Martes, 13 de marzo de 2012 | Hoy
ECONOMíA › IMPACTO DE LA APLICACIóN DEL PAQUETE TECNOLóGICO Y LA SEQUíA
El monocultivo, la extensión de la frontera agropecuaria hacia tierras poco fértiles y una mala gestión del agua son algunos de los agravantes de los períodos de sequía. Esa es la conclusión de un informe de la Universidad de Río Cuarto.
Por Sebastián Premici
“La sequía del período 2011-2012 puso en evidencia que la economía del agua es una cuestión esencial para la estabilidad de la empresa agropecuaria. También resulta prioritario el diseño correcto de las tecnologías de uso y manejo de los suelos, y prácticas de conservación como etapa previa y necesaria para que funcionen las tecnologías de insumos.” Esta es una de las principales conclusiones de un informe elaborado por la Universidad Nacional de Río Cuarto que puso en el centro de la discusión la necesidad del buen uso del suelo para morigerar los efectos de la sequía. El monocultivo, la extensión de la frontera agropecuaria hacia tierras poco fértiles y una mala gestión del agua son algunos de los agravantes de las inclemencias climáticas.
El trabajo lleva la firma de siete investigadores, entre ellos Alberto Cantero, ex presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados. Si bien el análisis se centra en los suelos del sur de Córdoba, las descripciones realizadas podrían traspolarse hacia otras regiones. “La expansión de la agricultura en pocos casos ha tenido en consideración las limitaciones y riesgos de la mayor presión de uso sobre los suelos y por lo general no van acompañadas de la incorporación de las tecnologías apropiadas a cada limitación y potencialidad ambiental. Todo este proceso implica un incremento en el deterioro de los suelos”, puede leerse en el informe, presentado en febrero de este año.
El deterioro de los suelos puso de manifiesto un mayor impacto del “estrés hídrico y térmico” sobre el desarrollo vegetativo y reproductivo de los cultivos. Esto se traduce en faltas de plantas por fallas en la germinación y plantas que no alcanzan el ciclo reproductivo. “La prueba más patente del mal manejo de los suelos durante la última sequía es que dos campos contiguos, con la misma cantidad de agua recibida, tuvieron resultados diferentes”, indicó a Página/12 Oscar Solís, subsecretario de Agricultura.
Otra de las características en el mal uso de los suelos es el monocultivo. Esto trae aparejados un agotamiento de la tierra y una mayor dependencia de insumos (genotipos, fertilizantes, biocidas, etcétera). “Si bien la siembra directa ha logrado aumentar la eficiencia del uso del agua principalmente por el menor tiempo transcurrido entre el inicio de la lluvia y la siembra del cultivo, esta tecnología no ha resuelto el problema de las compactaciones (confinamiento de las raíces). Esto es posible de controlar, pero las acciones técnicas para hacerlo (labranzas verticales) no están incluidas en el actual paquete tecnológico”, indicó el informe de la UNRC.
Para Solís, el mal uso de los suelos puede estar relacionado con el sistema de arrendamiento. “No es lo mismo que uno cuide su tierra a que otro se lleve de la tierra solamente los recursos que genera. Incluso, los pooles de siempre que alquilan grandes extensiones, también sufren pérdidas de los suelos que explotan. Esto no es una cuestión de inversión sino mal manejo”, indicó el funcionario.
El concepto clave para el buen uso de los suelos sería que cada productor respete la “estructura” de las tierras de acuerdo con la región donde se ubica, y en función de ese diagnóstico pueda capturar agua dentro del suelo y posibilitar que los cultivos la utilicen; manejar adecuadamente los balances de carbono y una elección adecuada del genotipo y del diseño de la plantación.
Frente a los reclamos constantes de las entidades agropecuarias para que sea el Estado el que rescate a los productores ante las inclemencias climáticas, el informe técnico de la UNRC pone la lupa sobre los propios productores, grandes y pequeños. Es decir, los paquetes tecnológicos tal cual son ofrecidos por el mercado no son suficientes para una correcta gestión de los suelos. Como respuesta política a esta situación, el trabajo académico propone la sanción de un conjunto de leyes, como el ordenamiento territorial, un nuevo esquema de arrendamientos donde se privilegie el largo plazo como horizonte de planificación y producción, y leyes provinciales de conservación de suelos.
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