El desmanejo de la Comisión Normalizadora de la AFA está a la vista de todos, principalmente de los dirigentes que cuestionan cada una de las decisiones tomadas desde que este grupo se impuso al frente del timón del organismo. En medio del descrédito, todavía le queda una cuestión que resolver: la reforma de los estatutos que allanarían el camino para convocar a elecciones, tras el escándalo del empate en 38, con 77 electores.

En una suerte de gesto propio y desesperado, su titular Armando Pérez busca una bocanada de oxígeno en Barhein a donde fue a buscar inversores del mundo árabe –los famosos petrodólares del capital especulativo que, sin dudas, traerá consecuencias funestas a las ya castigadas economías de los clubes–. Y pero aún dejó como al pasar, en un diálogo con el diario deportivo Olé, una par de frases demoledoras. Admitió que no fue él quien pidió estar en esa posición, aunque recordó que todavía tiene una responsabilidad por cumplir: la tan mentada reforma, que le quitaría poder a los clubes de ascenso. Además, en un intento de acallar las críticas del presidente de Boca, Daniel Angelici, a su inoperancia, el ex titular de Belgrano admitió: “Si Mauricio Macri cree que es un desastre lo que hice, me juntaré con él. Es mi jefe. Pero que quede claro que yo no endeudé a la AFA como otras administraciones”.

No soprende la idea de que había sido puesto a dedo tanto como el hecho de que quienes lo manejan han comenzado a apurarle el paso. Sin consenso ni apoyo entre sus pares, Pérez invoca ahora la ayuda de la FIFA y de la Conmebol. Su “jefe” también parece percibir por estas horas que la marioneta no se nueve tan bien como lo imaginaba, que algo está saliendo mal y no precisamente porque se le ven los hilos, sino porque el muñeco, terror de los titiriteros, se enreda solo con ellos.