CULTURA › LA MUESTRA DE LEON FERRARI YA FUE VISTA POR 13 MIL ESPECTADORES
Efecto boomerang de las agresiones
Con un fuerte operativo policial, sólo ayer concurrieron al Recoleta 4 mil personas. La agrupación “Custodia” arrojó folletos en los que se invocaban “los derechos de Dios”. El abogado de los detenidos el viernes defendió en su momento al criminal nazi Walter Kutschsmann.
Por Mariano Blejman
El círculo comienza a cerrarse: mientras los cinco (o más) devotos que ingresaron el viernes a la noche a la muestra de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta y rompieron unas diez obras –la mayoría botellas, y una estructura de vidrio– al grito de “Viva Cristo Rey, carajo” fueron liberados el sábado, unos folletos aparecieron en la puerta firmados por una agrupación autodenominada “Custodia”. Los volantes decían: “No permitamos que se ofenda a la Fe Católica: movilicémonos en defensa de los derechos de Dios”, convocando a la misa en la Plaza Recoleta el próximo miércoles, en honor a la Virgen María, en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Esa agrupación había invadido el ICI en abril del 2001 cuando Ferrari exponía en ese centro y es el mismo grupo que chocó contra la agrupación H.I.J.O.S. en un escrache que los militantes realizaban contra el ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, acusado de crímenes de lesa humanidad.
Página/12 pudo averiguar que José María Soaje Pinto representa a los detenidos, un conocido abogado de la ultraderecha que defendió, entre otros, al coronel (R) Mohamed Alí Seineldín, al ex criminal nazi Walter Kutschsmann y a Facundo Mazzini Uriburu, bisnieto del primer presidente de facto argentino que había insultado a una persona de color en un supermercado Coto al grito de “A los negros hay que matarlos a todos de chiquitos”.
Finalmente, después de los destrozos de unas diez obras de la retrospectiva de Ferrari, que agrupa trabajos desde 1954 a 2004, el viernes a la noche, fueron llevadas detenidas cinco personas, aunque -según fuentes policiales– se identificó después sólo a cuatro. Hernán Capizano, Rodolfo Montes (44 años), Néstor Daniel Mariotti (28 años) y José Antonio Musketta (21 años) fueron acusados por “daños, lesiones y amenazas”, y puestos en libertad el sábado a la mañana, aunque quedaron a disposición del Juzgado Nacional de Instrucción Nº 35 de Eduardo Moundjian, en la Secretaría 120 de Osvaldo Rapa. Durante los altercados fue herida Silvia Ibarra, cuando unos vidrios de la obra La ciudad de los inmortales, acrílico con poemas de Borges, cayeron sobre su pie. Este diario pudo saber que los detenidos declararon no conocerse entre sí, aunque los mencionados fueron representados por Soaje Pinto.
A esta altura, la estrategia del cardenal Jorge María Bergoglio parece definitivamente destinada a un efecto boomerang. Porque la muestra, que se inauguró el lunes pasado en el Recoleta, ya fue vista por unos 13 mil espectadores (sólo ayer la vieron 4 mil personas), con colas de una hora para ingresar, como si no supieran que la misma seguirá hasta el 27 de febrero. Después del durísimo comunicado de Bergoglio, seguido de los destrozos, el público comenzó a llegar a borbotones. Durante el fin de semana, la muestra transcurrió tranquilamente, más allá de un grupo de feligreses que rezó en la puerta del Centro Cultural, mientras se llenaba la sala Cronopios donde se desarrolla la polémica muestra del artista de 84 años, considerado por los especialistas el mayor exponente vivo del arte político argentino.
El sábado, debido a los peritajes de la Policía Federal, la retrospectiva se abrió recién a las 17, con un vallado policial y con un gran operativo de seguridad, a cargo de la empresa privada Protección Search, que cuida el centro cultural. Esta prevención, sin embargo, no impidió el ingreso de unas 2 mil personas. El centro dispuso el ingreso simultáneo de unas 80 a 100 personas, lo que generó una extensa cola –de una cuadra de largo dentro del recinto del Recoleta– de hasta una hora. Cerca de una hora permanecieron también dentro de la muestra los que podían entrar. El sábado, la retrospectiva de Ferrari fue visitada por el propio secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo López (el gobierno porteño fue uno de los blancos de las críticas de Bergoglio), por el filósofo Santiago Kovadloff, además del politólogo José Nun, flamantesecretario de Cultura de la Nación, junto a la curadora de la muestra, Andrea Giunta.
Pero las vallas –más acordes a las canchas de fútbol que a un centro cultural– del sábado fueron levantadas ayer, permitiendo el ingreso normal a la muestra de Ferrari, que poco después de las 19 puso fin a la cola, para cerrar la sala al público alrededor de las 21. Las actuaciones de la Justicia se realizan de oficio, ya que el gobierno porteño dijo que no se presentará como querellante. “No vamos a hacer nada más que seguir de cerca la causa”, dijo Víctor Ponce, el abogado del gobierno porteño. Unas veinte personas que estaban visitando la muestra el viernes pasado se presentaron como testigos y ratificaron sus declaraciones iniciales a la prensa.
El diario Clarín había publicado que una agrupación de nombre “Custodia” ingresó a dañar la obra de Ferrari en el ICI en el 2001 y también habían aparecido folletos de “Custodia” cuando un grupo de ¿devotos? de Etchecolatz agredió a la agrupación H.I.J.O.S. El noticiero Telenoche de Canal 13 había denunciado en ese entonces que dos de los agresores a la agrupación H.I.J.O.S. atendían en la librería católica de Santiago Apóstol ubicada en Lavalle y Riobamba. El mismo programa había denunciado, en su momento, que una de las mujeres que participó de los incidentes era profesora del Colegio Inmaculada Concepción.
Ayer a la noche, la curadora de la muestra, Andrea Giunta, junto a Gustavo López y el vocero de Bergoglio, Guillermo Marcó, fueron invitados al programa de Mariano Grondona Hora clave por Canal 9, aunque faltó el propio Ferrari. El artista explicó en conversación con Página/12 que desistía porque no le gustaba salir en televisión. Antes del programa, López declaró a este diario: “Apostamos a que realmente esto se vaya serenando. Que la gente que quiera ver la muestra, pueda hacerlo; y aquellos que no quieran, que no vayan. Pero, según hemos visto, el público entiende que se trata simplemente de obras de arte”.