Domingo, 20 de marzo de 2011 | Hoy
EL PAíS › WASHINGTON NO QUIERE PERDER PESO REGIONAL EN SEGURIDAD
Un cable filtrado por Wikileaks revela la desesperación de los Estados Unidos por ampliar el acuerdo sobre la Triple Frontera. Consideran que es el único foro a nivel político que les queda.
Por Martín Granovsky
Washington tiene tanto interés en contener el terrorismo como en no perder peso en Sudamérica. Así se desprende de un cable filtrado por Wikileaks al que tuvo acceso Página/12. Dice que la cuestión de la Triple Frontera entre Paraguay, la Argentina y Brasil es “el único pie” que pueden interponer los Estados Unidos para que no se les termine de cerrar la puerta de los asuntos de seguridad en la región.
El despacho diplomático tiene sólo dos años. Es del 6 de febrero de 2009 y lo firmó el entonces embajador en Brasil, Clifford Sobel. Barack Obama acababa de asumir la presidencia unos días antes, el 20 de enero.
El extenso análisis está centrado en el Mecanismo de Seguridad Tres Más Uno, que se inició en el 2003 para combinar los esfuerzos de Paraguay, Brasil y la Argentina, tres por un lado, y por otro lado el uno, los Estados Unidos. El objeto de supervisión es la Triple Frontera que conecta Ciudad del Este, Puerto Iguazú y Foz do Iguaçú. La zona pasó a estar bajo observación luego de los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994 y aumentó su importancia tras el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.
Para Sobel, el Tres Más Uno es “el único instrumento disponible para conversar sobre contraterrorismo con los socios regionales a nivel de formulación de políticas”.
Su diagnóstico es el siguiente: “Es probable que el Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamaraty) rechace nuevas propuestas a nivel de políticas para la cooperación regional en seguridad”. Y sigue así: “Puesto que el gobierno brasileño está empeñado en construir una arquitectura regional de seguridad en Sudamérica que no incluye a los Estados Unidos (por ejemplo los grupos de trabajo de Mercosur en temas de seguridad y el Consejo Sudamericano de Defensa de Unasur), hay que revitalizar el Tres Más Uno por dos motivos: como un modo de conseguir un compromiso de Brasil al más alto nivel político en esta cuestión y como una forma de mantener un pie dentro de las discusiones de seguridad regional”.
El despacho de Sobel está escrito dos años después del que firmó en 2007 el número dos de la embajada de los Estados Unidos en Paraguay, Michael J. Fitzpatrick, publicado por Página/12 el 7 de marzo último. “La entrada de Venezuela en el Mercosur altera claramente el balance y la dinámica de la organización”, dice el texto escrito por Fitzpatrick, que resume un encuentro de embajadores estadounidenses del Cono Sur americano. “El Mercosur fue transformándose gradualmente de una unión aduanera imperfecta en una organización más restrictiva y antinorteamericana”, agrega. La Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay firmaron con Venezuela un acuerdo de incorporación, pero Caracas sólo será miembro pleno de Mercosur cuando se apruebe la última ratificación parlamentaria pendiente, la del Senado paraguayo.
Si se suman los dos despachos, la conclusión es que Washington diagnostica la existencia de un antinorteamericanismo real, o sea no en el plano de los discursos, y a la vez teme quedar fuera de la región. Quizás ambos cables sirvan para explicar, por contraste, por qué ayer el presidente Barack Obama admitió un párrafo específico en el comunicado conjunto que firmó en Brasilia con su colega Dilma Rousseff. El párrafo dice así: “Los líderes subrayaron las valiosas contribuciones en favor de la democracia, la paz, la cooperación, la seguridad y el desarrollo realizadas por los esfuerzos y los acuerdos de integración regional y subregional, incluyendo la Unasur y el Mercosur, y señalaron el valor del diálogo entre la Unasur y los Estados Unidos”.
El actual embajador en Brasil es Thomas Shannon, un realista duro que fue subsecretario de Asuntos Interamericanos durante la administración Bush.
En el cable, Sobel proponía un objetivo de mínima y un objetivo de máxima. El de mínima era continuar con un mecanismo activo de Tres Más Uno. El de máxima, ampliarlo hasta llegar a “un diálogo regional más efectivo” en términos de sustancia y geografía.
El obstáculo que mencionaba Sobel era la pertinacia con que Brasil “limita las discusiones de temas que no estén incluidos en los marcos estrechos del Tres Más Uno”, es decir el intercambio de información contra el terrorismo internacional y las acciones del terrorismo en la Triple Frontera.
“El gobierno brasileño sabe que el Tres Más Uno no es un foro para compartir datos de inteligencia”, dice el cable de Sobel. “Como resultado de eso, es poco lo que los Estados Unidos pueden informar en ese marco. Brasil usa nuestra reticencia a compartir información para asegurar que no hay evidencia de acciones terroristas en la Triple Frontera y que, si hubiera evidencias, los Estados Unidos se rehúsan a mostrarlas. Esto pone en duda la existencia de actividad terrorista en la Triple Frontera y cierra muchas de las conversaciones que apuntan a analizar explícitamente actividades relacionadas con el terrorismo.”
Sobel aclaró en su escrito que no sabe hasta qué punto los diplomáticos de Itamaraty que participan de las reuniones del Tres Más Uno están al tanto del intercambio de informaciones de inteligencia entre los servicios secretos de ambos países.
Otros cables filtrados por Wikileaks a los que tuvo acceso Página/12 confirman que exis-te la misma relación bilateral entre organismos de inteligen-cia de los Estados Unidos y de la Argentina.
La preocupación del Departamento de Estado parece ser, entonces, cómo salir de lo que Washington ve como una trampa: mientras sus servicios secretos comparten información de manera bilateral, lo cual es aceptado tanto por Brasil como por la Argentina, su diplomacia no consigue avanzar en la ampliación de mecanismos regionales que incluyan a los Estados Unidos. “La cooperación con Brasil fue siempre fluida a nivel operativo”, admitió Sobel. “Pero el Tres Más Uno es el único foro de discusión subregional del que participamos a nivel político. En la medida en que Brasil cobra mayor confianza en su liderazgo regional, Itamaraty se siente más cómodo cuando dice a los Estados Unidos que no necesita de nuestra presencia.”
El cable habla de Catch 22, Trampa 22, en alusión a la novela y la película del mismo nombre. En diplomacia, la expresión alude a una impasse en la que una burocracia impide la solución. La culpable sería, en este caso, Itamaraty.
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