El equipo que dirige Walter Perazzo arrancó con una mayor predisposición en busca del ataque. A diferencia de lo que ocurrió ante Egipto, la movilidad en el mediocampo le permitió al combinado nacional ser amplio dominador del terreno. Con un Erik Lamela preciso para distribuir con inteligencia la pelota y sin los rastros de las molestias físicas que lo hicieron salir del campo de juego antes de lo previsto frente a los africanos, Argentina mejoró su nivel.

Y más insinuaba su crecimiento cuando el ex River se asociaba con Luque por la banda izquierda y con Pereyra por la derecha. Sin embargo, en los últimos metros no hallaba el pase justo que destrabara el resultado. Y eso lo aprovechó Portugal, que de contragolpe tuvo la más clara cuando a los 20 minutos Caetano quedó libre y con un potente remate hizo lucir al arquero Esteban Andrada.

Desde ese momento el partido se hizo trabado, con más fricción que juego. Facundo Ferreyra deambulaba por el área sin poder combinar con sus compañeros. Allí radicó el porqué la Selección no generaba peligro y pese a tener enfrente un rival tibio, la agresividad que mostró en los primeros minutos se fue desvaneciendo. Así se fue una etapa inicial que encontró en el calor agobiante la excusa perfecta de un fútbol desdibujado.

El complemento sufrió la misma monotonía. Sin ideas, los dos equipos solamente se aproximaban al arco adversario mediante pelotas detenidas. El ingresado Iturbe sacudió la modorra con un remate desde afuera que obligó a una gran tapada del arquero Mika. Portugal explotaba bien la potencia de Nelson Oliveira por la franja derecha y complicaba a la defensa argentina, que comenzaba a jugar al límite. De una falta de González Pires –candidato a la segunda amarilla– surgió un tiro libre peligrosísimo. Ejecutó el conductor portugués, Sergio Oliveira, la pelota superó la barrera de dos hombres y terminó salvando el arquero Andrada, con otra buena atajada.

El protagonismo y su clara decisión de adueñarse de la pelota no les permitió, sin embargo, a los argentinos definir el trámite dentro de los 90 minutos y el partido fue a tiempo suplementario.

Los argentinos llegaron más cansados y entonces Portugal pareció animarse y fue a presionar arriba, dándole un poco más de trabajo a Andrada. Lamela aparecía poco y eso no ayudada a Iturbe, que quedaba muy solo y no lograba resolver bien. El tramo final del encuentro fue un despropósito, puro pelotazos. Y mucho cansancio de los jugadores. Se definió en los penales. Argentina tuvo sus oportunidades para meterse en semifinales, pero no las supo aprovechar.