Domingo, 2 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › EL FILOSOFO POLITICO ERNESTO LACLAU HABLA SOBRE UN SEGUNDO MANDATO DE CRISTINA KIRCHNER
Con opiniones fuertes, como la necesidad de la reelección sin límite de líderes, Laclau hace una crítica detallada de la oposición como es y explica que el país, y el Gobierno, necesitan opositores “reales”.
Por Ailín Bullentini
“Un nuevo mandato de Cristina es lo mejor que le puede pasar a la Argentina”, dice Ernesto Laclau y así comienza una charla en la que afirmará también que “la real izquierda en el país es el kirchnerismo”. El filósofo político, radicado desde hace 30 años en Londres, estuvo en Buenos Aires porque el próximo domingo arrancará con un ciclo de diálogos con otros pensadores del mundo a ser emitido por Canal Encuentro. Además de anticipar detalles de su nuevo proyecto, durante su conversación con Página/12 hizo un repaso de la actualidad política. Así como destacó lo realizado por la administración kirchnerista, remarcó que “la oposición ha hecho un papel patético en el país durante los últimos dos años”.
–¿Qué características debería tener el nuevo mandato de Cristina Kirchner que anticipan el resultado de las primarias y ratifican las encuestas?
–El afianzamiento de las líneas trazadas durante el segundo mandato kirchnerista. El primero fue importante, pero el segundo especialmente tuvo una serie de medidas prácticas, como la Asignación Universal por Hijo y la reforma del régimen jubilatorio, que están cambiando la óptica desde la que se percibe la política argentina. También deben conformarse fuerzas política nuevas al interior del kirchnerismo. Su propuesta política rompió con varios límites que traía su matriz histórica, el peronismo. Hay que avanzar en esa línea.
–¿Sigue siendo el kirchnerismo una fuerza política construida desde la transversalidad?
–Evidentemente la transversalidad es un principio que hay que afirmar. Pero no tiene que ser una transversalidad desde arriba. Por construir desde arriba nos ligamos a (el vicepresidente, Julio) Cobos. Se trata de una transversalidad más bien de base. Y, desde ese punto de vista, me parece que el proceso está bien encaminado. Martín Sabbatella es un ejemplo. Viene de la izquierda, sigue siendo de la izquierda, pero al mismo tiempo se inscribe dentro de la matriz histórica de la ruptura kirchnerista en 2003. Hay que multiplicar este tipo de experiencias.
–Hay una clara apuesta del kirchnerismo a la juventud. ¿Puede decirse que este grupo poblacional reemplazó a los movimientos sociales protagonistas de la construcción política kirchnerista de 2003?
–Sí. Son fuerzas que antes no habían participado del espacio público y que están empezando a hacerlo desde el kirchnerismo. Tengo muchas esperanzas respecto de lo que La Cámpora puede llegar a representar en la vida política argentina en los próximos años.
–¿Por qué el inicio de la participación política de esos sectores se dio desde el kirchnerismo?
–Los otros espacios políticos no han representado ninguna voluntad de cambio en el país. ¿Qué cosas nuevas vinieron de (la titular de la Coalición Cívica, Elisa) Carrió, del radicalismo, del resto de las agrupaciones opositoras? Ninguna ha generado un proceso novedoso. Del otro lado está la izquierda tradicional, que tampoco ha representando un proceso de cambio. La real izquierda en el país es el kirchnerismo.
–¿Y el surgimiento del Frente Amplio Progresista (FAP)?
–(El gobernador de Santa Fe y candidato a la presidencia por el FAP, Hermes) Binner representa una centroderecha decorosa. De él puede llegar a venir una oposición real al kirchnerismo. Será la próxima segunda, aunque débil, fuerza política del país. Si con el paso del tiempo empieza a haber sectores que no estén contentos con el Gobierno, el FAP podrá alimentarse de ellos. (El jefe de Gobierno porteño, Mauricio) Macri también puede ser una oposición real. No descuento una alianza entre ambos para el futuro, cosa que hoy es impensable.
–El reclamo de los pueblos originarios por sus territorios es un ejemplo de demandas no resueltas por el Gobierno.
–Las demandas de los pueblos originarios no fueron respondidas puntualmente, pero tampoco son centrales para la estructuración de la política.
–Si ése es el análisis del oficialismo, esos temas son una oportunidad que la oposición desperdicia.
–La oposición ha hecho un papel patético en el país durante los últimos dos años. Tienen un discurso autista que no establece vínculos con la sociedad, que está únicamente ligado a la partidocracia tradicional, a una estructuración del poder hoy caduca. Hubo una enorme expansión de fuerzas sociales nuevas a las que sólo el kirchnerismo dio cabida. La oposición estuvo siempre ciega a ellos, inmersa en un círculo vicioso del que no puede salir. No tienen ninguna capacidad expansiva hacia los movimientos sociales que se están dando en la sociedad en general.
–Usted aconsejó a la oposición armar un frente común. Lo único que hicieron fue dividirse. ¿A qué se debe esa imposibilidad de unificarse?
–A que no hay ninguna voluntad social que los aúne. En un momento, la oposición fue efectiva porque se unificó en torno de la nombrada “crisis del campo”, pero si no hubiera existido una demanda de ese sector social, los espacios políticos nunca hubieran sido capaces de estructurar nada. El frente del campo se empezó a desarticular hasta que hoy ya no existe.
–¿Por qué siguen apareciendo personajes como el candidato a presidente por Unión Popular, Eduardo Duhalde?
–No creo que esté haciendo mella en ningún sector de la sociedad. Puede llegar a hacerlo en un sector en una estructura burocrática tradicional del peronismo, donde todavía tiene cierta capacidad de manipulación a través de impulsos clientelísticos. Duhalde nunca ganó una elección. Y de esta derrota –las elecciones primarias de agosto– creo que no se levanta más. Ni siquiera (el gobernador de Chubut y candidato a vicepresidente en la fórmula de Duhalde) Mario Das Neves seguirá apoyándolo.
–¿Ve viable un acercamiento después entre el kirchnerismo y el FAP?
–Veo posible que tengan un diálogo fluido y cordial. Ya están dadas las condiciones. Binner le está haciendo pequeños coqueteos a Cristina. Pero, además, necesitamos una oposición. Si no es capaz de contruirse a sí misma, deberemos inventar una para que el sistema funcione. Si no, empieza a crecer el mito del unipartidismo, que no es bueno en un régimen democrático.
–¿Es momento de que el kirchnerismo empiece a pensar en un sucesor?
–En primer lugar hay que ver si Cristina no puede ser reelecta, si no se modifica la Constitución. Sé que a ella no le gusta que se mencione el tema, pero me parece que una democracia real en Latinoamérica se basa en la reelección indefinida. Una vez que se construyó toda posibilidad de proceso de cambio en torno de cierto nombre, si ese nombre desaparece, el sistema se vuelve vulnerable. En Brasil la transición no ha sido fácil. No obstante, el kirchnerismo ha producido cuadros excelentes: Agustín Rossi, Carlos Tomada, Amado Boudou. No van a faltar sucesores.
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