Actitud para presionar, orden para defender y un trato prolijo de pelota fue el saldo positivo del empate 0-0 de la Selección Argentina en el clásico de las Américas ante Brasil, disputado en Córdoba. Generación de juego, llegadas y profundidad fue el déficit marcado de un equipo que estuvo más cerca de perder que de ganar. El miércoles 28 se llevará a cabo la revancha, en Belén.

Este doble compromiso ante Brasil encontró a Sabella con una disyuntiva. Por un lado, es la piedra fundacional de su ciclo, con la tendencia que puede marcar eso en el humor de la gente y, sobre todo, de la crítica. Y por otro, necesita comenzar a ver jugadores, para cuando aparezcan los compromisos con mayores responsabilidades. Y ante esas dos realidades, el técnico decidió armar un mix: apostó por jugadores con poca experiencia con la camiseta argentina, pero de los que sabía que le podían rendir, y buscó futbolistas que se entendieran entre ellos por su conocimiento previo. En el aspecto del juego, buscó generar un bloque sólido de mitad de la cancha hacia atrás y luego recién intentar desequilibrar adelante, con Juan Manuel Martínez como principal arma ofensiva.

Ante ese panorama, la primera impresión no fue tan mala. La versatilidad de la línea de tres, que con los retrocesos de Papa y Pillud se transformaba en una línea de cinco y la presencia en la mitad del campo de Canteros permitieron disimular las carencias individuales de Cellay y Desábato, que pagaban cada vez que Neymar buscaba encararlos. Pero entre el buen agrupamiento, el orden prefijado y la timidez que mostraba Brasil, Orion pasaba pocos sobresaltos. Igual, el equipo de Meneses generó la chance más clara de la primera mitad con una gran maniobra de Neymar, que se sacó dos hombres de encima y buscó por el segundo palo a Leandro Damiao, pero el palo le negó el gol al delantero del Internacional.

Sin mayores problemas de mitad de cancha para atrás, los inconvenientes aparecieron en el momento de atacar. Sin jugadores creativos naturales, las chances argentinas quedaron reducidas a algún arranque electrizante de Martínez o algún desborde de Augusto Fernández. Con esas herramientas, la Selección llegó poco, con algunos centros para Boselli, antes de salir lesionado, o con un remate del delantero de Vélez que pasó muy cerca del segundo palo. Poquito como para entusiasmarse, aunque entendible por el planteo y los nombres que había sobre el terreno.

A medida que los minutos transcurrían, el desarrollo era cada vez más cerrado. Como Brasil nunca se animó a salir ni a soltar defensores y volantes y Argentina no encontraba cambio de ritmo, el trámite monótono se adueñó de la noche. Apenas Canteros, con su claridad para jugar, aportaba algo de luz, como ese pase para la entrada de Mouche, cuyo cabezazo fue bien controlado por Jefferson. Por eso, a esa monotonía sólo la podía romper una genialidad, como la que inventó Leandro Damiao: el delantero hizo una bicicleta con sombrero a Papa y luego tocó por arriba de Orion, pero el palo le negó otra vez el gol. Tan notable fue la maniobra que el público cordobés la premió con su aplauso. La otra posibilidad fue un preciso tiro libre de Ronaldinho, que Orion desvió con esfuerzo al corner.

“Nos faltó peso ofensivo. Perdimos dos delanteros y eso nos costó”, remarcó Sabella al término del encuentro, aunque valoró el equilibrio que tuvo su equipo a lo largo del juego.

0- ARGENTINA

Orion; Pillud, Cellay, S. Domínguez, Desábato, Papa; A. Fernández, Canteros, Zapata; J. Martínez, Boselli.

DT: A. Sabella.

0- BRASIL

Jefferson; Rever, Dedé, Kleber, Danilo; Paulinho, Ralf, Renato Abreu, Ronaldinho; Neymar y Leandro Damiao.

DT: M. Menezes.

Estadio: Mario Kempes.

Arbitro: Enrique Osses (Chile).

Cambios: 24m Gigliotti por Boselli (A); 57m Mouche por Martínez (A); 63m Oscar por Renato Abreu (B); 87m Chávez por Fernández (A) y Casemiro por Paulinho (B).