”. Con respecto al comandante militar de Malvinas, general Menéndez, hay una frase en el Informe que lo avergüenza para siempre: “Observamos un escaso empleo de lo que nuestra doctrina señala como un arbitrio esencial para la conducción: la presencia del comandante”. Que en buen castizo quiere decir: El general Menéndez se borró. Al general Parada, el informe lo deja desnudo: “Existió en la Brigada Infantería III una profunda ignorancia sobre el estado de las Fuerzas, lo que tuvo su origen... en la ausencia del comandante, quien instaló su puesto de comando en una casa donde vivía con gran parte de su Estado Mayor y personal de seguridad. El general Parada concurrió a su Estado Mayor en pocas ocasiones. Su particular forma de mando le hacía no considerar los asesoramientos de su Estado Mayor”. Además, señala: “Para nuestra inteligencia militar, los enemigos fueron Chile en el marco externo y la subversión, en el marco interno”. En sus conclusiones dice del comandante, general Mario Benjamín Menéndez: “No exhibió ni evidenció las aptitudes de mando y arrojo indispensables en la emergencia, y no fue en esa oportunidad –única en su vida militar– el ejemplo y la figura que la situación exigía frente a las tropas”.
Finalmente se encuadra en lo penal a Galtieri, Anaya, Mabragaña y Reposi en delitos que merecen la pena de muerte o reclusión por tiempo indeterminado y otras penas para altos jefes. Se llega así también a Astiz “por haberse rendido sin oponer resistencia”. Es decir, el delator de las Madres y de las monjas francesas quedó como cobarde en la investigación de los propios militares.
Un documento que sirve para demostrar todo el interior obsceno de los militares del “proceso” de desaparición de personas. Un documento para que sea conocido por todas las generaciones que sufrieron el régimen y para las venideras, a fin de que luchen siempre por la verdadera democracia y la libertad.Las secretarías de Cultura del país deben editar y repartir este libro de esta guerra que utilizando un motivo noble llenó al país de vergüenza y de la muerte de centenares de jóvenes.
Desaparición de personas y derrota moral y material de Malvinas. Dos antecedentes para pensar en luchar por un futuro sin hambre, sin desocupados, sin dictaduras uniformadas, sin monumentos a la violencia.
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