Domingo, 8 de mayo de 2011 | Hoy
EL PAíS › A TRES MESES DE LAS PRIMARIAS DEL 14 DE AGOSTO
La mano invisible del mercado político ha ido ordenando las opciones electorales, por encima incluso de la voluntad de sus actores, que se han debido resignar a los límites que les impone la realidad. Así se van definiendo unas pocas candidaturas presidenciales significativas, en torno de los partidos históricos, y algunos microemprendimientos personales.
Por Horacio Verbitsky
Maurizio Macrì soñaba con aglutinar en una hipotética segunda vuelta presidencial el voto antikirchnerista. Pero esa probabilidad era más baja que el riesgo de desguarnecer su retaguardia y perderlo todo en la parada. Su curiosa invitación en conferencia de prensa a formar un frente opositor fue la única forma que encontró para preparar su retirada. Ricardo Alfonsín desearía que su apuesta presidencial fuera acompañada por fuertes candidaturas radicales en las dos Buenos Aires. Pero el partido que le legó su padre se ha extinguido en la Capital, tanto si se mide por sus últimos resultados como por la candidatura imposible que postula para este año, y languidece en la provincia de Balbín, donde en las últimas dos presidenciales cayó del 9 por ciento con Margarita Stolbizer al 5 por ciento con el propio Ricardo Alfonsín. Pino Solanas deseaba ser candidato presidencial de Proyecto Sur y repetir los asombrosos resultados que obtuvo con ese PROS en la Capital Federal. Pero la calidad de voto requerida por su exquisita propuesta sólo se consigue en la misteriosa Buenos Aires. Claudio Lozano se consideraba el candidato ideal al sillón que una vez ocupó Aníbal Ibarra, pero sus invectivas antikirchneristas pronunciadas con vozarrón apocalíptico sólo son festejadas por sectores sociales que nunca lo votarían, como hizo público sin conmiseración por su aliado el propio Solanas. Los consejeros más próximos de Macrì lo convencieron de que su mejor opción era defender el territorio que ocupa y desde allí intentar el asalto a la Nación dentro de cuatro años. Le resultó más fácil decidirlo que explicarlo sin revelar su debilidad. Los recuerdos de la adolescencia porteña de Solanas han prevalecido sobre sus ensoñaciones de la senectud y ha decidido cambiar la gesta libertadora por la gestión municipal, dejando que otros se ocupen de lo que sucede en ese mundo ancho y ajeno que se extiende más allá de la Ciudad Autónoma. Antes que ellos, Francisco de Narváez se había resignado a un horizonte bonaerense, porque la Corte Suprema de Justicia no levantaría la cláusula constitucional que sólo admite en la presidencia a personas nacidas en la Argentina. Cada uno decidió cómo y dónde jugar según sus propias conveniencias y/o limitaciones, sin la visión de conjunto de la que todos adolecen. Esto decanta un esquema nuevo, por el que la principal oposición a CFK tendrá al hijo de Alfonsín como candidato a la presidencia, con Macrì y De Narváez como candidatos afines en la Ciudad Autónoma y en la provincia de Buenos Aires. Si dentro de dos semanas Antonio Bonfatti venciera en las primarias radicalsocialistas de Santa Fe, Hermes Binner podría aspirar a la presidencia con Víctor De Gennaro como vice, en una combinación de la que participarían Solanas en la Capital, Stolbizer en la provincia de Buenos Aires y el humorista Luis Juez en Córdoba. Esta hipótesis tiene una dificultad adicional, que el radicalismo agita: si Binner no fuera el vice de Alfonsín sino su competidor, la UCR podría romper el Frente Progresista santafesino, lo cual aseguraría la victoria del candidato del oficialismo nacional. Todo esto se definirá antes de fin de mes.
El downsizing de Macrì y Solanas también cambia la perspectiva de los comicios porteños. Si en la Nación se reducen las opciones, en la Ciudad aumentan. Además de la derecha populista y la izquierda chic habrá un candidato fuerte del oficialismo nacional, que se conocerá sobre el límite del plazo legal. La presencia de los ministros Amado Boudou y Carlos Tomada y del ex ministro Daniel Filmus, es una novedad llamativa en un distrito reticente al gobierno. Otro dato que merece atención es el clima de respeto recíproco y cooperación entre ellos, revelador de la fortaleza del proyecto que integran. Los tres aceptan que el candidato será quien decida Cristina, porque coinciden en que lo que se debate es la política que ella conduce. Ella a su vez se ha manejado con discreción, sin ungir ni desairar a ninguno. Nadie ignora los puntos débiles de cada uno: el origen neoliberal de Boudou; la negativa de Filmus al pedido de que fuera candidato en 2009, alegando que había asumido un compromiso con sus electores que no vence este año sino en 2013; el diálogo tremendo de Tomada con José Pedraza, pocos días antes de que fuera arrestado. Pero todos han priorizado el proyecto común. En la Capital siempre se ha cosechado lo que sembró el gobierno nacional, no los candidatos locales. El Kirchner arrasador de 2003 impuso sin dificultad al ya desgastado Ibarra; el Kirchner golpeado de 2009 debió apoyar a un extrapartidario, que no llegó al 10 por ciento. Las simpatías liberales del ministro de Economía ocurrieron en su lejana juventud de estudiante universitario y desde su designación en la Anses demostró un compromiso y una identificación sin fisuras con el gobierno nacional. CFK destaca, incluso, su rol decisivo en la recuperación del sistema previsional y en la Asignación Universal por Hijo y su alineamiento sin matices en la confrontación con el Grupo Clarín. Desde la oposición y en el propio kirchnerismo hay quienes se indignan con esta aseveración y enumeran proyectos previos de AUH, en el plañidero estilo con que los socialistas del siglo pasado desdeñaban las leyes del primer peronismo porque ellos las habían planteado antes. El cargo a Filmus sería aún menos relevante, si la candidatura no fuera a decidirse por la preferencia presidencial. Cristina se sintió abandonada en un momento crucial y no es seguro que lo haya olvidado. Lo de Tomada plantea otro tipo de cuestiones: el ministro de Néstor y Cristina Kirchner, sobre cuyo desempeño en ocho años hay encomios y no cuestionamientos, dialoga a las risotadas con el acusado por el asesinato de Mariano Ferreyra, sobre la mejor manera de restringir el ingreso de trabajadores tercerizados a la empresa ferroviaria Ugofe. También es revulsivo su tono, de chichoneo entre cofrades, considerando que Máximo Kirchner dijo en el entierro de su padre en Río Gallegos que “al matar a ese pibe en Constitución también mataron a mi viejo. Estaba indignado. Todos esos tipos tienen que ir en cana”. Según la transcripción del expediente, Tomada le dice al principal responsable:
–¡Mi querido! Escúcheme una cosa, dos cosas que le voy a decir. La mejor defensa es un buen ataque (ríe).
El favorito para la primera ronda electoral sigue siendo PRO, pero ahora asoma como tercer competidor el PROS de Solanas. El Estatuto Porteño requiere la mitad más un voto para proclamar al jefe de gobierno, lo cual en las actuales condiciones políticas torna improbable que alguien se imponga en la primera vuelta. Para la segunda, cada posibilidad originaría distintas alianzas, en la dirigencia y en el electorado, que podrían o no coincidir. La pregunta invariable es qué haría el tercero excluido.
PRO vs. FpvEn la disputa por las retenciones, Proyecto Sur se inclinó a favor de las patronales agropecuarias, por aversión al gobierno nacional. El jueves murió el ingeniero agrónonomo e historiador Alberto Lapolla, ex responsable agrario de Proyecto Sur. Cuando Lozano votó en la Cámara de Diputados en el sentido que reclamaba la Sociedad Rural, Lapolla renunció y luego contó que el dirigente del Partido Socialista Auténtico Daniel Abrantes dijo que no podían apoyar el proyecto del gobierno, porque la Federación Agraria había pagado la campaña presidencial de Pino Solanas. PROS lo negó, pero Lapolla insistió, como testigo presencial de la discusión. Tres años después es ostensible el precio que debieron pagar por ese alineamiento contra natura, así como el fortalecimiento del gobierno de CFK. La dirigencia sureña podría negociar el apoyo al FpV a cambio de compromisos políticos y cargos o abstenerse, pero es menos probable que se pronunciara a favor de Macrì.
PRO vs. PROS Con alta probabilidad el gobierno nacional votaría contra Macrí e intentaría negociar una política de coexistencia pacífica con Solanas, de conveniencia recíproca.
FpV vs. PROS Si la derecha pura y dura no llegara a la instancia decisiva, su diáspora sería tremenda. Hasta podría no pronunciarse para la segunda vuelta. Su electorado se dividiría entre la derecha liberal o señoragordista que buscaría castigar al odiado gobierno nacional y la derecha peornista, que buscaría ser acogida en el FpV.
Hay además algunas candidaturas estructuradas en torno de proyectos mesiánicos, vengativos o ideológicos. Hoy las chances de Elisa Carrió y su Coalición Cívica Libertadora parecen remotas, pero lo mismo ocurrió en 2007 y terminó ocupando un lejano segundo lugar, con la mitad de los votos que Cristina. Con intransigencia absoluta hacia todo y todos expresa su sentido misional. De su olfato político da cuenta su gira por Estados Unidos: luego de anunciar en Nueva York que aceptaría la supeditación al Fondo Monetario Internacional, visitó en Washington a Santiago Cantón (quien una semana antes había presentado su renuncia a la secretaría ejecutiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos) y Arturo Valenzuela (que hizo pública la suya a la subsecretaría de Estado para asuntos interamericanos en cuanto cerró la puerta tras despedirse de Carrió). En medio de la mescolanza de incompatibilidades que intenta organizar Alfonsín, al estilo de la Alianza pero con protagonistas aún menos afines, no podría descartarse que la propuesta de redención de la CCL obtuviera un eco similar al de hace cuatro años, sin perspectivas de crecimiento porque la propia Carrió no lo soportaría, pero como un irreductible peñasco testimonial desde el que seguir tronando. Otro marginal obstinado es el ex senador Eduardo Duhalde, quien negocia el apoyo a su candidatura de Lucrecia Astiz, hermana del ex marino detenido en Marcos Paz, y de la Unión de Promociones, que han creado un Movimiento Republicano Cívico Militar y el comando electoral Votarun (sigla castrense por Votar Unidos). Estos nuevos interlocutores lo han convencido de que el personal retirado de las fuerzas armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias, nacionales y provinciales, más sus parientes y amigos sumarían un universo de 2,5 millones de votos, algo así como el 8 por ciento del padrón general. Ese apoyo para llegar al 1,5 por ciento del padrón en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 14 de agosto está condicionado a que prometa una amnistía para los condenados y procesados por crímenes de lesa humanidad. Hay que ver cómo les cae su discurso del viernes, en el que no asoció pasado con amnistía sino con justicia, porque otra cosa hubiera partido a su minúscula Unión Popular, en la que lo acompañan Luis Barrionuevo de Camaño, Graciela Camaño de Barrionuevo, Hilda González y Gerónimo Venegas de Duhalde. El autoproclamado candidato se conforma con que se hable de él, para lo cual podría posar desnudo o declararse embarazado. También la paleoizquierda lucha contra el temible umbral del 1,5 por ciento, que considera “proscriptivo”. Para superarlo sus distintos partidos, a los que les resulta más fácil explicar qué los une y no qué los separa, se han aliado. Aunque no creen en las elecciones ni se ilusionan con un buen resultado, quieren participar como forma de difundir sus propuestas y obtener mayor legitimidad social, un propósito legítimo como el que más.
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