EL PAíS › EE.UU. Y ARABIA SAUDITA INSISTEN CON EL SUPUESTO COMPLOT

Irán se quejó a la ONU

Mientras Washington descartó cualquier acción militar y afirmaba que las represalias se iban a llevar por la vía diplomática, el gobierno de Teherán negaba querer asesinar al embajador saudita.

Tras las acusaciones de organizar un atentado frustrado contra un embajador saudita, el gobierno de Irán advirtió a Estados Unidos que, de conspirar en su contra, se llevará la peor parte. Teherán negó tajantemente querer asesinar a Adel al Jubeir. Mientras tanto, el ex jefe de Inteligencia de Arabia Saudita Turk al Faisal dijo ayer que la evidencia que pesa sobre Irán como instigador de un atentado contra el embajador es abrumadora, aunque todavía no se la conoce. Ayer se lanzaron acusaciones sin mayor sustento por parte de Estados Unidos y Arabia Saudita de que la responsabilidad por el supuesto atentado venía desde altas esferas iraníes. Para ello, la agencia favorable al régimen saudita, Al Arabiya, citó fuentes oficiales anónimas que acusaban al presidente Mahmud Ahmadinejad de ser el cerebro detrás del plan. Pero analistas británicos pusieron en duda toda la acusación (ver opinión de Patrick Cockburn en esta misma página).

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, dijo que la mejor reacción ante estas acusaciones era ignorarlas. En cualquier caso, las advertencias sauditas dan cuenta de un deterioro de las relaciones entre ambas potencias de Medio Oriente. La Arabia sunnita y la Irán chiíta siempre tuvieron tensiones, las que aumentaron durante esta Primavera Arabe.

Washington descartó de plano una acción militar y dijo que el conflicto se resolvería por medio de la diplomacia. En esa modalidad las presiones mundiales comenzaron a arreciar sobre el régimen de Teherán, incluyendo sanciones contra una aerolínea iraní y negociaciones en el seno de las Naciones Unidas (ONU). Mientras las reacciones oscilaron entre la ira y el desconcierto, los embajadores de Estados Unidos en el exterior comenzaron a hacer un fuerte lobby con los países anfitriones para que tomen medidas tendientes a aislar a Irán.

En ese escenario, Irán tomó cartas en el asunto y puso sobre aviso al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y al Consejo de Seguridad sobre las consecuencias peligrosas que podrían tener las acusaciones estadounidenses en la estabilidad en el Golfo y Medio Oriente.

En una carta oficial, el embajador de Irán en la ONU, Mohamad Jazaee, llamó a los vecinos musulmanes a permanecer alerta frente a las operaciones de Estados Unidos para socavar la paz entre los países de la región. “Este procedimiento solemne y la rapidez inusual de las reacciones iraníes muestran que Irán toma el asunto muy en serio”, destacó un diplomático occidental en Teherán. El Reino Unido transmitió a Washington su apoyo para nuevas sanciones y la Unión Europea (UE) advirtió a Teherán que el asunto tendría consecuencias muy graves en caso de que se demuestren las acusaciones estadounidenses.

Sin embargo, ayer se resaltó que nunca existió un peligro comprobable para el embajador Al Jubeir, quien se suponía sería asesinado junto a decenas de otros norteamericanos –en caso de ser necesario– mientras cenaba en su restaurant predilecto. Pero los funcionarios estadounidenses insitían en mostrar “asombro” ante el plan, que atribuyeron a la rama Quds, un brazo de elite de la guardia revolucionaria iraní, responsables de las operaciones insurgentes en el exterior.

Según el prestigioso diario inglés The Independent, analistas políticos intentaban descifrar las noticias, preguntándose cuál sería el interés de Teherán de embarcarse en una acción extrema semejante. Algunos de ellos afirman que la supuesta contratación del vendedor de autos iraní-norteamericano, Mansour Arbabsiar, no coincidía con el tipo de estrategia característica de Quds.

Donde más estupor hubo fue en Texas, de donde Arbabsiar es oriundo. Allí es Jack para los amigos. David Tomscha, quien trabajaba con él en un negocio de autos de segunda mano, negó que su ex socio fuera un terrorista. “No lo imagino elaborando un plan como ése. No parecía tener un perfil político, más bien de hombre de negocios”, dijo incrédulo.

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La fachada de la sede diplomática de Arabia Saudita en Washington.
Imagen: AFP
 
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