El boom del sector automotor superó las previsiones de las terminales, que no logran responder al ritmo de crecimiento de la demanda. La entrega de 0 Km exhibe demoras de hasta tres meses. Las concesionarias sostienen que se trata de casos puntuales. Según un relevamiento realizado por Página/12, la mayoría de las automotrices tiene como mínimo uno o dos modelos con retrasos en la entrega. La consecuencia es un aumento en los precios de los usados, dado que parte de esa demanda se traslada a los denominados seminuevos, con hasta un año y medio de antigüedad. En muchos casos, los valores para el mismo modelo se empardan cuando se compara nuevos y usados recientes. Los vehículos premium son los que más retrasos evidencian.

“No es regular, pero las demoras son una realidad que se está viviendo en el sector, tanto con los vehículos de fabricación nacional como importados”, señaló a este diario un directivo del sector concesionarios. Esta situación se repite generalmente para esta época del año, donde la demanda se intensifica. El mes pasado el sector cerró el mejor trimestre en ventas de su historia, al registrarse 230.185 patentamientos, según la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara). Las ventas suelen concentrarse en la primera parte del año, ya que enero funciona como un “mes doble”, porque se suman los patentamientos de diciembre previo, debido que los compradores prefieren esperar 30 días y ganar un año con el modelo.

Los plazos habituales de entrega son de hasta un mes. No obstante, en el último tiempo las demoras llegan a tres meses, e incluso más cuando se trata de unidades muy requeridas o con mayores elementos de confort o de seguridad. “Los problemas se concentran en los importados chicos, procedentes en su mayoría de Brasil, dada también la fuerte demanda de vehículos en el país vecino”, apuntó el directivo. Casi todas las automotrices anunciaron importantes inversiones para el transcurso de este año, pero el impacto de su ejecución “lleva como mínimo entre 90 y 180 días”, explican desde una de las terminales. A esto se suman las dilaciones que implica ajustar toda la cadena de valor.

Toyota es una de las marcas con mayores inconvenientes para cumplir con el mercado interno. “No dan abasto. Llegaron al límite de producción y la demanda continúa creciendo. Además, tienen muchos compromisos de exportación que deben cumplir”, explicó a este diario el representante de una concesionaria de la marca. La empresa anunció una ampliación de producción, pero el terremoto y tsunami en Japón –de donde es oriunda la firma– complica el abastecimiento de repuestos. Ayer anunció que su producción en aquel país y en el exterior volverá a la normalidad recién en noviembre o diciembre de este año. Algo similar sucede con los modelos de la japonesa Honda.

FIAT Auto, filial local de la firma italiana, también exhibe demoras. En este caso, la causa es una decisión de la propia terminal: imbuidos en una pelea con Volkswagen por imponer su liderazgo en el segmento medio del mercado brasileño, la automotriz que conduce Cristiano Rattazzi privilegia la exportación de vehículos hacia ese destino. En cuanto a Volkswagen, los mayores problemas son con el GOL Trend, que proviene de Brasil.

Los compradores también tienen que esperar mayor tiempo en el caso de la Partner y el 207, de la firma francesa Peugeot. La misma situación se exhibe con Ford y sus modelos Fiesta y Ecosport, Renault con la Sandero y General Motors con el Corsa y el Chevrolet Agile. “Pero los vehículos premium son los que se llevan las palmas”, dijo una fuente de una agencia que conoce ese segmento. Las demoras derivan de la disposición del Ministerio de Industria y la Secretaría de Comercio Interior para que estas firmas presenten planes para balancear el déficit comercial de sus importaciones. Varias ya resolvieron su situación, mientras que otras, como el caso de BMW, todavía siguen sin importar unidades.