EL MUNDO › OPINION
Lula no es De la Rúa
Por Ricardo Romero *
La alianza del Partido dos Trabalhadores con el Partido Liberal tienta a muchos a hacer un paralelismo con la fracasada Alianza UCR-Frepaso. Sin embargo, cabe acotar algo muy importante, la alianza Lula-Alencar no es igual a De la Rúa-Alvarez. No sólo porque el perfil de centro izquierda encabeza la lista, sino que además las bases sociales son sustancialmente distintas, lo que me permite afirmar que en Brasil hay posibilidades de un proyecto alternativo.
Mientras De la Rúa licuaba su base social cerrando filas con el capital financiero, Lula interpela a los mercados y reclama discutir sobre la viabilidad de los programas impuestos por el FMI. Cuando De la Rúa definía su política con un puñado de amigos, Lula busca consensos políticos con la sociedad. En el punto en que De la Rúa hacía un seguidismo continuista de las relaciones carnales, Lula postula una consolidación autónoma de la política exterior. Y esta política tiene su base política.
El Partido dos Trabalhadores es la expresión política que nació bajo el declive de la dictadura brasileña, que no soportaba la dinámica política que provocaba el desarrollo industrial del Milagre y el II PND. Con eje en el ABC paulista, el PT se extendió a lo largo del Brasil hasta disputar seriamente la presidencia en 1989 y en 1994, momento en que la burguesía industrial paulista cerró filas con la oligarquía terrateniente, generando una alianza gubernamental entre el PSD y el PFL, y una coalición parlamentaria con el PMdB que sostuvo en el gobierno a Fernando Henrique Cardoso. En la actualidad, la crisis de la fase industrial expansiva abierta en 1968 desarticula los intereses que cohabitaban en la coalición. El proyecto petista sienta sus bases en lograr un acuerdo con el empresariado brasileño, por eso la alianza con Alencar, en pos de un programa industrialista que extienda su modernización hacia el resto de Brasil y fortaleciendo un shock redistributivo que garantice un desarrollo equitativo y mejore las condiciones sociales de los brasileños, y que pareciera tener aceptación como consta en un manifiesto empresarial lanzado este lunes en San Pablo. Se oponen a este plan los sectores rentísticos, en especial del capital financiero internacional, que hoy boicotean especulando.
El impulso constante de la Democracia Participativa como base del modo petista de gobernar nutre de fuerza social a este proyecto, donde los movimientos sociales organizados participan en esta construcción dando un sustento capaz de generar los lazos de solidaridad que el neoliberalismo constantemente desarticula. En definitiva, la participación de los ciudadanos es un punto nodal para el gobierno de Inacio Lula Da Silva, donde los destinos de la sociedad brasileña, y latinoamericana también, juegan su futuro. La pregunta clave es: ¿alcanzará?
* Politólogo-UBA.